Cada día que pasa se hace más evidente aquello que desde este espacio venimos diciendo desde hace mucho tiempo: el caso Maldonado fue un armado siniestro de principio a fin. Si bien se trata de un hecho muy reciente que todavía está en etapa judicial, resulta muy interesante ver cómo se construye el relato histórico. Tenemos la oportunidad privilegiada de ver cómo se quiso escribir una historia falsa para caracterizar el actual período democrático y equipararlo con la dictadura militar. Vamos a reconstruir la verdadera la historia paso a paso y mostrar toda la serie de mentiras para, al mejor estilo Goebbels, confirmar una consigna propagandística que dice “Macri, basura, vos sos la dictadura”.
El caso Maldonado se inicia antes de la “desaparición” de Santiago y lo podemos fechar con precisión: el 10 de enero 2017, La Izquierda Diario, prepara el terreno y en una nota anticipa la posibilidad de una desaparición por parte de gendarmería. ¿Quién hace semejante afirmación profética? La madre Jones Huala. De hecho, denunció la desaparición de su hijo Nicolás y la de otra persona que se llamaba Ariel. Falso, completamente falso. Pero ya estaba sembrado el campo.
Horacio Verbitsky se apuró a titular la primera nota sobre Maldonado el 7 de agosto en Página/12: “Macri tiene su primer desaparecido, Santiago Maldonado, detenido por Gendarmería”.
“Desaparecido”, una palabra que retrotrae a lo más funesto de nuestra historia. Verbitsky sabía muy bien la idea que quería instalar dentro de la Argentina, pero sobre todo en el exterior.
Desde el CELS (Centro de Estudios Legales y Sociales) que preside, trabaja con una selección de casos de supuestas violaciones a los derechos humanos denunciados en foros internacionales. El CELS, sin embargo, se mostró indiferente ante las gravísimas violaciones a los derechos humanos durante el kirchnerismo, la misma desidia que mantiene frente a lo que ocurre en una Venezuela gobernada por una dictadura que encarcela y fusila opositores.
Pero volvamos a Santiago Maldonado; después de una búsqueda absolutamente entorpecida por la comunidad mapuche (recordemos los cuentos del territorio sagrado y toda la literatura que habían inventado para impedir rastrillajes donde los perros señalaban desde el principio), decía, después de 78 días, los efectivos encontraron el cuerpo de Santiago ahogado en el río Chubut, sin lesiones y conservado en buenas condiciones por las bajas temperaturas del agua.
La autopsia fue ejemplar. Participaron cincuenta peritos y todos estuvieron de acuerdo: el cuerpo nunca se movió, ni recibió golpes.
Quedó todo en evidencia, Santiago Maldonado fue abandonado por los mapuches que protagonizaron aquel corte de ruta 40 el 31 de julio. Cuando la gendarmería intervino, quienes cortaban la ruta y arrojaban piedras huyeron. Santiago, cargado con un morral lleno de piedras, no logró cruzar el río y no recibió asistencia alguna de sus compañeros. Los testigos falsos, en realidad, siempre supieron dónde estaba Santiago Maldonado. Las operaciones políticas y de prensa fueron brutales, salvajes. Quisieron, incluso, construir una imagen icónica como la del Che Guevara con el rostro barbado de Maldonado.
Fue una puesta en escena con muchos actores, pero hubo dos que fueron los titiriteros: los abogados Luis Fernando Cabaleiro y Carlos María González Quintana, abogados de la APDH, Córdoba.
Ellos crearon el relato del “Testigo E” Lucas Pilquiman (que decía haber visto cómo los gendarmes golpearon y se llevaron a Maldonado) y de Matías Santana, el mapuche de los binoculares, también testigo del supuesto secuestro de Santiago. Y la escena aterradora se completaba con el testimonio de Ariel Garzi, también guionado, que decía haberse comunicado con el celular de Santiago durante 22 segundos y se escuchaban ruidos de botas. No faltaba nada para despertar los peores fantasmas.
Mientras la Asociación Permanente por los Derechos Humanos desconocía la organización fundada y presidida por Quintana, él y su amigo Cabaleiro iban a todo organismo internacional existente a denunciar la desaparición forzada de Maldonado y el accionar del gobierno argentino, sin que la verdadera APDH hiciera nada por cuidar su prestigio: apenas un escueto comunicado.
¿Trabajaban en connivencias ambas asociaciones? Fueron a la ONU y a la Comisión internacional de los Derechos Humanos, llevaron un relato falso apoyado en testimonios falsos.
El objetivo fue claro: atacar al gobierno democrático antes de las elecciones legislativas, generando marchas y una corriente de antipatía y desprestigio hacia el gobierno y su política de seguridad.
La farsa se hizo evidente desde el hallazgo del cuerpo de Maldonado. Las escuchas que había ordenado el juez Otranto son reveladoras. Se comprueba cómo los abogados Quintana (que ya era defensor de Jones Huala) y Cabaleiro dictan el libreto a los actores.
Se dio vuelta la taba. Ahora es el gobierno quien denuncia ante Justicia Federal a estos abogados: por “Propiciar fraudulentamente sanciones políticas contra el Estado argentino, por inducir a sufragar en contra del Gobierno nacional, por falsa denuncia, estafa procesal, asociación ilícita y usurpación de títulos y honores”.
En otra escuchase pone en evidencia cómo los mapuches entorpecían la investigación y manipulaban a la familia Maldonado. Es una charla entre la madre del testigo E y Sergio Maldonado. Sergio le exige a Claudina Pilquiman (madre del testigo E) que sus hijos declaren, dice: “Hay que darle un corte a esto porque ya es muy peligroso si seguimos así. Tenés que decirle a tus hijos que vayan a declarar mañana”.
Ella esquiva, sabiendo que el testimonio que el testigo E les había dado a los abogados de la APDH era falso. Ante la insistencia de Sergio, Claudina dice “Vos tenés tu forma de ser, vos tenés otra forma de vivir, vos a la vida y a esta democracia de mierda la ves de otra forma. Nosotros la vemos de otra forma”.
El problema, para ellos, es exactamente ese: la democracia.