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Macri, Carrió y el regreso del “fuego amigo”

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¿Y el aire fresco del G20?
¿Y el aire fresco del G20?

“Se frenó la caída”, graficó ante este medio un funcionario, de esos que prefieren andar ahora con pies de plomo después de tantas veces que desde el gobierno se anticiparon mejoras que no ocurrieron. Hoy la cautela es religión en Cambiemos y el día a día reemplazó a las proyecciones a plazo fijo. La consulta venía a cuento de la exitosa realización de la cumbre del G20, que cambió drásticamente el ánimo en el oficialismo, tan cascoteado en los últimos meses.

 

Otro funcionario que estuvo en la gala del Colón se manifestaba especialmente impresionado por la actitud de los mandatarios que participaron de la cumbre. La predisposición expuesta por los mismos explica mucho del respaldo internacional del que goza la administración macrista, notorio sostén del gobierno. Botón de muestra es la asistencia de Angela Merkel, que se embarcó en un vuelo de línea cuando se le mancó el avión que originalmente la transportaba.

Ese funcionario explicaba que semejante apoyo expresa el deseo de las principales potencias de que “le vaya bien a Macri”, una experiencia de “salida incruenta del populismo” que no debería fracasar, entienden.

Precisamente su antecesora está activa y competitiva, para beneplácito de los estrategas del macrismo, que aunque muchos lo nieguen, siempre soñaron con la presencia de CFK para garantizar supuestamente la reelección presidencial, cuanto más no sea, por el espanto. Esa perspectiva plantea una alternativa inquietante: si en marzo del año que viene las encuestas muestran que esa competitividad de la expresidenta es tal como para plantear seriamente la posibilidad de triunfo, ¿qué pasará con los tenedores de bonos argentinos? ¿Acaso una masiva venta no podría generar efectos similares a los que se dieron en la corrida desatada en abril pasado? Sin información concreta, el funcionario volvió a apuntar bien alto: “No van a permitir que pase como este año”, dijo tan solo.

En rigor, la pendiente en las encuestas se había amortiguado antes del G20 -no mucho antes-, conforme la estabilización del dólar y cierto freno de la escalada inflacionaria, producto de la fuerte recesión. Lo que llevó a un encumbrado miembro de Cambiemos a señalar a este medio que conforme empiece el rebote de esta profunda pendiente el gobierno podrá comenzar a recuperar parte de lo perdido. Lo importante, dijo esta fuente, es que un tercio del electorado de Cambiemos se mantiene fiel al gobierno a pesar del sinnúmero de malas noticias, que dicho sea de paso seguirán varios meses. Según explicó un miembro del gabinete de Hacienda, los datos actuales -que son muy malos- contrastan con los números del año pasado, que corresponden al mejor momento de Cambiemos en el poder. Una bonanza que se extendió al primer trimestre del presente año, por lo que recién a partir de abril los comparativos podrán mostrar datos positivos.

Como ha hecho otras veces en las que consideró que le iba bien a Macri, el equipo económico volvió a sacar a la cancha al Presidente, mandándolo a responder preguntas el lunes pasado en una conferencia de prensa. Allí se mostró seguro, pero exhibió la cautela de la que hablábamos al principio, que se extiende en toda la geografía gubernamental, más allá de que el encumbrado miembro de Cambiemos citado líneas atrás expresara en reserva su convicción de que “a menos que cometamos errores groseros, la reelección está asegurada”.

Frente a semejante optimismo recordemos que los errores groseros han sido moneda corriente en esta administración.

De hecho, el efecto G20 en los mercados mundiales duró apenas un día. Al siguiente las bolsas volvieron a encabritarse, y el riesgo país argentino se disparó otra vez. Pero amén de ello y volviendo a los errores no forzados a los que es tan afecto a incurrir Cambiemos, alcanza con remitirse a la polémica interna que generó el nuevo protocolo para el uso de armas para las fuerzas federales anunciado por la ministra de Seguridad. En su reaparición pública, Elisa Carrió desató un tembladeral interno al parangonar la decisión de Patricia Bullrich -avalada fuertemente por el presidente Macri- con el fascismo.

La actitud de la socia fundadora de Cambiemos da muchísima tela para cortar, e hipótesis para lanzar. Comenzando por la segunda parte de los tuits de la discordia, que expresaban el rechazo de Lilita a la ley de financiamiento político pedida expresamente por Mauricio Macri para tener lista en la próxima campaña electoral. Según trascendió, la orden presidencial era avanzar con esa norma, a sabiendas de ciertos rechazos en el propio oficialismo y particularmente el exteriorizado por Carrió. El conocimiento de esa postura habría enervado a la líder de la Coalición Cívica, que la emprendió también contra el anuncio de la ascendente Patricia Bullrich.

Carrió y Bullrich compartieron un tramo de sus carreras políticas hace algunos años, y ya se sabe que Lilita no suele quedar bien con aquellos de los que se separa, aunque en este caso no hubo reproches públicos. Algunos sugirieron una cuestión de celos en este roce, aunque también dejaron la puerta abierta a una estrategia que suele ejecutar Lilita, como ya hizo en casos como el cambio de fórmula para el cálculo de haberes jubilatorios, o las tarifas: expresar públicamente sus críticas hacia el interior de Cambiemos, en una suerte de operativo higiénico interno. En rigor, ese es el factor que amalgama a Carrió con Macri, y lo que ella entiende como su función en la sociedad con el mandatario: ser una suerte de control moral del jefe de Estado, y correr por izquierda a la oposición.

En rigor, la propuesta oficial tampoco fue apoyada masivamente en los distritos de Cambiemos. En un caso como el del uso de armas para la policía, Carrió hace lo posible para contener a un sector del electorado de Cambiemos que podría sentirse molesto con un discurso tan extremo en materia de seguridad. Puede irle mal -como de hecho le fue- ante el público y su propio electorado, pues en las redes sociales fueron descarnados con ella. Claramente Bullrich salió fortalecida en esta parada.

Al día siguiente Lilita moderó sus críticas publicando una extensa carta en Facebook en la que modificaba su postura, dejando de lado referencias a un supuesto fascismo y sugiriendo convertir en ley ese protocolo, precisamente para preservar el objetivo de la decisión. Nada que ver con lo que había dicho el día anterior.

Pero llevar ese tema al Congreso sería darlo por perdido. Botón de muestra es el proyecto antibarrabravas, al que propios y extraños terminaron postergando en Diputados, tras atenuar muchos de sus artículos. El proyecto no será ley al menos este año, y la actitud de muchos legisladores da que pensar en sectores de la política particularmente interesados en mantener el status quo en ese tema.

El eje de las críticas hacia el proyecto de Patricia Bullrich fueron las supuestas penas “desproporcionadas” que contenía, argumentos que terminan contrastando con el leve castigo de 2 años y 4 meses al hincha de River detenido por ser uno de los que destruyó vidrios del micro de Boca en el fallido superclásico. Pena que la fiscal Adriana Bellavigna consideró “alta” por tratarse de una persona sin antecedentes. “La confesión es un atenuante”, señaló la fiscal, en un contexto de jueces que autorizan a los jefes de las barras a viajar a España para ver el superclásico for export, que ese país devuelve deportados.

El trabajo policial intenso que permitió la captura de Matías Firpo se da de bruces con la celeridad con la que fue liberado. Jueces laxos y penas débiles nutren la cultura del “siga-siga” que abona el germen de un Bolsonaro criollo. Polémicas como la del uso del arma para los policías aportan también lo suyo.

El responsable del área de seguridad de Lanús, Diego Kravetz, respondió con un ejemplo cuando le preguntaron el viernes sobre el tema. Contó que días pasados un móvil policial persiguió en ese municipio del sur del Conurbano a dos motochorros, que durante la fuga abandonaron la moto y siguieron a pie. La moto, comentó, había sido robada en la Capital Federal, con el agravante del uso de armas. En su huida, uno de los maleantes se volvió hacia los policías y les disparó. En la réplica, cayó herido y fue capturado, lo mismo que su compinche.

“Los dos resultaron ser menores”, comentó Kravetz por radio Mitre, razón por la cual fueron liberados por disposición judicial una hora y media después. En rigor, el herido quedó internado, fuera de peligro. Los ocho policías que intervinieron en el operativo tuvieron que declarar ante el fiscal en la comisaría desde 8 de la noche hasta las 5 de la mañana siguiente. “El fiscal termina pareciendo más interesado en defender los intereses de los ladrones”, interpretó el funcionario, que planteó esa anécdota reciente como respuesta a la polémica que consumió la última semana. Un episodio capaz de explicar muchas cosas.

 

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