La definición del diccionario de la palabra “sinvergüenza” le queda como anillo al dedo a Cristina Elisabet Fernández de Kirchner. Dice que un sinvergüenza es “una persona que se comporta en forma inmoral y que habla sin respeto y con descaro”. En una segunda acepción la caracteriza como “alguien que comete actos ilegales en provecho propio” y utiliza como sinónimo la palabra “canalla”.
Cristina tiene la cara dura como un glaciar patagónico pero que nunca se le cae de vergüenza.
En los últimos días se convirtió en una máquina de producir hechos que indignan. Ayer, con motivo de los 43 años del golpe que instaló el terrorismo de estado en nuestra patria, con un solo tuit levantó miles de críticas. Se atrevió a comparar la dictadura más sanguinaria que produjo miles y miles de desaparecidos con el gobierno democrático de Mauricio Macri. Eso es malversar la historia y vaciar de contenido un genocidio en el que participó quien fuera su jefe del Ejército, su general preferido, hoy preso, César Milani. Eso es profanar algo sagrado de la memoria histórica. No se les puede decir a los jóvenes que el criminal de lesa humanidad, Jorge Rafael Videla es comparable con el ingeniero Mauricio Macri que te podrá gustar o no, pero fue elegido por 13 millones de votos y nunca mató ni una mosca.
Su guardia pretoriana de La Cámpora grita “Macri basura, vos sos la dictadura” y es una mentira histórica imperdonable. Porque si hablamos de aquellos tiempos de campos de concentración, torturas en todas sus formas, asesinatos a mansalva y desaparecidos hay que decir que el estudio de los abogados Kirchner jamás defendió un preso político, nunca presentó un habeas corpus por los desaparecidos y ya intendente y gobernador Néstor, bien avanzada la democracia se opusieron a hacer aunque sea una sencilla misa el 24 de marzo en homenaje a las víctimas del genocidio. Hay que preguntarle a cualquier santacruceño militante de los derechos humanos para que confirme esto que le estoy diciendo. Nunca prestaron ni un local para un acto de Hebe de Bonafini.
Cristina como diputada provincial boicoteó un texto en la legislatura que condenaba a los militares. Como en el sur hay muchos uniformados, argumentaron que “no querían herir a nadie”. Insólito. Mientras sus compañeros de militancia como el ex diputado peronista Rafael Flores y otros abogados radicales se jugaban la vida presentando habeas corpus y defendiendo presos, Néstor y Cristina no movieron un dedo en defensa de los derechos humanos y se dedicaron a su deporte preferido: enriquecerse con actitud de usureros desalmados y con una codicia monumental. Aprovecharon la ley 1050 de la dictadura para quedarse con las casas de la gente humilde que no podía pagar las cuotas de los créditos.
Por eso hablo de que Cristina no tiene vergüenza, estómago ni escrúpulos con el tema derechos humanos. Negaron el drama durante la dictadura y lo ocultaron mientras Néstor fue intendente y luego gobernador. Ni hablar de que Alicia Kirchner fue funcionaria de esa dictadura.
Por eso le digo que no tienen autoridad moral para hablar del tema. Y mucho menos para levantar el dedito. Después, desde la presidencia, se apropiaron de esa reivindicación que era de todos, cooptaron a los organismos de derechos humanos, corrompieron con dinero sucio a algunos como el caso de Hebe y la universidad de las Madres y la mal llamada fundación Sueños Compartidos. Una preocupación que debería sumar sectores e involucrar a toda la sociedad fue ganando sectarismo y achicando su prédica para agitarse entre los convencidos.
El tuit de Cristina que compara la dictadura con Macri, termina diciendo: “Las mismas políticas, los mismos resultados”.
Esa misma falta de respeto y banalización del tema utilizaron las esposas de Julio de Vido y Amado Boudou para mezclarse entre la gente con una bandera que reclamaba la libertad de sus maridos y los demás “presos políticos”. Otra profanación que produce asco. Meter en la misma bolsa a los presos políticos de verdad, a los que fueron perseguidos por sus ideas como el socialista Alfredo Bravo, por ejemplo, con delincuentes de estado como Don Julio, el gerente general de coimas y sobreprecios o al malandra de Amado Boudou es una verdadera afrenta a la historia heroica que dicen defender. De Vido y Boudou están presos por delincuentes, por chorros, por lavadores de dinero y no por sus ideas. Alessandra Minnicelli tiene preso también a su hermano, el “Mono” por el contrabando y las mafias en la Aduana. Pero por el no levantó ningún cartel. Y ella también está comprometida en un par de causas sobre todo en la productora de cine y tele que armó con Martha Cascales, la mujer de Guillermo Moreno que es el que le ordenó por teléfono “Que los compañeros que están presos, no canten”. Y es la que le dijo a Baratta que se “tomara un Uvasal para eructarle a los jueces y que en cualquier momento salía a la calle con una escopeta Itaka”.
Necesitan el silencio y la omertá. Pero eso ya se quebró hace mucho y con las revelaciones informativas y documentales del contador Víctor Manzanares llegamos a la cumbre de la mafia patagónica y del cártel de los Pingüinos.
Los afiches con fotos de los reos también pedían que salieran en libertad otros condenados por la justicia independiente como la maltratadora de mujeres y apropiadora de fondos del estado Milagro Sala o los violentos más violentos como Luis D’Elía o Fernando Esteche. Creo que no se animaron a calificar de presos políticos al corrupto confeso Ricardo Jaime, al lanzador de bolsos llenos de dólares, José López que hizo llorar a Cristina de odio, a los empresarios K enriquecidos por Cristina y Néstor como Lázaro y Cristóbal ni al general Milani que, como ya le comenté, está detenido tanto por violación a los derechos humanos durante la dictadura como por enriquecimiento ilícito.
La misma actitud de hipocresía y sobreactuación insensible, Cristina la tuvo con todo el caso de su hija Florencia. Es tan desmesurada su bulimia por el poder que no dudó, una vez más, en utilizar la salud de Florencia como una suerte de spot publicitario. Y digo una vez más, porque Mariana Zuvic, que conoce a la familia desde chica, reveló que ella fue una madre maltratadora y que convirtió en delincuentes a sus hijos colocándolos al frente de las empresas corruptas y luego depositando 5 millones de dólares en la caja fuerte de ella.
Zuvic dijo textualmente que la actitud de Cristina le había producido “asco y pavura”. Es “alarmante su comportamiento, sus hijos son sus víctimas, sus escudos. Evidentemente no está bien su salud mental. No está en sus cabales y su narcisismo es perversión. ¿Cuál es la calidad humana de Cristina si ella los convirtió en ladrones?”, se preguntó la compañera de ruta de Elisa Carrió.
Pero hay más hipocresías para este boletín. Sergio Massa sufrió un insólito, peligroso y repudiable robo de sus computadoras en la sede de su Frente Renovador. Pareció una operación de espionaje pero muy burda. Cristina otra vez apeló a su falta de vergüenza. Se solidarizó con Massa diciendo que “el espionaje político que se vive en nuestro país es francamente intolerable”. Hay que investigar este caso extraño y condenar a sus autores con todo el peso de la ley. Pero todavía no está claro quien mandó a ese delincuente a intimidar a Massa y a apropiarse de sus secretos en los discos rígidos. Pero Cristina tiene memoria solo para lo que le conviene. No dijo una palabra del anterior apriete que Massa sufrió en el 2013 en su propia casa, en un barrio cerrado, con tiros y todo. El entonces oficial de la Prefectura Alcides Díaz Gorgoño, integrante de “la sala de situación” del Ministerio de Seguridad de Cristina. El espía K fue condenado a 18 años de prisión. Cambia, todo cambia.
Desde la ESMA marcharon los soldados de La Cámpora con Máximo Kirchner y Axel Kicillof a la cabeza. “Macri basura/ vos sos la dictadura”. En 1976 el presidente tenía 17 años y estaba lejísimo de la política y la violencia. Ayer anunció que los Estados Unidos, por gestión de su gobierno, van a entregar más documentación desclasificada de 12 agencias de seguridad e inteligencia. Es va a ayudar a construir la verdad y la memoria para que haya justicia y condena definitiva. Es lo que todos los argentinos necesitamos para elaborar el duelo de semejante masacre social. Sin mentirosos, sin corruptos. Sin ladrones que le roban al pueblo y sin ladrones de la memoria colectiva. Y con dirigentes que tengan vergüenza y dignidad.