Mientras la pandemia del COVID-19 continúa expandiéndose y poniendo en jaque a la economía mundial y a los sistemas sanitarios de todos los países, las agencias de inteligencia trabajan contra reloj para sumar información reservada en un momento histórico. En Estados Unidos, la CIA desconfía de China, y cada día busca determinar cuántos casos positivos realmente tiene el país asiático. La sospecha de que Beijing ha ocultado la gravedad del daño causado estuvo desde los primeros días, y esas “guerras de información” ponen activos a los espías de las principales potencias del mundo.

Lejos de ese caótico escenario mundial, la Agencia Federal de Inteligencia argentina no es una excepción. También sus agentes se mueven para obtener información del ámbito local e internacional que le permita al presidente y a sus ministros tomar las mejores decisiones. En su área de “reunión de información”, una de las dos subsecretarías del organismo, se elaboran cada día informes confidenciales que llegan directamente a manos de Alberto Fernández.

Los documentos reservados suelen incluir mapas de la distribución de los casos de pacientes infectados, la información sobre el grado de acatamiento a la cuarentena en todo el país, la situación -minuto a minuto- del control de más de 200 pasos fronterizos, un relevamiento del comportamiento de las redes sociales y la variación de la cantidad de las camas disponibles en los hospitales más concurridos, dato que suele ser comparado con la información obtenida en la “sala de situación” que manejan en el ministerio de Salud de la Nación.

Uno de los capítulos más sensibles en el manejo de la información confidencial pasa por el clima reinante en el conurbano bonaerense. En las últimas semanas, el peligro latente a un desborde social se convirtió en una prioridad de la inteligencia local. Hay un área específica destinada a lo que los espías llaman “gobernabilidad democrática”.

En los últimos informes se advirtió la delicada situación de algunos barrios postergados con una mirada más focalizada en tres lugares: Moreno, San Martín y el populoso partido de La Matanza. “Se pone el foco en el seguimiento de algunos agitadores virtuales que distribuyen videos de supuestos saqueos tanto en las redes sociales como en numerosas cadenas de WhatsApp muy bien organizadas”, le confirmó a A24.com una fuente de inteligencia.

En algunos casos se logró determinar que esas cadenas de información ya habían sido utilizadas para difundir contenido político durante la campaña de 2019. Cada dato sobre posibles revueltas de vecinos son compartidos en tiempo real con las fuerzas policiales para prevenir “disturbios al orden constitucional”.

En los últimos informes se habían anticipado dos datos sorprendentes: el crecimiento de venta de droga en algunas villas del conurbano y la Ciudad de Buenos Aires (el barrio 31 de Retiro fue uno de los más mencionados en los documentos de inteligencia) y la cantidad de gente que recorría los cajeros automáticos bonaerenses en busca de dinero en efectivo.

El segundo dato terminó consolidándose el último viernes con el desborde de casi un millón de jubilados rompiendo la cuarentena en las filas de los bancos.

El jueves 2 de abril, la interventora del organismo de inteligencia, Cristina Caamaño entró por la tarde a la quinta presidencial de Olivos. Llevaba en sus manos el informe diario. Después de cumplir con la rutina sanitaria de tomarle la temperatura, algo que sucede con cada persona que se acerca al presidente, aguardó más de media hora el comienzo de la reunión oficial. Era el día del cumpleaños de Alberto Fernández y tras varios intercambios previos de WhatsApps habían acordado encontrarse para compartir los detalles de la intervención al organismo de inteligencia.

En el encuentro, Caamaño le propuso al presidente la reasignación de excedentes presupuestarios por $88.627.836, previstos para la AFI en el presupuesto anterior del organismo, todavía vigente. Es todo el dinero que la gestión anterior destinaba, sin control, a los tan polémicos fondos reservados.

Según se informó oficialmente, el dinero de los espías será destinado al Ministerio de Salud de la Nación, para fortalecer la estrategia contra el coronavirus. Parte del ahorro obtenido llegó con la modificación de la estructura interna y con una auditoría que encontró gastos desmedidos.

Uno de los ítems donde se pagaba hasta tres veces más que el precio normal era en los pasajes de avión que siempre se arreglaban con dos o tres agencias que quedaron en la mira de la justicia.

Actualmente se solucionó el despilfarro de dinero realizando un convenio con Optar, la agencia turística que depende de Aerolíneas Argentinas. Algo similar ocurría con el consumo de nafta de los vehículos oficiales. Ahora todos los espías deberán cargar nafta con una tarjeta corporativa en las estaciones de servicio de YPF.

Caamaño y Fernández profundizaron varios de los datos aportados por los espías locales, entre los que se destacaron los aportados por los “analistas transnacionales”, con información del avance del virus y las estrategias aplicadas por los principales países del mundo. También dedicaron gran parte de la reunión a la información que llega desde cada rincón del país para prevenir cualquier alteración al orden constitucional.