El Pelotudo Antigrieta te explica que no se debe confrontar con el peronismo. Te pone cara de superado, de viejo experto en estas cuestiones de la política y te dice: “Hay que trabajar sobre las coincidencias”.
¿Por ejemplo? Pregunta uno de los pocos interlocutores que no cedió a la extorsión moral, y se arriesga a ser considerado un violento que lucra con la confrontación…
Pero el Pelotudo Antigrieta no da ejemplos (jamás sabremos si los tiene). En cambio, insta a sus interlocutores a ejercer el arte del acuerdo y a debatir amigablemente con el “adversario”. Ejercer la virtud de la comprensión del otro.
Es que el Pelotudo Antigrieta no se enteró que el “adversario” viola la ley, y que no respeta las reglas de juego básicas de la democracia republicana, las reglas de juego de la Constitución Nacional.
Es que el Pelotudo Antigrieta no se enteró de que el “adversario”, aquel con quien quiere que sus interlocutores hablen amigablemente, en realidad, es “enemigo”. Sí, enemigo de la República y, por tanto, enemigo de todos los que la defienden.
Acosado por estos argumentos, y no pudiendo explicar cómo lograr una relación de competencia virtuosa con un oponente criminal, dispuesto a llevarse puesta hasta la ley de la gravedad, con tal de recuperar el gobierno para evitar la cárcel, el Pelotudo Antigrieta acusa: “Ustedes se benefician con la grieta”.
¿Estás seguro, Antigrieta? Imaginate que por vía de la confrontación, que diciendo lo que hay que decir, que denunciando lo que hay que denunciar, que contando la Historia tal cual fue, que actuando de modo ejemplar en el manejo de la cosa pública, terminamos deslegitimando al peronismo, y lo reducimos a una fuerza simbólica testimonial, en fin, al lugar que debiera tener todo movimiento fascistoide en una democracia fuertemente consolidada…
Contame, Antigrieta: ¿Quién se perjudicaría si esto pasa? ¿No me lo querés contar? Te lo cuento yo. Se perjudicarían los mediocres, los que hoy no necesitan superarse porque la alternativa es el abismo. Porque el lucro ilegítimo de la política no es enfrentar a los que atentan contra nuestra libertad. Ese lucro infame, ese negocio repugnante, es hacerse el pelotudo. El Pelotudo Antigrieta.