En las últimas horas la senadora Cristina Fernández anunció que relanzará su candidatura a la presidencia en 2019. La tercera.
Hay ciertas preguntas que se propagan con una intensidad inusitada entre los distintos sectores de la sociedad: ¿Ganará Cristina los próximos comicios? ¿Votará la población a una presidenta tan manchada por la corrupción?
Tal cual se mencionó con anterioridad mediante los medios, la otrora presidenta ostenta un aval social que ronda (puntos más, puntos menos) el 30 por ciento.
En ese contexto, el actual presidente permanece con un apoyo similar al de la senadora nacional, lo cual quiere decir que las elecciones que están asomándose serán muy peleadas entre el oficialismo y la oposición más tajante.
Pero lo que realmente surge del interior de aquellos ciudadanos que se encuentran en el medio o por fuera de la grieta, es la inquietante pregunta respecto de a quién votarán.
¿Votarán a CFK, Culpable de varios de los males que hoy se padecen y de la causa de corrupción más grande de la historia? ¿Votarán a aquella persona que tan descaradamente patrocinaba la protección del pueblo mientras le robaba sistemática y descaradamente?
¿Elegirán como representante del pueblo a quien aumentó su patrimonio en un 3540% en tan solo ocho años con el falaz argumento de haber sido una exitosa abogada con la esperanza de esconder ese desmedido latrocinio al Estado?
Todo ello depende de la imagen que la ex primera dama de Néstor Kirchner pueda generar en aquellos que no la siguen fervientemente para poder captarlos y llevarlos a poner su nombre dentro de las urnas.
¿De qué hablará durante su campaña electoral? Sencillo es saberlo y más teniendo en cuenta el contexto socio-político coyuntural. Conociendo el hecho de que Cristina se autodefine como una militante feminista, hablará del persistente abuso del “machirulo” y manifestará la necesidad de implementar nuevas reglas de juego a la hora de hablar del feminismo. Ello además de mencionar el tópico económico.
Cristina es una persona populista de sangre, incluso yendo en contra de sus propias convicciones, el caso más elocuente que puede mencionarse es el de la discusión por el aborto.
La ex jefa de Estado, en los últimos años se ha perfilado como una persona con una indiscutible postura proabortista, sin embargo, según pudo averiguar Tribuna de Periodistas, es una persona que en su íntima convicción, y según le aseguró a sus más allegados, es antiabortista.
Dicho sea de paso, muchos personajes dentro y avalados por el reinado de kirchnerato, según han sabido aseverar fuentes a quien escribe estas líneas, protegían a, por lo menos, siete grupos que realizaban abortos clandestinos.
Incluso, en muchos casos, a las mujeres encintas se les ofrecía asistencia durante la etapa gestacional para, una vez finalizado el lapso de embarazo, arramblar al bebe, el cual, luego sería traficado.
La colega Malú Kikuchi, con el objetivo de describir el contexto en el cual se encuentra la Argentina actualmente, manifestó: “El populismo es en gran parte responsable, pero este fue siempre votado, preferido, elegido”.
De más está aclarar que estas líneas no pretenden beneficiar a nadie, y se encuentran exentas de cualquier militancia e incluso de la grieta que irrita a los periodistas independientes, se basa solo en la mirada de una precandidata a la presidencia, lo que no quiere decir que el resto de los que fijan la vista en la próxima elección sean potenciales personajes para presidir el país.
De hecho, se podría decir que ningún precandidato a presidente es completamente viable para sacar a la Argentina del atolladero hiperbólico en materia económica, política, social, cultural, educacional, etcétera, en el que se encuentra.