La negativa del ministro Martín Guzmán a revisar su propuesta agresiva de quita de deuda está llevando al país a una situación de ahogo financiero, de la cual no podrá salir fácilmente.

El joven ministro prefiere mantener una posición irreductible frente a los acreedores y consecuentemente con ello caer en default, antes que revisar su estrategia y ofrecer una quita menor.

La actual crisis económica derivada de la irrupción del coronavirus en todo el mundo ofrece muy buenas oportunidades de poder acceder a fácil financiamiento con tasas y plazos muy accesibles, aun cuando no se consiga ni una pizca de quita de capital.

La obstinación del ministro va a terminar complicando toda la negociación y el default, hoy a estas horas, es prácticamente un hecho. El pánico se apoderó de los mercados mundiales y la debacle de Wall Street está indicando que no hay más margen para el riesgo y menos aún para el riesgo argentino.

Los bonos argentinos están a precio de liquidación y el riesgo país sobre los 3.500 puntos básicos, es una sentencia fatal para el país. Los fondos buitre están al acecho y sólo esperan la declaración formal de la cesación de pagos.

La caída del precio del petróleo debajo de los 30 dólares es el requiem de Vaca Muerta, la soja a 300 dólares la tonelada es una invitación a no invertir en la próxima cosecha y la acción combinada de ambos fenómenos presagia una tormenta para la Argentina.

De no ser por la crisis sanitaria, el default ya sería un hecho. Por ahora, las dos semanas por delante abren una ventana y hacen una pausa para poder reflexionar.

El presidente Alberto Fernández deberá ordenar al ministro para que revise su estrategia o de lo contrario, el país ingresará en una oscura etapa financiera.