Víctor Manzanares vivió al mismo tiempo conversión y redención. Y del temor (que llamó lealtad) que lo condicionó durante más de la mitad de su existencia, pasó al amor (casi divino): se confesó con un cura y pidió perdón a sus deudos –algunos ya muertos– (como consta en el expediente judicial). Hizo lo mismo con su familia y amigos. Casi nadie lo visitó en la cárcel. Tal vez ese dolor vestido de indiferencia, que incluso le expidió la ex presidenta Cristina Fernández (para quien trabajó con admiración y lealtad), terminaron de romper la cáscara y quitar la máscara. Entonces, aquel rostro demacrado y angustiado que le vi por primera vez en la cárcel de Marcos Paz, en la de máxima seguridad del Servicio Penitenciario Federal, también fue parte de la catarsis, del llanto –que tuvo frente al propio fiscal (Carlos) Stornelli al arrepentirse– y del cambio final. Nunca olvidaré lo que me dijo cuando se arrepintió: "Una de las cosas que me ayudó a arrepentirme fue cuando me dijiste, Hugo, la primera vez que nos vimos, si pensaba defenderme desde la culpabilidad o desde la inocencia. Esa frase me dio muchas vueltas en la cabeza hasta que un día dije: voy a contar toda la verdad…".
Hoy Manzanares es más libre. Debo reconocer que, al principio, solo pensaba en entrevistarlo y nada más. No estaba en juego la idea del libro que surgió más tarde cuando lo fui conociendo y pude descubrir que estaba frente a un personaje enigmático y, por qué no, trascendente.
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"Si me matan, nunca van a saber lo que pasó", me confesó Víctor Manzanares en nuestro último encuentro. Tiene eso bien claro y no deja de pensar en los enemigos que sumó en los últimos meses; sin embargo, no teme por sí mismo, sino por su familia. "Son lo mejor que tengo", es la frase que repite más desde que lo conocí en la cárcel hace más de un año. Recuerdo aquella tarde como si fuera hoy: hacía frío y la cara de Víctor, el contador K, era más gélida que la prisión.
Él se puso de pie y me extendió su mano, larga y afinada. No fue un gran apretón de manos, más bien el suficiente para marcar su presencia sin perder la elegancia. Por un instante me miró fijo y sin pestañear. En ese momento supe o intuí que detrás de esos ojos verdosos, gastados, cansados y angustiados había un enigma, un laberinto, un misterio. Casi no pronunció palabra, solo me agradeció la visita haciendo gala de sus modales sobrios, mientras su metro ochenta y cuatro se inclinaba de a poco para volver a sentarse.
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Como sucede en las mafias, y en casi todas las historias del crimen organizado, el contador es la figura clave que conoce y guarda todos los secretos. Con Manzanares supimos construir un código de confianza y honestidad, los valores necesarios que hicieron posible cada una de nuestras conversaciones y la escritura de este libro. Dicen que toda cadena es tan fuerte como su eslabón más débil: y ese era Manzanares. Bastó conocerlo un poco para entender que su debilidad es, a su vez, su propia fortaleza: la que le permite una nueva oportunidad en la vida.
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"Dejame explicarte bien, Hugo", me dice Y así da comienzo al relato que sigue, directo, y en primera persona: "Desde el primer día que entré a Marcos Paz comencé a analizarme a mí mismo para entender qué había pasado en mí. Mi gran tentación fueron los bolsos de Muñoz. En el momento en que Daniel me hace la propuesta, me imaginé gozando de todos los beneficios de una riqueza no producto del esfuerzo humano sino del latrocinio o de la cleptocracia, o como lo queramos denominar, y eso significa superar la primera barrera que tenemos todos los hombres, que es la barrera de nuestra propia moral. El umbral de mi moral estaba muy bajo, presumo. O también pudo haber sido el aprecio que yo le tenía a Muñoz y querer ofrecerle algo, pero eso obviamente no me lo va a creer nadie. Hubo algo más que el simple hecho de querer darle una mano a un amigo, y eso era el beneficio económico que yo iba a tener. Pero había unas barreras, las siguientes: vamos a suponer que viene una crecida del río y tenemos que poner dos barreras para que no pase el agua. La primera está pensada para ser la que más resista, que es la moral; y la segunda pensada para cuando la de la moral caiga, que es la del temor, el temor a ir preso, el temor que significa vivir en una sociedad organizada, donde tenemos leyes que nos regulan y que justamente establecen penalidades que tenemos que conocer para obrar bien. ¿Qué por qué no tuve temor? Por los políticos. Los políticos son una casta que tiene todo permitido".
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En palabras de Víctor, los Kirchner no hicieron más que lo que hicieron otros: "Mire, Hugo, lo único que falta es que me quieran matar. Después de esta situación, me negaron incluso ayuda económica en lo referente a pasajes y abogados".
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"Vamos a ponerle nombre y apellido: Cristina, ¿qué es lo que puede sentir que yo tengo para ella? Como sabe que yo fui un contador externo, para ella nunca fui un factor de riesgo. Lo que ella no sabría es qué es lo que yo podría saber de las cosas que me contaba Muñoz. Entonces, el límite de cuánto me contó Muñoz no lo conoce nadie, ni yo mismo, yo no sé si me contó el 50, 60 u 80 % de lo que él sabía; de seguro no me contó el 100. Y a veces considero que hay otra gente adentro que puede conocer el 20, 30, o el 40 % que yo desconozco y que se siente en peligro a partir de lo que yo sé. Y eso me juega tanto en contra como a favor".
… le pregunto si Muñoz se veía como corrupto o si pensaba que le estaba haciendo un favor a la patria.
Manzanares alega: "Bueno, Hugo, te voy a dar un ejemplo. Yo pensaba que era el único contador de él, exclusivamente para él, y que en toda esta cuestión de su dinero de origen ilícito yo era el que se iba a encargar de dar una mano, de 'blanquearlo', digamos. Pero después, empezaron a aparecer más cosas, la operación Neuquén, por ejemplo, que era anterior a mi entrada en este ámbito de la economía de Muñoz. Y más y más, y empecé a darme cuenta de que era como un barril sin fondo, ¿no? Entonces, sí sabía de dónde venía esta plata, al margen de que uno haya entrado en los actos inmorales, uno siempre tiene resquicios de una moral por ahí ya olvidada, y viendo la oportunidad que tiene un individuo al conducir los destinos de la patria, algo que realmente es un orgullo, pienso que al bronce ya lo tenés ganado; y ahí le dije a Daniel: '¿Para qué robar tanto si tenés lo máximo que podés tener, que es el bronce?. Y Daniel me dijo: 'No, no, nadie robó nada, esto es la comisión que se le cobra a la patria por hacer las cosas bien, por eliminar la deuda externa'".
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Ser o no ser. Tener o no tener. Otro tema que me había quedado en el tintero, y sobre el que quería pedirle a Víctor más datos, era acerca de la relación que tenían Néstor y Muñoz, porque Víctor me había dicho en algún momento que le daba lástima cómo Néstor lo maltrataba. Según Polo, Muñoz tenía una vida sufrida. Y a él le daba lástima, porque a veces lo llamaba para contarle que ya le había "lavado" dos millones de pesos, y que podía irse "de shopping", que era una metáfora que Víctor había usado más de una vez con Muñoz: "Se lo dije muchas veces, podés salir de shopping. En teoría, vos le podés decir qué comprar con dos millones de pesos, ¿no? Pero si vos comprás algo que vale dos millones por cien mil pesos, podés comprar unas cuantas veces esos dos millones, ¿no? Entonces esa era la mecánica".
O sea que esa plata que Víctor comenta, según sus propias palabras, no es ni de Néstor ni de Cristina. Esa plata venía de lo que Muñoz retiraba de las remesas que llegaban a Río Gallegos. "En solamente cinco oportunidades yo lo fui a buscar, junto con otra gente, cuando él llegaba en el Tango 01. También junto al Tango 01 llegaba otro avión privado que estacionaba cerca de un hangar, a unos 200 metros".
Víctor, entonces, esperaba a que bajara Muñoz del avión y, a la hora acordada, lo llevaba en su Passat –que estacionaba en paralelo al avión– a la casa de la madre de Néstor, con bolsos y dos valijas. La mamá de Néstor vivía en la calle 25 de mayo al 400, ahí bajaba las valijas y Víctor lo esperaba adentro del vehículo; algunas veces le abrían y otras veces él mismo llevaba una llave para abrir. Ahí lo esperaba unos 30 o 40 minutos como máximo y Muñoz salía con mochilas y bolsos. Después hacían una recorrida que incluía ir a saludar a algún familiar, a alguna de las hijas, y pasar por un departamento tipo oficina en pleno centro de la ciudad, sobre Roca, que hoy es avenida Kirchner 52, cuarto piso, en donde él depositaba los bolsos. Otras veces entraban los dos. Víctor también tenía una llave de la entrada y otra de una caja fuerte tipo artesanal; y de ahí se iban de nuevo para el aeropuerto donde Muñoz retomaba el vuelo para Buenos Aires.
Le pregunto entonces si la plata de Muñoz es una comisión o un porcentaje de la plata que podía ser de Néstor Kirchner. Es cuando Víctor me responde que puede ser así, pero que también puede sospecharse que se trataba de un hurto.
Pero, concretamente, lo que Muñoz le había dicho era que aquel dinero era una comisión que él cobraba por las cosas que hacía. Y también tenía depósito en Buenos Aires, o sea que había dinero tanto en Santa Cruz como en Buenos Aires. Dinero de la corrupción que venía de la obra pública, aunque Víctor no puede precisar de qué esfera de la obra pública vendría.
¿Podría venir de Néstor o de Cristina? Manzanares cree que sí, porque los dos habían sido presidentes en aquella época.
Le recuerdo algo que me había dicho en una ocasión sobre otra llave que Sosa tenía, y Víctor me explica que esa llave era de un depósito que siempre había sido de Muñoz en la calle Macá Tobiano. La primera titular de ese galpón había sido una sociedad llamada SL Group, que pertenecía a un concuñado de Muñoz y a un licenciado en administración de empresas de Neuquén. Ellos fueron los primeros que trabajaron con Muñoz, de la misma manera que después trabajó Víctor. Con el tiempo, ese galpón pasó a ser propiedad de una sociedad anónima de Manzanares, sociedad cuyas acciones, allá por 2012, transfiere a Daniel y a su esposa. En ese galpón también guardaban dinero. Víctor supo eso mucho tiempo después.
Le pregunto luego por lo de la pileta llena de millones de dólares, algo que le había contado Muñoz en alguna oportunidad. Al parecer, esa anécdota viene de una pregunta que Muñoz le había hecho a Manzanares en algún momento, como para darle una magnitud física de la cantidad: "¿Alguna vez viste una pileta llena de dinero?".
Le pregunto luego por las versiones de la famosa bóveda que tenía Néstor en la casa de la calle 25 de mayo y Maipú, en la que guardaba dinero, pero Víctor dice que nunca la vio. Le recuerdo lo de los allanamientos que se habían realizado en la inmobiliaria deSanfelice y de Carlos Sánchez y Máximo Kirchner, buscando una bóveda.
Víctor me cuenta que en el despacho que usaba Máximo sí había un espacio que era una bóveda y que en algún momento se había transformado en lugar de depósito de documentación, aunque era probable que fuera creada en un principio para guardar dinero. En este caso particular, Víctor no sabe si se usó para ese fin, pero sí sabe que Muñoz había contratado al mismo herrero que había trabajado en la inmobiliaria de Sanfelice y en la estancia de Lázaro Báez: "Por lo que sé, el herrero que hizo bóvedas para 25 de Mayo fue el mismo que hizo para Roca 952. Sobre eso, quien puede tener información es el exsecretario Roberto Sosa, yo no conocía al herrero". Dicho herrero, que nunca fue llamado a declaración, fue el que instaló en Roca 952 la caja fuerte artesanal y el que hizo también una puerta blindada para ese departamento.
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"El tren (del lavado) pasa una sola vez", le había dicho Muñoz a Víctor. Escuchemos ahora, en primera persona, lo que Víctor Manzanares me confiesa al respecto de aquella primera propuesta:
"Daniel me llama y me pide que nos encontremos en un lugar de poco tránsito, a dos cuadras de mi casa, a la vuelta de la escuela 78, donde van mis hijos. Le digo que ese va a ser el lugar; es la calle Teófilo de Loqui, termina justo en el club Hispanoamericano. Él venía en una Grand Cherokee con Roberto Sosa, un colaborador de Daniel que era el que iba a buscarlo al aeropuerto siempre. Yo fui a buscarlo solo en cinco oportunidades, pero fui como reemplazo. Entonces estaciono atrás de ellos y me pide que guarde unas cosas porque en el lugar en donde estaban guardadas había tenido un intento de robo. Bolsos. Entonces bajamos, entre los tres, todos los bolsos, desde el baúl de esa Grand Cherokee hacia la mía. Y yo, haciendo una pregunta ingenua, porque ya me intuía la situación, le pregunto qué era eso que había en los bolsos. '¿Qué va a ser, Polo? Plata'; y me quedé shockeado, porque una cosa es presumirlo y otra cosa es que te lo digan.
"Bueno, a los instantes de eso me dice si quería trabajar con él. Entonces yo le digo que me dé 24 horas para pensarlo, era una situación shockeante. Creo que es shockeante estar en la cárcel y shockeante ver bolsos de dinero; esas son cosas que la gente normal no las vive. Bueno, ahí ya estaba oscuro, eran como las siete u ocho de la noche, allá oscurece temprano; habíamos pasado como 15 bolsos, más o menos. Como dos millones entre euros y dólares por cada bolso. Unos 30 millones de euros en total. En algunos había solamente dólares, en otros había todo euros… Bueno, los pusimos primero en mi camioneta. Yo no estaba seguro de tomar la decisión de acompañarlo en lo que me estaba pidiendo… Tonto no soy, soy contador público y sabía que me estaba pidiendo que trabaje para usar el ejercicio de mi profesión para un determinado fin con dinero ilícito. Entonces me dice que el tren o el colectivo pasaba una sola vez en la vida, como para ayudarme a decidir.
"Nada, me quedé pensando; los llevé a mi casa, mi señora estaba en la casa de la madre, y en ese momento yo tenía a mi hijo de 4 años y al otro que era un bebé de un año. Y yo tenía en la casa un entretecho y arriba del entretecho un lugar donde está el tanque de agua, que es todo un espacio donde yo guardo la caña de pescar, el arbolito de navidad: se abre una tapa de madera en el cielorraso y se baja la escalera. Subir todo ahí fue un gran trabajo, ir subiendo los bolsos de a uno, aparte por el peso. Algunos muy pesados, otros no tan pesados, de acuerdo al tamaño. Fui guardado uno por uno, me costó porque por ahí tenía que pasar el cuerpo y digamos que el lugar es un cuadrado y no pasaba la mochila junto con el cuerpo, entonces tenía que subir tratando de que no se me cayera nada. Por la familia no había problemas, porque ahí no sube nadie".
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Víctor Alejandro Manzanares nunca fue ingenuo. De hecho, sus pensamientos sobre la vida, la religión, la familia y los amigos siempre le ocuparon mucho tiempo: por eso, algunos hoy no lo perdonan por sus pecados del pasado. Polo recuerda que no le preguntó a Muñoz de dónde venía el dinero, pero alguna ocurrencia tuvo. Contaron el dinero un tiempo después, porque primero tuvo que pensar si aceptaba o no el trabajo. Lo pensó toda la noche. Muñoz le había prometido que iban a hacer la plancha el día de mañana.
Tiempo después de conseguir una caja de seguridad para guardar el dinero, lo contaron. No recuerda la cifra exacta, pero rondaría los 30 millones de dólares. En cada viaje de avión, Daniel Muñoz se llevaba uno o dos bolsos de esos. Si uno hiciera la cuenta, se asustaría. Solamente lo de Muñoz puede sumar entre 400 y 800 millones, si se calcula un viaje por semana durante todos los años que prestó funciones; y a veces había dos viajes por semana. Hablamos de 96 millones al año.
Le pregunto, entonces, y a modo hipotético, que, si Muñoz tenía más o menos 96 millones de dólares, cuánto podía blanquear Néstor que era su jefe. Víctor no puede precisarlo, pero quizás unos mil, dos mil millones de dólares.
La cifra puede ser realmente escandalosa. "Realmente no le encuentro la lógica, a veces pienso porque no es algo que se pudiera introducir, yo creo que simplemente fue un acto de quitar dinero a empresarios a los cuales había ayudado", dijo Víctor. Y agregó que podía tratarse incluso de "un dinero que tiene un origen podríamos llamarlo hasta lícito. Yo creo que fueron rentabilidades obtenidas".
Néstor Kirchner junto a su secretario Daniel Muñoz: “Le pregunto, entonces, y a modo hipotético, que, si Muñoz tenía más o menos 96 millones de dólares, cuánto podía blanquear Néstor que era su jefe. Víctor no puede precisarlo, pero quizás unos mil, dos mil millones de dólares”, cuenta Macchiavelli
Recuerdo haberle preguntado qué pensó cuando Néstor Kirchner lo llamó, temeroso, para que le solucionase el tema de la declaración jurada por la causa de enriquecimiento ilícito.
Escuchemos cómo responde Víctor esta pregunta: "Mirá, Hugo, la situación tiene distintas visiones. Por un lado, yo entendía que no había ningún tipo de enriquecimiento ilícito. Eso, por un lado. Pese a haber enriquecimiento patrimonial, no había ilícito ahí. Por otro lado, había una urgencia para sacarse ese problema de encima. La intención de Oyarbide era sacar esa causa. Y no digo que no pudiera haber algo que le estuviera preocupando a Néstor Kirchner, y que quizá yo no lo estuviera viendo dentro de su incremento patrimonial. Néstor estaba preocupado, y para mí no era algo como para preocuparse. El año 2008 fue un año particular, porque es el año en que él vende una gran cantidad de sus muebles históricos incorporados en las décadas de los 70 y 80. Y fueron vendidos todos a gente cercana a él: Rodrigo Ulloa, Lázaro Báez, Austral Construcciones…".
"¿Una simulación de venta?", pregunto.
"Yo tenía siempre una hoja, no es que en la argumentación algo no estuviera, pero digamos que no era una argumentación tan soportable para una pericia; me parece que los peritos, si hubieran sido más rigurosos, me tendrían que haber pedido la documentación original, pero yo no la tenía. En ese sentido cometí delitos, sí".
Supongo que debo mostrarme tan atrapado por el relato de Víctor, que él continúa sin mediar pregunta alguna:
"Bueno, yo comenté en sede judicial lo que había ocurrido, yo creo que fue como un premio por la acción que hice en el marco de la causa de enriquecimiento ilícito que llevaba adelante el juez Oyarbide. Sí, el champán de Oyarbide… Yo no cobré ningún tipo de honorarios, ni viáticos, viajé once veces, dos o tres veces llevando documentación para los peritos.
"Lo pagué de mi bolsillo. Jamás viatiqué, y con Muñoz tampoco. Pero no puedo hablar de maltrato, menos de parte de Néstor. Néstor Kirchner jamás me maltrató, para él yo era Alejandrito. Me hablaba como cuando yo tenía 13 o 14 años y él era el abogado de mi padre. Es más, por eso digo, siempre mi imagen era una imagen impoluta, yo me ensucié mis pies, mi conciencia y hablé mal a partir de Muñoz. Pero sí entiendo que acompañé a los Kirchner en una función compleja por la cantidad de denuncias que tenían y entiendo que yo podía tener algún escenario como el que finalmente tuve.
"Con el doctor Kirchner estábamos en Olivos, reunidos con Sanfelice, era el año del mundial 2010, unos meses antes de morirse, en julio. Salimos, mi memoria funciona por imágenes, como si fueran fotografías, y si ahora me preguntás qué estábamos hablando los tres adentro de lo que se llama jefatura, que es donde está la oficina de la presidenta, la oficina de él, lugares para recepción en el medio, no lo recuerdo, seguramente sería algo normal dentro de las tantas cosas que se me encargaban. Pero cuando fuimos caminando desde jefatura hacia la residencia de los presidentes, él me dice que había tomado la decisión de comprar el hotel de Ushuaia, que yo se lo había ofrecido un año antes, el hotel de 1810, de 500.000 dólares. Y el de Las Hayas, bueno, a mí me habían ofrecido ese hotel en 24 millones de dólares, porque decían que los dueños eran una hermana y un hermano que estaban peleados entre sí, la hermana pedía 24 y el hermano 17. O sea que yo tenía una vía a través de la hermana que era propietaria, y el doctor Kirchner tenía la otra vía, que era la del hermano por 17 millones".
"¿Y quería comprar Kirchner por 17 millones de dólares?", interrumpo.
"Claro, pero espere que le cuente todo…", pide Manzanares.
"Pero, usted, siendo el contador, sabía que Kirchner no tenía 17 millones para comprar ese hotel…", insisto.
"¡Qué pregunta trampa me hace! Que yo diga que en las causas Los Sauces y Hotesur no había ilícito no significa que no acompañé a Muñoz a guardar plata. En lo que no hay una relación vinculante era en la plata que se guardaba y los negocios que él hacía. Bueno, me ofrece administrarlos, manejarlos (a los 17 millones); y que yo iba a recibir una suma de 40.000 dólares mensuales".
"Junto con la administración del Hotel Waldorf…", agrego.
"No, controlar a Sanfelice en el Waldorf y Sanfelice me iba a controlar a mí en estos dos hoteles", responde.
"¿Cree que el Waldorf es de Sanfelice o que era de Néstor Kirchner? ¿Por qué lo iba a controlar Néstor a Sanfelice?", pregunto.
"A mí no me consta que fuera de la familia K, pero creo que es de la familia K. Y después vamos ingresando a la casa, a mano derecha hay como una especie de living en el que están los secretarios; recuerdo que ahí estaba Amado Boudou sentado, todavía no estaba como vice presidente, estaba en el ANSES o en el ministerio de Economía, año 2010. Pero, espere, que me olvidé de algo que me que dijo cuando estábamos afuera, en el patio: que si hacía las cosas bien en Ushuaia, después me iba a dar toda la operación de Calafate. O sea, yo iba a manejar todos los hoteles de Calafate. ¿Qué significaba? Explotarlos. Pero bueno, después de eso, falleció",cuenta Víctor.
A Víctor Manzanares también le ofrecieron la intendencia de Río Gallegos. Dentro del acuerdo, si él ganaba y obtenía la intendencia, tendría que entregar una tercera parte del dinero obtenido de manera ilícita. Una tercera parte para él, y dos terceras partes para Sanfelice y Rodrigo Ulloa. El ofrecimiento se lo había hecho el mismo Sanfelice, allí en su inmobiliaria de avenida Kirchner 490.
"Cristina sabía": la reunión entre Muñoz, CFK y Máximo.
Hay una cosa que Víctor no dijo hasta último momento, y que puede ser un as bajo la manga. Daniel Muñoz fue citado por dos personas de una misma familia para que les contara todo. Fue a Buenos Aires, donde una persona lo citó, allá por 2011. Y después de eso tuvo que abandonar Río Gallegos; y la persona de Río Gallegos se sintió muy mal, frustrada, porque no había sabido nada. "¿Por qué vos lo sabés y yo no lo sé? ¿Qué… te tenía más confianza a vos que a mí?". A Muñoz lo citan a Olivos, y en Río Gallegos en donde está la inmobiliaria. Daniel murió el 25 de mayo de 2016.
El fallo fue el 22 de diciembre de 2011. El 19 de diciembre de 2009 había sido sobreseído.
"¿Qué ves en común?", me pregunta Víctor. Sobreseimiento; los dos juicios fueron por enriquecimiento ilícito. En el caso de Oyarbide había sido el caso de Cristina, sobreseído el 19 de diciembre de 2009; el otro juicio de enriquecimiento a Néstor, Cristina y Relats, sobreseído el 22 de diciembre de 2011. Es decir que, salvando la diferencia de que en este último estaba Relats, los dos juicios son por enriquecimiento.
Pero Víctor me había señalado las fechas como algo significativo: "19 de diciembre y 22 de diciembre. ¿Qué te dice eso?". Regalos de navidad, los jueces hacen regalos de navidad. A él, Beraldi, cuando le había pedido la excarcelación, le había dicho que creía que iba a salir para navidad porque los jueces se ponen más buenos para esa fecha. Pero, finalmente, y volviendo al tema de la familia y al nacimiento de los celos y de las relaciones tirantes, recordaremos que a Olivos viajó la mujer y a Río Gallegos el hijo, para que sepan cómo era todo, qué negocios tenía y cuáles no tenía. Se rindieron cuentas a la viuda y al hijo, de forma independiente.
Lo que Daniel le contó a Víctor fue que el hijo de Néstor había quedado dolido, muy dolido, porque el padre no le había tenido la confianza suficiente como para contarle todo eso. De ahí las preguntas antes citadas: "¿Por qué vos lo sabés y yo no lo sé? ¿Qué… te tenía más confianza a vos que a mí?".
"Según Stolbizer, yo me escudo en dos muertos para decir cosas, y eso está mal. Entonces me callo la boca y listo. Si la opinión va a ser esa, entonces listo, no cuento más nada. Ella debe creer que yo estaba en el centro del estofado, ¿cómo revierto esa imagen popular y pública que es totalmente ficticia y creada por la mente individual y colectiva? ¿Sabés una cosa, Hugo? A mí me pasa como al pastorcito mentiroso; entonces, si vos me vas a juzgar por el lado de Muñoz, soy como el pastorcito mentiroso, que por tanto decir mentiras el día que dice la verdad nadie le cree", comenta Víctor.
Sin embargo, Margarita finalmente valoró mucho tanto la valentía como el aporte judicial que hizo Manzanares como colaborador. Me consta porque lo hablé con ella e, incluso, lo señaló públicamente en uno de los programas de "La Cornisa" cuando presentaron junto a Silvina Martínez su último libro Ella Miente. En esa oportunidad, Stolbizer señaló la importancia de las declaraciones de Manzanares mientras observaba un informe que realicé en Río Gallegos titulado "El tour de la corrupción".
Manzanares cayó en la tentación y mordió la manzana venenosa que le ofrecieron. Es posible la redención para él. Pero no para el resto de la banda que no se arrepintió...
Si lei bien y entendi el mensaje de Manzanares, y no hice mal las cuentas aqui no mas, en este relato se esfumaron la friolera de milcuatrocientos millones de dolares y euros, solo en este sitio. De lo que sabe Manzanaro, pero el dinero saqueado es mucho mas, es increiblemente mas, y es tristemente la cruda realidad de lo desalmados que han sido quienes le robaron al pais, pudiendo argentina ser el primer pais en delantera de toda la america latina, y no de llegar a ser el pais que hoy esta tristemente en el culo del mundo. Gracias a los vivillos que hoy nos dan clase de dignidad, de promesas de sacar a la argentina adelante, de ponerle plata a los jubilados en sus bolsillos, de darles todo tipo de promesas, cuanto que han sido los mismos bribones que nos dan lata hoy, quienes han saqueado antes, llevandose la economia toda de un gran pais, y desvastando y haciendo endeudar la hoy pobre economia actual. Asi como la crota que le robaba las monedas de sus sueldos a los jovenes a su cargo decia" no lo escuchen a Lanata" hoy como loro hay que repetir; no lo escuchen al duo " F.yF"
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