Con la moneda norteamericana en el piso de la banda de flotación puesta en marcha el 1° de octubre, al punto tal de estar casi en condiciones el Central de salir a comprar dólares para evitar que siga bajando -toda una señal simbólica para el gobierno-, las autoridades se cuidan de esbozar algún festejo por haber logrado domar finalmente al mercado de cambios, pero sienten que la parte más difícil estaría -y enfatizan el potencial- cumplida.
En el gobierno esperan ahora ver de qué manera logran sortear lo que han dado en llamar “el valle de la recesión”, con la expectativa cierta de que sobre el final del verano se perciban los primeros síntomas de un despegue probable a partir de una cosecha que esperan esté en las antípodas del desastre de este año, sequía mediante.
Pero en el transcurso hay algunas estaciones que les preocupa pasar sin complicaciones, comenzando por la cumbre del G20, el acontecimiento histórico más importante que le haya tocado organizar alguna vez a la Argentina, que reunirá en Buenos Aires a los líderes más importantes del planeta.
El mundo no se sorprenderá por la virulencia de las manifestaciones, pues ese es un clásico de estos eventos, pero la manera como las fuerzas de seguridad locales puedan contenerlas representa todo un desafío. Máxime si se tiene en cuenta el entusiasmo con el que fuerzas opositoras locales anticipan una activa participación en esas protestas. El recuerdo reciente de las dos Plazas del Congreso -en diciembre y octubre pasados-, son antecedentes incómodos, pero que probablemente se queden cortos ante la magnitud de lo que puede llegar a verse la última semana de noviembre.
La otra estación que preocupa a las autoridades es diciembre, mes históricamente conflictivo para el que se vienen preparando desde hace tiempo, más que de contener, de anticipar y evitar desbordes sociales. Por eso la gran cantidad de recursos dirigidos a los sectores más vulnerables y la decisión de no atender los reparos respecto de la relación de Desarrollo Social con las agrupaciones sociales. No sería este un buen momento para alterar el trato que han establecido durante estos casi tres años.
El gobierno descuenta que si bien las complicaciones estarán lejos de apaciguarse, pasado el mes de diciembre ya no habrá más presagios de vivencias pasadas, con salidas anticipadas. Ya estará en curso el año electoral y todos abocados al armado de listas. Y está convencido de que hay quienes querrían jugarse en esos 30 días los últimos cartuchos para alterar el orden institucional.
Por esos dos factores fue la decisión adoptada esta última semana, no exenta de sorpresa por sus características. Hablamos del bono anunciado por el gobierno y ofrecido a la CGT para evitar el paro de 36 horas que el sector más belicoso del movimiento sindical quería imponer en las próximas semanas. El gobierno no quiere bajo ningún aspecto tener ese escenario en las vísperas del G20, y sabía que algo tenía que darle a los líderes sindicales para evitar un paro que al menos el sector que ha sido más dialoguista con Cambiemos no quería hacer.
Paralelamente el bono representaría una salida más bien kirchnerista frente a la crisis. No solo porque consiste en trasladarle a los privados la solución para el gobierno, pero en modo de problema, sino porque apunta a tratar de generar una módica reacción del consumo en un mes clave. Lo ha hecho de manera muy desprolija, pero claramente busca con ello ganar cierta paz social y apostar -con métodos impensados para el estilo macrista- mínimamente al consumo.
En un contexto de belicosidad intensa en las calles, y también a nivel gremial. Lo exhibió sin ir más lejos el sorpresivo paro salvaje que el jueves paralizó los vuelos de Aerolíneas Argentinas. Varios de esos gremios están vinculados a Hugo Moyano, quien la última semana volvió a sumarse a la Mesa de Acción Política del Partido Justicialista, conjuntamente con Héctor Daer, dejando de lado momentáneamente ambos diferencias sindicales.
Juntos volverán a estar el fin de semana que viene, en otra fecha cara al justicialismo como es la del Día del Militante. Será otro “sábado de gloria” para los sindicalistas e intendentes que protagonizaron hace algunas semanas el polémico “Lujanazo”. Esta vez la cita será en Merlo, y además de Moyano y los jefes comunales que lo acompañaron a Luján, estará también Héctor Daer. Según pudo saber parlamentario.com, los oradores del acto serían Moyano, Daer y Hugo Yasky, y los intendentes Verónica Magario y Martín Insaurralde, los dos aspirantes a la gobernación que tiene este bloque de alcaldes.
Claro que esas candidaturas de un peronismo que busca ampliarse al máximo deberán dirimirse en las PASO. ¿Se harán? Consultada por este medio sobre las versiones circulantes, una alta fuente del gobierno de Vidal, con trato directo y diario con la gobernadora, señaló que “no estamos pensando que sea acertado suspenderlas”. Al menos eso no se hablará este año, deslizó finalmente, dejando abierta una pequeña hendija.
Otra fuente del oficialismo se manifestó abiertamente favorable a una suspensión de las primarias. Ante este medio argumentó que para el mes de junio recién podrían comenzar a verse pequeñas mejoras, que no serían suficientes para el mes de agosto, fecha de las PASO. “Estaremos mucho mejor armados para octubre, no tiene sentido exponernos así”, deslizó, agregando que tampoco sería bueno facilitar el reordenamiento de la oposición. Aclarando que ese es el pensamiento que impera en muchos intendentes y legisladores de Cambiemos, recordó que la suspensión de las primarias puede disponerse “con mayoría simple” en la Legislatura.
Claro que una movida así afectaría al gobierno nacional, dejándolo sin el respaldo de la provincia en las elecciones de agosto. A menos que también suspendiera las PASO nacionales, pero no le sería sencillo lograrlo en el Congreso, donde además Emilio Monzó sostiene lo contrario. “Y no lo veo a Macri firmando un decreto de ese tipo”, admitió la misma fuente.
Miembros del oficialismo recordaron que varios gobernadores peronistas se proponen desdoblar las elecciones. Esta última semana lo anunció el ascendente sanjuanino Sergio Uñac, para el 2 de junio. El gobernador cordobés, Juan Schiaretti las adelantaría aun más: para marzo. Sería una señal muy fuerte, que hablaría de la certeza que tiene el amigo del presidente Macri de ganar ampliamente en su distrito. Tiene con qué: el gobierno nacional ha deteriorado su imagen en los últimos meses en la provincia que le dio la victoria a Mauricio Macri; el oficialismo tiene demasiados candidatos y no se ponen de acuerdo; Schiaretti es una figura bien ponderada por los cordobeses, y Adriana Nazario, la viuda de José Manuel de la Sota, encabezará la lista para diputados.
Una victoria amplia en semejante distrito lo dejaría muy bien posicionado a Schiaretti… para erigirse en el líder de esa fotografía que la última semana de septiembre mostró al gobernador cordobés con Juan Manuel Urtubey, Sergio Massa y Miguel Pichetto. No podría descartarse entonces que el cordobés terminara siendo el candidato presidencial de ese espacio.
Lo que sí está casi descartado a nivel provincial, según pudo saber este medio, es la propuesta/imposición que le hizo Sergio Massa a Vidal para desdoblar las elecciones bonaerenses en los municipios. La idea impondría una suerte de “cordobesismo” en la provincia, dándole potestad a los intendentes para votar el domingo que quieran. Pero la idea no tendría demasiados adeptos ni siquiera entre los intendentes, que además advierten que no podrían afrontar semejantes gastos.
La semana tuvo otras dos señales importantes para el gobierno. Una buena y otra mala. Esta última fue la foto del almuerzo en la Casa Rosada con solo dos miembros de la Corte Suprema de cinco, que deja claro la estrechez numérica que pasa a tener en el máximo organismo judicial del país. Aunque festejó cuando Carlos Rosenkrantz desplazó a Ricardo Lorenzetti, ahora el gobierno percibe que ahí está más vulnerable que antes.
La buena, fue la firma del dictamen del proyecto de Presupuesto que se convertirá en ley el miércoles 14, la fecha original que siempre manejaron en Cambiemos. Finalmente pudieron despejarse los nubarrones que habían aparecido con la insistencia de un puñado de gobernadores por el Fondo Sojero, aunque Miguel Pichetto pagó un costo no menor, que se evidenció con la virtual factura del bloque que exhibió José Mayans en la reunión de comisión del martes pasado, delante de un incómodo Rogelio Frigerio. Fue el adelanto de una situación que se hará más notoria en los próximos meses, pero que al oficialismo tiene por ahora sin cuidado: después del Presupuesto, ya no hay ley que le preocupe de acá a las elecciones.
Siempre el cortoplacismo. Va detrás de los acontecimientos. Después dice: "Pasaron Cosas" "Anda mal la cosa".
La recesión en nuestro país es un fenomeno crónico y sistémico. Hace décadas que convivimos con períodos recesivos que se suceden una y otra vez. Los Argentinos estamos acostumbrados a las recesiones y sabemos como sobrevivir a esos meses de dureza, tenemos la cultura del "rebusque" que se nos viene dada por genética. La recesión es LO DE MENOS. Lo importante es que el dolar se mantenga estable (subiendo de a poquito acompañando la inflación) y que la inflación ceda, aunque sea un poco, hacia la baja. Con esos dos parámetros dados, en muy poco tiempo el país se estabiliza y se gana la confianza perdida.