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Juan Schiaretti, el hombre que perdió la sensibilidad

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Una historia de vida… y debida
Una historia de vida… y debida

Durante el verano, el gobernador Juan Schiaretti habló por primera vez en público de un acontecimiento que marcó su juventud militante. Sin embargo, de aquel joven comprometido con los sectores populares, nada queda. Cuánto influye su relación con el presidente Mauricio Macri.

 

— Corramos –gritaron los compañeros de Schiaretti.

Pero él dudó. Lo golpearon y cayó al suelo. Cuando se puso de pie, una pistola calibre 6.35 lo apuntaba en la panza.

— Así que yo soy policía –fue lo último que escuchó antes de sentir el disparo.

El fragmento anterior forma parte de la crónica El día que la policía quiso matar a Schiaretti, de Juan Pablo Cossutta, publicada durante febrero en el sitio Salida al mar. Cossutta consiguió que por primera vez en su vida, el gobernador se refiriera no sólo a aquel momento en que estuvo al límite de la muerte, sino que además, hablara de su pasado militante más lejano, cuasi mitificado por su propio silencio, que supuso, en aquel entonces, la entrega de la propia vida por las causas en las que creía.

¿Qué fue de ese hombre que devino Secretario de Industria del menemismo? ¿Qué fue de aquel joven que ya adulto conformó un tándem invencible con José Manuel De la Sota, un militante de la derecha peronista?

Los vaivenes de la existencia son inexplicables. Mucho más si esa existencia está entregada a la intensidad que supone la vida política. Difícil encontrar vidas, en el universo de la administración de lo público, que hayan seguido un camino marcado por la coherencia extrema. Pero no es esa la duda mayor. La flexibilidad, la diplomacia y una cuota de hipocresía quizás sean, para hombres como Schiaretti, fundamentales para no chocar una provincia.

Pero, ¿qué lleva a un hombre con dilatada trayectoria política, que marchó junto a Agustín Tosco en la convulsionada Córdoba de los 60/70 y que muestra esa imagen, orgulloso, en su despacho, a bailar al ritmo de Gilda sólo para satisfacer las demandas del presidente showman? La imagen que brindaron juntos, Macri y Schiaretti, en noviembre del año pasado durante un acto conjunto en Hernando, quizás exprese mucho más que dos hombres sonrientes moviendo –mal- las caderas al son del marketing apolítico. Ese bailoteo desgarbado, con presunción de una simpatía inexistente, al modo de dos bufones que se creen reyes, fue tan sólo el síntoma de la entrega, la expresión de la sumisión.


Casos

Córdoba, durante las gobernaciones de De la Sota y Schiaretti, se sabe, mantuvo un eterno pleito con la Nación, cuando ésta era conducida por la ex presidenta Cristina Fernández. El motivo, lo sabemos: la Caja de Jubilaciones. También recordamos la ley que propulsó DLS para intentar paliar un déficit que para la Provincia era culpa de la Nación y no de los años de despilfarros angelocistas que tan bien continuaron los gobernadores del ala peronista del partido único cordobés. El hueco en la Caja era culpa de la Nación y por ello llegó la Ley de Diferimiento, que licuaba en 6 meses los aumentos a los pasivos cordobeses, esos que habían aportado el 18% de sus sueldos durante toda su vida activa. Y el discurso oficial: cuando la Nación se haga cargo, devolveremos el dinero que corresponde a los jubilados.

La Nación cambió de manos y llegó Juan, el hombre que perdió la sensibilidad. ¿Seguiría con su disputa en la Corte Suprema? ¿Reclamaría con la misma insistencia a la nueva gestión? Juan prometió derogar la Ley de Diferimiento. Y Juan cumplió. Y se sentó a negociar con la Nación, cosa que antes no podía, porque la Nación pedía armonización y Juan y José Manuel no iban a entregar a los jubilados. Y algo negoció Juan y el conflicto con la autoridad central desapareció. También la Ley de Diferimiento, pero no la entrega: Juan hizo lo que le reclamaba el kirchnerismo y mantuvo el macrismo: armonice Juan. Y Juan hizo magia y el cálculo para pagar las jubilaciones perdió más de 10 puntos en el camino. ¿Antes se trababa tan sólo de rencillas personales porque la mujer que mandaba era autoritaria y se recostaba en los jovencitos camporistas y no en los caciques peronistas? Parece ser que sí. El consenso fue posible, aun cuando en el acuerdo los pasivos hayan sido, una vez más, los perdedores.

En épocas de inflación kirchnerista, que existió pese a que Guillermo Moreno la quería tapar con los pies, el entonces gobernador De la Sota, el hombre más rápido del Mediterráneo, otorgaba aumentos a los empleados públicos que superaban cualquier expectativa de aumento de precios. Incluso antes de comenzar a negociar, el gobernador ponía sobre la mesa los números ofrecidos. En 2014, por caso, los porcentajes de incremento para el SEP, alcanzaban hasta el 35%, cláusula mediante que establecía que si la inflación se disparaba, una vez más se juntarían a hablar. Un caso de populismo extremo. Así como 2014, los años anteriores, mientras en la Provincia criticaban a la gestión nacional por la inflación, las paritarias locales permitían a los trabajadores ganarle al aumento de precios. Lo que, qué duda cabe, estaba muy bien.

Pero Juan, el hombre que perdió la sensibilidad, cambió de parecer. Lo que ayer era justicia social para enfrentar al veneno inflacionario K, hoy son prácticas que van en contra de las necesidades del país. Por ejemplo, en su acuerdo del año pasado con los docentes, se firmó una Cláusula de revisión, que decía: “Durante el segundo semestre del año, las partes se reunirán a los fines del seguimiento de los índices inflacionarios en caso de que superen el porcentaje de masa salarial que surge de la aplicación de este acuerdo (25%)”.

La inflación fue del 40% y ahí anda Juan Monserrat (¿candidato a Diputado que buscará romper el monopartidismo macrista delasotista cordobés?), rogando una ayudita para paliar la pérdida del poder adquisitivo de los docentes. De más está decir que no hubo reunión y Schiaretti contribuyó a la tendencia nacional: el causante de la inflación es el aumento de salarios, por ello hay que ponerle un techo bien bajo.


Años de apertura

Macri y Schiaretti tienen una relación de vieja data. Uno era el Secretario de Industria de un país que liquidaba sus industrias con la apertura de importaciones y el otro era un empresario muy cercano al poder que fue procesado por evasión fiscal y contrabando de automóviles, porque convenía importarlos que fabricarlos acá. Desde entonces, el actual presidente ya tenía complicaciones con el Poder Judicial. Y desde entonces, Juan, el hoy gobernador Schiaretti, era un hombre que había perdido la sensibilidad (Revista Matices).

 

4 comentarios Dejá tu comentario

  1. ¡maríaaaa! ¿Contenta con el triunfo del Gringo, ese que SU jefa quería que votaran? Ud. debería recordarle a su Jefa que ande con cuidado porque "El Gringo" se lleva mejor con Margarita Stolbizer, la denunciadora ; "mala e H de P" según CFK., que con "la jefa". ¡Ah! Y cuentele como Cordobesa, a los que se hacen los rulos con Schiaretti, creyendo que con este triunfo, "LA JEFA GANA", de que eso no es asi. https://lmdiario.com.ar/noticia/137352/caserio-afirmo-que-no-hay-un-acuerdo-entre-cristina-y-schiaretti

  2. Que artículo malísimo. No refleja en nada realmente quién es SCHIARETTI, no lo muestra verdaderamente. Tocar temas como la Caja de Jubilaciones, como se muestra, es de alguien que verdaderamente no es un aportante. Si un periodista o quien sea escribe sobre alguien en particular y lo llama por su nombre, en este caso JUAN esto o JUAN aquello, particularmente NO ME SIRVE porque no lo encuentro objetivo, más bien me parece un succionador de calcetines.

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