Por primera vez en la historia de la Argentina, un ex presidente se postula para ser vice, sin que quede claro si lo que busca es jerarquizar un cargo al que hace más de un siglo y medio se le quiere encontrar su verdadero sentido o simplemente alterar el tablero político con una jugada inesperada.
Solo puede asemejarse con un remoto antecedente, aunque en circunstancias políticas e institucionales incomparables. Fue en 1962, cuando el peronismo proscripto se presentó en varias provincias con la denominación de Unión Popular e intentó desafiar la prohibición que pesaba sobre el ex presidente Juan Domingo Perón postulándolo como candidato a vicegobernador bonaerense de la fórmula encabezada por el gremialista textil Andrés Framini. La jugada no se consumó (finalmente Framini fue secundado por Anglada) pero fue suficiente para alterar los nervios del presidente Arturo Frondizi y sus más inmediatos colaboradores.
El resto de la historia transitó por los carriles normales, que aquí y en cualquier parte muestran que el más importante de la fórmula siempre es el candidato a presidente y no al revés. Tan insustancial es el segundo, al que una ancestral tradición le asigna el módico rol de tocar una campanita que ya no existe, que la Constitución no prevé qué debe hacerse en caso de su renuncia o fallecimiento.
La única vez que hubo una elección para ocupar el puesto vacante fue en 1954, cuando Alberto Teisaire fue ungido para reemplazar al fallecido Jazmín Hortensio Quijano. Pero fue durante la vigencia de otro régimen constitucional y, además, dejó abierto un interrogante: ¿qué pasaba si la elección la ganaba el radical Crisólogo Larralde? ¿Perón estaría acompañado en el Gobierno por un opositor a la espera del reemplazo?
En los otros casos, se dejó el cargo vacante y quedó el presidente provisional del Senado como segundo en la línea sucesoria. Así fue con los vicepresidentes fallecidos Marcos Paz, vice de Bartolomé Mitre, y Pelagio Luna, de Hipólito Yrigoyen, a quien la historia le planteó la hasta ahora no repetida situación de un vicepresidente muerto antes de asumir. Fue Francisco Beiró, reemplazado por Enrique Martínez.
Lo mismo ocurrió en el caso de los vicepresidentes renunciantes Alejandro Gómez (de Frondizi) y Carlos Álvarez (de Fernando de la Rúa). Este último protagonizó quizás el único caso en la historia local en la que ambos integrantes de la fórmula estuvieron en un plano de igualdad en cuanto a peso político se refiere.
Por lo general, la relativa importancia del vicepresidente no pasa tanto por la figura de su persona sino por lo que representa en el armado político de la fórmula. Con él se procura o bien contener a sectores internos gravitantes (Víctor Martínez, de la Línea Córdoba de la UCR), compensar la escasa representación territorial del candidato principal (Eduardo Duhalde con Carlos Menem, Daniel Scioli con Néstor Kirchner) o asegurar la permanencia de un aliado de otro partido en un frente electoral (Julio Cobos con Cristina Fernández, Vicente Solano Lima con Héctor Cámpora y el ya mencionado Álvarez con De la Rúa). En contados casos, el armado de la fórmula no obedece a ninguna de esas tres opciones y apunta más que nada a reforzar una identidad concentrada en el candidato principal, como el de Perón secundado por su tercera esposa, María Estela Martínez, o en la actualidad Mauricio Macri, acompañado por Gabriela Michetti, no solo del mismo partido sino también del mismo distrito.
Otros vicepresidentes obtuvieron su prestigio a posteriori. Y no precisamente por su rol como tales sino porque la renuncia o muerte del presidente los catapultó al primer plano (Carlos Pellegrini, José Figueroa Alcorta, la mencionada María Estela Martínez, por ejemplo).
Pero en ningún caso como en el conocido hoy un candidato a vicepresidente es a priori más importante que el que encabeza la fórmula. Tan insólita es la situación que Alberto Fernández, en caso de obtener el triunfo en las próximas elecciones, pasaría de ser el subordinado de Cristina Fernández entre diciembre de 2007 y julio de 2008 a ser su superior durante cuatro años. Tan insólita, además, que el anuncio de la fórmula lo hizo la candidata a vice.
Una situación inesperada para propios y extraños sólo podía ocurrir el Día de la Escarapela. Marcelo Batiz
Los caprichos de una mujer muy peligrosa para nuestro país, capaz de todo.
Están al horno los globo, cada vez que les llega el resultado de una encuesta o una elección provincial llaman desesperados a tribunales, ayer después de la candidatura de cristina habrán colapsado las lineas en comodoro py, angelici debe estar tapado de laburo en estos días.
maralerod estás hablando de la Carrió?. Muy buena la opinión de : La mesa sobre las cartas.
Es fórmula de fantasia para distrcción de lo verdaderamente importante; no hay ninguna chance que logren ganar, nunca en la historia argentina, un Presidente bajó a Vice y además, ganó o ganaron. Tampoco crean que de darse el milagro (de ganar) Alberto va ser chirolia de Cristina, tampoco va a suceder, los tacos y el saludo uno al llegar a Casa de Gobierno son para el PRESIDENTE, nunca para el segundón, ella tendrá su puesto de campanillera en el Senado y deberá conformarse con ello, sino será que tiene que irse NUNCA EL PRESIDENTE, tampoco está en la historia que un delfín dejado por un saliente o elegido, como decimos en el campo "le cabrestee" ni Perón pudo con Frondizi, ni Roca con Juarez Celman, ni Irigoyen con Alvear, no se hagan los rulos, esto está muy bien pergeñado para entretenernos unos meses más, luego los quiero ver, sea quien sea el que gane, lo que tampoco está muy claro.