El universo político de Argentina ha sido vencido por la mentira de la marihuana medicinal y recreativa, ofreciendo un marco de majestuosidad en el predio de La Rural, lugar donde se mostró desde siempre la pujanza del País y ahora su decadencia definitiva.
La ley de Salud Mental, por su parte, propone la desaparición definitiva de centros de rehabilitación de adictos públicos y privados, laicos y religiosos, además de la extinción de todos los neuropsiquiátricos del País y por otro lado el mismo Estado, reciben con alfombra roja a la marihuana que es creadora de paranoicos, psicóticos y esquizofrénicos.
Mientras tanto, el Padre Pepe Di Paola se esconde tras un mostrador llamado Altar, el gobernador de Jujuy planta 14 mil hectáreas de marihuana con dineros de George Soros donde pone a su hijo de gerente y se prohíbe desde el Estado la creación de nuevos espacios de asistencia para drogadependientes.
Todo está encaminado para que nos gobierne el caos, presenciando delitos aberrantes y dantescos producidos por el consumo de drogas, que difícilmente hubieran estado en el imaginario popular.
Los jueces liberan narcos en algunos casos y en otros son ellos los encargados de distribuir hasta 14 mil kilos de marihuana a la semana durante años, fiscales que se enfrentan a estos jueces y otros que los protegen a cambio de vehículos de alta gama y gobernadores que en persona se encargan de frenar operativos policiales para proteger reconocidos narcotraficantes que inundan la Patria de drogas.
Tenemos a Uruguay con su marihuana libre que hizo subir en aquella Nación el consumo un 500 % y potenció a límites insospechados la narcoventa, al poner en farmacias una marihuana con mínimo potencial de THC, que obliga a los adictos a buscar la ilegal para satisfacer sus necesidades físicas y mentales. Ahí también estuvo Open Society la fundación de Soros que alentó y promocionó la marihuana libre y canjeó con Mujica la libertad del cannabis por la disminución del riesgo país a los niveles de 1998.
Argentina lista para liberar ésta droga, acompañada de la desaparición de los centros de rehabilitación, promete crear una nación invivible, con ciudadanos armados para defenderse del ataque de los psicóticos que el propio Estado crea con las nuevas libertades, que encarcela la vida de toda la comunidad.
Debo recordar a Diana Conti que decía hace algunos años que el ladrón era una persona que pretendía recuperar algo de lo que la sociedad le había impedido acceder y que el vendedor de drogas era alguien que estaba fuera del sistema laboral y que encontraba en la venta de drogas la posibilidad de mantener a su familia.
Debido a que el argentino es sumiso y no se mueve salvo que le toquen el bolsillo, la Nación será inundada de drogas y la vida del ciudadano común se extinguirá entre la cárcel por defenderse de los psicóticos o la muerte por no protegerse.
Pasarán 100 años y aparecerá un Mao Tse Tung que terminará con esta locura de la forma más violenta. Mao terminó con el consumo de opio en China degollando a 60 millones de consumidores.