Lo anticipamos la semana pasada: se lanzó la campaña sucia. El martes dijimos que se iba a inaugurar la temporada de operaciones y cinco minutos después publicaron en una cloaca K, la denuncia falsa a un altísimo funcionario del Pro por el inexistente abuso de un menor. Teníamos el dato que algo sucedería, algo oscuro. Y así fue.
Te voy a contar paso a paso la operación “Dolores de Muelas” y “Stornelli Puf”. El jueves a la noche Elisa Carrió denunció en un tuit que el juez federal de Dolores, Alejo Ramos Padilla estaba armando una operación contra el fiscal Stornelli.
El viernes por la mañana, a toda velocidad, Horacio Verbitsky se apuró a lanzar la operación desde su blog “El cohete a la luna”, porque, a su pesar, ya se había filtrado información y él no podía ir detrás de su propio armado. Cuando se hizo evidente la farsa él mismo abrió el paraguas admitiendo que trabajó sin tiempo para chequearla información.
¿Cuál era el apuro? ¿De qué se trató esa denuncia increíble? La denuncia decía que el abogado Marcelo D´Alessio, en nombre de Stornelli extorsionó al empresario agropecuario Pedro Etchebest, pidiéndole trescientos mil dólares para protegerlo porque estaba involucrado en la causa de los cuadernos.
Veamos cómo fueron los hechos. El 8 de enero D’Alessio, un oscuro operador y comerciante de influencias que en tiempos K corría en TyC sponsoreado por 678, la fuente de todas las operaciones sucias del kirchnerismo, y funcionario de ENARSA, lo cita a Etchebest en su propia casa en el lujoso country Saint Thomas, en Canning, por donde Etchebest lo pasa a buscar.
Desde ahí, viajan juntos en la camioneta de D’Alessio hacia Pinamar, donde llegan cuatro horas y media más tarde. Una vez en Pinamar, van al Balneario CR de, en Avenida del Mar y Troya, un restaurante tranquilo con vista al mar en el que D’Alessio había citado a Stornelli. En una mesa se sientan Stornelli y D’Alessio y en otra, Etchebest.
Mientras D’Alessio conversa con el fiscal, le manda mensajes de wapp a Etchebest que estaba en otra mesa, fingiendo que hace los arreglos para dejarlo fuera de la causa. En el lugar aparece casualmente el intendente de Salta Gustavo Sáenz, Stornelli lo invita a sentarse en la mesa donde se conversaban trivialidades, mientras D’Alessio le hacía creer a Etchebest que negociaba su impunidad.
Cual Kaiser Soze, D’Alessio enlaza personajes y acontecimientos reales con su trama fantasiosa. Le escribe al empresario que Sáenz es el valijero de Stornelli. Al fiscal le dice que el hombre que está en la otra mesa (Etchebest) es su chofer, todo entra en la trama como en la película “Los sospechosos de siempre”.
Un elemento muy significativo: Etchebest no está involucrado en la causa de los cuadernos, pero estaba asustado porque Campillo, ex titular del ONCCA (Oficina Nacional de Control Comercial Agropecuario) vinculado a él, sí está detenido.
Sigamos con la mesa en Pinamar: D’Alessio le pasa la suma que supuestamente quería Stornelli para limpiarlo de la causa: 300 mil dólares. D’Alessio le escribe a Etchebest que la señal del cierre del acuerdo, será el apretón de manos que el fiscal le daría al empresario antes de irse.
D’ Alessio le dice a Stornelli: “Mi chofer lo admira mucho, dele la mano que le va a alegrar el día”. Entonces Stornelli le tiende la mano sin prestarle atención. Es de película.
En este punto se abren dos hipótesis: ¿Etchebest es parte de la operación o es víctima de la extorsión de D’Alessio? Llama la atención que hizo todo lo posible para para radicar la denuncia en Dolores, ante el juez federal Alejo Ramos Padilla, fuertemente vinculado a Justicia Legítima y La Cámpora.
Pero hay más: a raíz de este caso se hicieron públicas escuchas en la que presos kirchneristas hablan de la operación “dolor de muelas” en relación al juzgado de Dolores, días antes de que Etchebest hiciera la denuncia. ¿Cómo sabían?
¿Y qué presos K? Nada menos que el patrón de Centeno, el chofer que escribió los famosos cuadernos, Roberto Baratta, interesado en que Stornelli abandone la investigación. Quieren sacarse de encima a Stornelli y están dispuestos a todo. Estas escuchas clave se hicieron por orden judicial de Lomas de Zamora, por otra investigación, pero resultaron estos diálogos.
Hay charlas entre Baratta y Carlos Zelkovicz esperando ansiosos la operación para ver la caída de Stornelli. Pero el universo kirchnerista no deja de sorprender, hay aún más escuchas desde Ezeiza: Juan Pablo Schiavi, ex secretario de Transportes K, preso por la causa del tren de Once, habla con el ex embajador en el Vaticano Eduardo Valdés y adelanta estas maniobras llamandolas “Puff Bonadio y Stornelli Puff”.
Verbitsky presenta a D’Alessio como un jefe regional de la DEA, la mismísima DEA lo desmintió. Presenta a D’Alessio como el abogado que sacó a Fariña de la cárcel y evitó “que siga haciendo maldades” en relación a las denuncias contra funcionarios K.
Falso: desmentido por el propio Fariña. Stornelli conocía, por supuesto, a D’Alessio que es un incansable operador de Comodoro Py, pero no a Pedro Etchebest. No existe una sola escucha, ni captura de pantalla que vincule directamente a Stornelli con Etchebest.
El fiscal ya denunció penalmente a D’Alessio por invocar su nombre para exigir dinero. La denuncia quedó radicada por sorteo en el juzgado federal a cargo de Julián Ercolini. “Lo que más me preocupa es que el supuesto accionar de Stornelli constituya un modus operandi en ese caso los implicados pueden plantear la nulidad de la causa.
Dijo Agustín Rossi, este es, por supuesto, el objetivo de la burda opereta. Pero ojo con lo que digan a partir de ahora D’Alessio y Etchebest, porque si mienten se complicarían más de lo que ya están: en cualquier escenario, D’Alessio cometió un delito: haya actuado en representación propia o de otros, o haya sido cómplice de Etchebest, en cualquier caso cometió un delito grave de extorsión.
Ahora hay que ver qué responsabilidad le cabe a Etchebest. Le dicen el perro, deberían llamarlo el Coyote.