La situación sanitaria en el Conurbano bonaerense es un polvorín a punto de estallar. No sólo por los nuevos casos de coronavirus sino porque a ello se le están sumando nuevos casos de dengue que se han disparado de una manera vertiginosa.
Si bien el calor ayuda a que la pandemia no tenga un crecimiento exponencial, las altas temperaturas permiten reproducir el mosquito transmisor del dengue en especial en las zonas más carenciadas donde la falta de higiene y necesidades básicas insatisfechas generan condiciones óptimas para el desarrollo del vector.
Los últimos casos de infectados por el coronavirus muestran que se trata de jóvenes entre 15 y 25 años habitantes del segundo y tercer cordón de conurbano bonaerense y allí es precisamente donde se dan los casos de dengue.
Sólo en la zona oeste se conocieron casi 500 casos de dengue en las últimas 72 horas, lo cual revela la magnitud de la epidemia.
Mientras esto ocurre, resulta difícil que los sectores más carenciados de esas zonas puedan mantener la cuarentena dispuesta por el gobierno nacional porque la falta de generación de recursos está haciendo que la gente salga a trabajar igual.
Para los trabajadores informales, la situación es más angustiante porque dependen del producto de su trabajo para su subsistencia. No alcanza con la distribución de alimentos y tampoco alcanza con la ayuda social destinada a través de la AUH y la AUE. La situación desborda cualquier previsión en un área densamente poblada. Se calcula que casi 5 millones de personas viven en el segundo y tercer cordón del conglomerado metropolitano y los intendentes hacen malabares para controlar que la situación no se desmadre.
Para los trabajadores formales, la situación no llega al límite todavía, sólo porque algunos están trabajando y pero se convive con una angustia permanente porque aun no se pagaron los sueldos. La mayoría de las empresas del cinturón bonaerense son pymes, esencialmente dedicadas a actividades que quedaron encuadradas en el cuarentena y por lo tanto no trabajaron desde mediados de marzo. No produjeron, no vendieron, no facturaron y no cobraron. Entonces como harán para pagar los sueldos.
El gobierno respondió con préstamos a una tasa del 24% para un conjunto de emprendimientos que ni siquiera califica en las carpetas que tienen los bancos y donde muchas de ellas también trabaja en la informalidad. La no calificación de la carpeta se debe a que están en situación de mora en los registros del BCRA y/o con el fisco sea por la ANSES o por la AFIP.
Lo que no advierten las autoridades es que la falta de ayuda a las empresas va a provocar una hecatombe en el empleo y un número importante de empresas en la quiebra.
El gobierno va persiguiendo a la crisis, va improvisando a medida que avanza, pero los costos de derivados de la crisis no los tiene en cuenta. Las autoridades se jactan de haber desembolsado 350.000 millones de pesos, unos 4.000 millones de dólares, el equivalente al 1% del PBI, mientras que los Estados Unidos destinaron 2 billones de dólares lo que representa el 10% de su PBI para ayudar a sanar las economías de las empresas y los puestos de trabajo.
A fuerza de ser reiterativos, el gobierno debe aplazar el pago de los aportes previsionales para el segmento PYME por tres meses y debe bajar los encajes bancarios para que las entidades puedan triplicar los descubiertos de las empresas y que se puedan pagar los sueldos y se permita una recuperación, aunque lenta, de la economía.
Detrás de esta crisis, aguarda otro problemazo: el casi seguro default.