Parece haber iniciado una avanzada contra el periodismo, aquel que osa criticar o cuestionar al oficialismo.
Hace unos días, desde Tribuna de Periodistas se publicó un artículo titulado “La avanzada del titular del ANSES contra el periodismo”. En el mismo se desliza una causa que le está trayendo dolores a Alejandro Vanoli por maniobras llevadas a cabo para perjudicar a dos empresas del Grupo Clarín en el año 2009 mientras ostentaba el cargo de vicepresidente de la Comisión Nacional de Valores.
Hoy, por su fidelidad al kirchnerismo en contra del holding de Magnetto, fue premiado con una de las cajas más onerosas de la Argentina.
Si bien es un hecho lejano en el tiempo, en la coetaneidad comienzan a asomarse casos de avances contra la prensa que, aunque parezcan aislados, todo indica que la escalada será terrible.
Uno de los que participó de esta pelea fue el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof. En su cuenta oficial de twitter, el pasado 29 de enero redactó: “Sigo leyendo, azorado, el tratamiento que da parte de la prensa al diálogo en curso con los bonistas de la Provincia de Buenos Aires. “Acorralado” parece ser un adjetivo estrafalario para describir esta instancia de la negociación”.
¿Acaso no lo estaba antes de lograr acordar con los bonistas? ¿Cuál es el sentido de cuestionar un calificativo? ¿Hubiese preferido que utilice otros sinónimos como acorralar o cercar? Solo Kicillof puede generar una discusión tan estúpida.
Lo propio hizo el ministro de Seguridad de la provincia de Santa Fe, Marcelo Sain. En una conferencia de prensa realizada la última semana de enero se dio un diálogo del cual puede destacarse un fragmento:
Sain: “La prensa publica muchos robos, muchos asaltos y muchos homicidios. No veo tanta publicación de los procedimientos positivos”.
Periodista: “¿Es culpa de la prensa?”.
S: No. Estoy diciendo que no hay un reflejo, digamos, acorde con esto. Entonces, lo que vamos a hacer ahora es hacer un informe institucional y nos vamos a manejar por las redes. Lo lamento por ustedes, quizá pierdan un poco de relevancia pero entonces voy a comunicar en las redes, de modo tal que todo el mundo tenga acceso a las cosas que van pasado, de las buenas y las malas”.
Lo primero que hay que comprender es que la provincia de Santa Fe está hundida en la más feroz situación delictual. Se trata de una provincia gobernada por el narcotráfico y donde las muertes se producen diariamente.
Luego de ello, se puede entender que a lo que el ministro provincial se refiere, es a la culpabilidad de los medios en el crimen organizado. Una especie de “si los medios no lo publicasen, el delito no existiría”. Algo parecido es el pensamiento de Kicillof.
Incluso, ¿Quién podría creer que un funcionario publicaría las cosas “buenas y las malas”? Por obviedad, y solo teniendo en cuenta el actuar político por naturaleza, jamás se publicaría lo que pueda perjudicar su capital político.
Como estos hechos pueden observarse varios, pueden parecer aislados, pero no son casuales, sobre todo si se tiene en cuenta que ya desde antes de ganar su lugar en el sillón de Rivadavia, Alberto Fernández ya manifestaba cierto desencanto con la prensa.
¿Cómo olvidar todos los encontronazos que tuvo el entonces candidato presidencial? ¿Cómo no rememorar cuando le contestó al periodista Joaquín Morales Solá “cuidado con lo que va a decir, se puede arrepentir mañana”?
En fin, la avanzada contra el periodismo parece haber empezado y todo indica que crecerá a paso firme. Como sucedió en el pasado, nuevamente, va a ser la prensa la que sufra los enojos de la dirigencia política.