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Narcotráfico y corrupción: la Nicaragua de Ortega

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Se desmorona el clan de sátrapas sandinistas
Se desmorona el clan de sátrapas sandinistas

Pará ya esta barbarie, en nombre de ese Dios, Daniel

 

Ortega, con quien te llenas la boca y el alma.

En nombre de ese Dios que está viendo este holocausto,

¡Dejá de matar ya Daniel, ya!

Estas líneas fueron escritas hace pocas semanas y son parte de una carta abierta dirigida a Daniel Ortega, una larga y dramática misiva redactada por Carlos Mejía Godoy, el más destacado cantautor nicaragüense de todos los tiempos, que atravesó fronteras con sus canciones testimoniales, de protesta, y que compartimos en nuestra juventud en nuestro continente, víctimas de espejismos románticos.

Activo militante sandinista de toda la vida, toleró los rasgos totalitarios y la corrupción de este movimiento que quiso ser revolucionario. Mejía Godoy en estos días se vio obligado finalmente a reconsiderar su amistad con el sanguinario clan Ortega, y romper definitivamente con ellos. El asesinato a mansalva por parte de los esbirros del sátrapa nicaragüense, fuertemente armados por la policía y el ejército, enfrentándose a indefensos estudiantes, les ha abierto tardíamente los ojos. Miles y miles de jóvenes nicaragüenses han tomado las calles de su país, manifestando su hartazgo con el régimen totalitario de la dinastía sandinista de los Ortega, pagando con su vida esta valiente rebeldía. Hasta el momento, de acuerdo a cifras de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, son ya 264 los muertos, en tan solo 86 días, y en su mayoría jóvenes. Estos asesinatos han sido la chispa inicial que ha movido al cantautor y a varios adherentes sandinistas tradicionales a reconocer, finalmente, el carácter totalitario y criminal del actual régimen.

En realidad el Sandinismo, desde su inicio, cuando victorioso en julio del año 1979 entró en Managua derrotando la cruel dictadura Somocista, que se había perpetuado en el poder por casi 40 años, tuvo siempre un rasgo totalitario, lo mismo que el modelo que siempre trató de imitar, el modelo autoritario cubano de los hermanos Castro. Y hoy presenciamos en que terminan estos regímenes de terror, entre los que se cuentan el sandinismo y el chavismo de Venezuela con modelos de partidos únicos, autoritarios, corruptos y criminales, que han destruido países y tiranizado a sus pueblos. El mismo camino que intentara implantar en la Argentina el kirchnerismo.

El sufrido y valiente pueblo nica en las calles ya no hace más diferencia alguna entre la dictadura de los Somoza y de los Ortega, que los han sometido a su modelo despótico. Así podemos presenciarlo en las calles de los diferentes pueblos del país. En pancartas improvisadas podemos leer “Ortega-Somoza, son la misma cosa”, o “No es un Presidente, es un delincuente” o “Ortega peor que Somoza”. Pobre Nicaragua que en su historia política no ha podido conocer largos períodos de gobiernos democráticos, republicanos. La única excepción fue bajo la presidencia de Violeta Chamorro, entre los años 1990 al 1997, años bien difíciles para el país y para toda Centroamérica, pero logró fortalecer la paz, la democracia y fomentó principios de libre mercado en la economía del país.

Los 21 años en total que gobernó el país el sandinismo, reformando la constitución a su antojo para poder eternizarse en el poder en forma totalmente fraudulenta, tuvieron siempre un rasgo totalitario, y nunca fueron un aporte democrático para el país. Menos en estos días cuando Daniel Ortega y su esposa Rosario Murillo, que ocupa el cargo de vice presidenta y que maneja prácticamente todos los hilos del gobierno, proclaman en forma fiera que no piensan separarse de sus cargos en forma pacífica.

Durante la mayor parte de esos caóticos gobiernos sandinistas tuve la oportunidad de presenciar como corresponsal de medios europeos para América Latina el verdadero rostro cruel, criminal de Daniel Ortega y las mafias con las que gobernó. Durante su mando Nicaragua se transformó, especialmente en la década de los ochenta, pero aún hasta hoy en día, en un importante centro internacional del narcotráfico que sostuvo siempre su alicaída economía con el asesoramiento de Cuba y su Cartel de La Habana. La conexión Nicaragüense de los hermanos Ortega hizo que el país se transformara en un oasis del narcotráfico internacional. Allí entraban y salían los más sonados narcos de la época como Pablo Escobar, que aportó 50 millones de dólares a la causa Sandinista para que las conexiones aéreas de los cargamentos de droga a los EE UU pasaran por Nicaragua sin ningún tipo de problemas. Todo esto llevó, en el año 1985, al funcionario de más alto rango del Servicio de Aduanas de los Estados Unidos, William von Raab, a declarar en una audiencia del Senado norteamericano relativa a la conexión sandinista con el narcoterrorismo internacional que “el narcotráfico y el terrorismo son gemelos siameses de la muerte y la destrucción. Personalmente creo que estos gemelos cuentan con padres en este hemisferio, y estos son el régimen sandinista por un lado y el gobierno cubano por el otro.” En el año 2007, y producto de mis reportajes e investigaciones, publiqué en la Editorial Intermedio de Bogotá un libro titulado “El gran engaño-Fidel Castro y el narcotráfico internacional”, en el cual dediqué un capítulo a la importancia de la Nicaragua sandinista en este muy rentable negocio ilegal.

Aun hoy en día el clan Ortega mantiene discretamente vínculos con el hampa narcotraficante que opera en la costa caribeña del país, donde de acuerdo a informaciones de la organización internacional Insight Crime, están activos grupos remanentes del colombiano Cartel del Norte del Valle, como el de Alberto Ruiz Cano que desde su base en la remota población costera de Walpasiksa opera con lanchas cargadas de cocaína provenientes de Colombia, Panamá y la Isla San Andrés, sin ser molestado por las encubridoras autoridades sandinistas.

La dinastía criminal sandinista de los Ortega presenta no sólo rasgos de una endémica corrupción, sino que es altamente inmoral. Es conocido el caso de abusos sexuales, violaciones, por parte de Daniel Ortega con menores de edad, y el más sonado es el protagonizado con su propia hijastra Zoilamérica, siendo esta menor de edad, allá a finales de la década de los 90. Su madre, la compañera de toda la vida de Daniel, Rosario Murillo, lo encubrió siempre en contra de los testimonios de su hija y de testigos fiables. Este silencio se lo cobró Murillo al déspota durante toda su vida, chantajeándolo y ascendiendo a un poder político que la hace hoy en día la persona más influyente en Nicaragua. Actualmente es vice presidenta de la nación, secretaria de comunicaciones, aparte de investir muchos otros cargos, siendo como dijéramos el verdadero poder político del país. Nombra y destituye a altos funcionarios, es controladora, escandalosa y opina en sus discursos de todos los temas que se le ocurren, de política, del tiempo, de detalles del ornamento público y miente y miente. Practica además el esoterismo y cree en brujerías y maleficios y para ahuyentarlos utiliza casi a diario 7 collares, brazaletes y un sinfín de joyas, más 28 anillos en los dedos de la mano. El periodista francés Francois Musseau, después de haber pasado una estadía en Nicaragua, publicó un artículo sintomático en la renombrada revista Elle, bajo el título “La primera dama de Nicaragua es una hechicera”.

Rosario Murillo, es responsable en gran medida que en el país se haya instalado una verdadera dinastía criminal en torno a los 9 hijos de la pareja. Así es que a sus vástagos los ha hecho todopoderosos y manejan hoy en día todos los resortes claves del país, Tino, Laureano, Daniel, Edmundo, Juan Carlos, Camila, Luciana, Maurice y Rafael se han adueñado del país. Una dinastía, la de los Ortega-Murillo, amantes del lujo, de los negocios ilícitos, del contrabando y el narcotráfico internacional. Así, por ejemplo, Laureano Ortega, adicto a los trajes de lujo y relojes caros, está encargado como asesor en inversiones estatales. Visitó China varias veces y está atrás del controvertido mega-proyecto de la construcción de un canal interoceánico, cuyas obras están detenidas actualmente. El proyecto tendría un costo final de unos 50.000 millones de dólares y es una fuente enorme de corrupción manejada por el millonario Chino Wang Jong junto a la mafia sandinista. Camila Ortega dirige un importante canal de televisión y su hermano Rafael Ortega es dueño de la emisora YA, la de mayor influencia en el país, aparte de estar involucrado en el lucrativo negocio de la distribución de petróleo.

¿Y cómo pudo suceder todo esto? ¿Cómo hacen para mantenerse en el poder durante tantos años? Resulta que los insaciables planes de dominio de la criminal pareja, blindados ya por los poderes de un Estado usurpador, más el dominio de la mayoría de los medios de comunicación a sus servicios, contaron con el apoyo de dos instituciones que fueron decisivas para su sobrevivencia: por un lado el COSEP, o sea el Consejo Superior de la Empresa Privada que reúne la mayoría de los empresarios nacionales, y por el otro lado la cúpula de la iglesia católica, justamente en un país extremadamente creyente. La mayoría de los empresarios reunidos en el COSEP toleraron y apoyaron la creación de un capitalismo no-democrático, un capitalismo de compadres corruptos guiados por manuales del corporativismo autoritario, que encuentra sus raíces en la Italia de Mussolini. Una idea que acepta que el Estado está encarnado en un líder máximo, en este caso Daniel Ortega. Han pensado sólo en sus intereses y nunca en una estructura democrática para el país Recién ahora intentan alzar la voz, afectados en sus negocios por la ola de descontento nacional y la pésima imagen internacional del país. Y lo mismo sucede con la cúpula de la iglesia católica, el segundo pilar importante de la satrapía Orteguista. Aquí también vemos un marcado distanciamiento con el gobierno sandinista. Así es que por ejemplo ha surgido un cura contestatario, con ideas democráticas, que se opone a la farsa del diálogo que aún defiende la Curia y el Papa Francisco.

Líder de esta nueva tendencia rebelde dentro de la iglesia, no más ligada a las oligarquías corruptas del país ni a la satrapía sandinista, es Monseñor Silvio José Báez, Obispo auxiliar de la Arquidiócesis de Managua. Para muchos Monseñor Báez es el obispo más crítico de Ortega. Fue perseguido, amenazado y golpeado en varias ocasiones, una de ellas dentro de una iglesia, por parte de para- militares sandinistas que intentaron acuchillarlo, buscando acallarlo así definitivamente. Monseñor Baez fue nombrado obispo en el año 2009 por el Papa Benedicto XVI y es considerado como el más culto de todos los prelados que sirvieran en Nicaragua.

Estamos asistiendo afortunadamente al desmoronamiento del clan de sátrapas asesinos sandinistas en Nicaragua. Lamentablemente la tragedia que atraviesa este sufrido país no cobra la atención internacional que debería, como sucede con el caso de Venezuela. La gran prensa es todavía demasiado condescendiente con el clan Ortega, lo mismo los organismos internacionales, como la ONU y la OEA, que albergan todavía muchos ex simpatizantes sandinistas. Además muchos jefes de Estado de nuestro continente no se deciden aún a tomar decisiones más severas contra esta satrapía. Esto está por cambiar, y es de desear que así sea, y a la brevedad.

Evidentemente juega en contra de un proceso rápido y profundo de democratización del país la actitud hipócrita y traidora del Papa Francisco, que hace lo mismo que ha estado haciendo con la desesperante situación en Venezuela, no actúa, se esconde cobardemente ignorando la inmolación de jóvenes cristianos. Prefiere apoyar a líderes mafiosos, criminales, enviándoles rosarios bendecidos, como a Lula y tantos otros de su especie. Es vergonzoso ver el apoyo que da todavía al corrupto y criminal Kirchnerismo de su propia patria; es una bofetada a las democracias de nuestro continente. Hace pocos días oímos la reconfortante y valiente voz del senador uruguayo de la oposición, del Partido Blanco, Jorge Larrañaga pronunciar estas palabras en el seno del parlamento de su país: "Nos causa indignación y es lamentable que el Papa Francisco se lave las manos. Muestra falta de autoridad al no condenar lo que pasa en Nicaragua". Condenar enérgicamente la satrapía asesina que domina Nicaragua debe ser nuestra divisa primera en estos días.

 

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