“El caudillo podrá cambiar de nombre, de actitud, de fisonomía exterior, de procedimiento, su condición esencial quedara siempre la misma, el poder arbitrario y personal”. Juan Bautista Alberdi
El síndrome de Estocolmo es una reacción psicológica en la que la víctima de un secuestro desarrolla una relación de complicidad y un fuerte vínculo afectivo con su captor. Nuestro síndrome de Estocolmo se llama Peronismo.
Finalmente se conformaron e inscribieron las alianzas partidarias que competirán en las próximas elecciones y más allá de las simpatías y antipatías que cada una despierten, hay ciertas certezas que valen la pena analizar.
* Como primer dato, el MAS, es el único partido que no formó una alianza y se presenta en forma independiente en la próxima elección. Todos los otros conformaron coaliciones, ya sea por necesidad, por hambre de poder o para ampliar su base electoral; lo cierto es que la “identidad” partidaria en Argentina se ha diluido en una mezcolanza agridulce, imprecisa y promiscua.
* Sólo una lista de toda la oferta electoral, enarbola la bandera pro-vida, “monopolizando” así un amplio sector de la ciudadanía que incluye a los católicos practicantes y a los evangelistas.
* La oferta electoral se divide en dos grupos: aquellos que poseen una base filosófica y aquellos que se rejuntan buscando el triunfo.
* Dentro del primer grupo están: el Frente de Izquierda y los Trabajadores-Unidad, Alianza Despertar, Frente Patriota, Frente Nos y el Nuevo MAS. La amplia oferta abarca al socialismo, al liberalismo, al conservadurismo y al nacionalismo; todos posicionamientos claros, concretos y coherentes con una posición filosófica política propia.
* En el otro grupo están: Juntos por el Cambio, Frente de Todos y Consenso Federal 2030. Acá se reúnen los movimientos políticos argentinos: el macrismo, el peronismo, el radicalismo y el massismo; verdaderas “bolsas de gatos” a los que sólo los apelotona el poder por el poder mismo, y cuyo lema podría ser el de Goucho Marx: “estos son mis principios, pero si no le gustan tengo otros”.
* Lo llamativo del segundo pelotón, es que el peronismo se encuentra distribuido en los tres frentes y que la suma de sus tentativos votantes alcanzaría el 80% de los electores, una suerte de PRI mejicano en la Argentina. Parece ser que finalmente “el general” tenía razón, cuando en 1972 contestaba a una pregunta: “-¿General, cómo se divide el panorama político argentino?, - Mire, hay un 30% de radicales, lo que Uds. entienden por liberales. Un 30% de conservadores y otro tanto de socialistas. -Pero, General, ¿y dónde están los peronistas? -¡Ah, no, peronistas son todos!”.
Tras casi 100 años de ser gobernados (además de los militares) por movimientos políticos carentes de una posición filosófica clara y precisa, y cuyo único fin ha sido robarle vía impuestos el fruto de su trabajo a los argentinos; es increíble que estos parásitos aún sigan siendo elegidos por sus víctimas.
Abusados por “partitruchos” que reaccionan espasmódicamente en una suerte de pragmatismo esquizofrénico, deambulando por la nada misma, dando “banquinazos” como un borracho al volante y que destruyeron uno de los países más prósperos del mundo.
Manipuladores que han ido corrompiendo la mentalidad de la gente, destruyendo su autoestima y transformando a los argentinos en mendigos que besan el anillo de “su rey” en búsqueda de la limosna de una caja PAN (en un pasado cercano) o de un plan descansar en la actualidad.
¿Cuándo llegará el momento en el que entendamos que no existen las soluciones mágicas? ¿Cuándo entenderemos que sólo debemos “imitar” a los países a los que les ha ido bien? Más aun, ¡sólo debemos imitarnos a nosotros mismos! Debemos hacer lo que hicimos a fines del siglo XIX.
Nunca más certero Juan Bautista Alberdi cuando afirmó que “el amor a la patria de nuestros demagogos, es como el de esos seductores que hacen madres a las niñas honestas: sincero como sensación, pero desastroso para el objeto amado”.