Tener valores firmes es crucial para ser honorable, pues actuar con honor quiere decir hacer lo correcto, incluso si otros no están de acuerdo. Nuestra crisis actual no sólo es una crisis moral en términos de crisis de validez de las normas: es una crisis general de sentido, una crisis espiritual, una crisis de percepción, una crisis que pareciera estar llegando a un momento crítico de los fundamentos mismos de la sociedad humana moderna.
Pareciera como que vivimos en una especie de maldición pitagórica, donde toda la realidad se ha vuelto un número. Los números definen a las personas. ¿Cuánto ganas? ¿Cuántas propiedades, autos, cuadros de valor tenés? Dime cuánto tienes y te diré cuánto vales. ¡¿Cuánto eres en realidad?!
“Honorable” proviene de “honor”, una palabra con origen en el latín honoris y describe cualidades como la rectitud, la decencia, la dignidad, y el respeto, que deben tener las personas que ejercen un cargo público.
Pero existen estos otros puntos que se deben tener en cuenta:
-Tan importante es la misión del político, que la imparcialidad, la preparación, no traficar con influencias, independencia y libertad, no pedir o aceptar dinero o regalos como consecuencia de la prestación del servicio deberían ser imperativos éticos.
-Puede resultar muy difícil decidir cómo actuar con honor en cualquier situación, pero para ser honorable tiene que ser confiable.
-Sus valores son en los que confía cuando no hay nadie más a quien pueda acudir. Cuando se alinea con ellos, sin importar cuál sea el resultado, puede sentirte orgulloso de sí mismo por haber hecho su mayor esfuerzo y estar con su conciencia tranquila.
-Hacer lo que dice que va a hacer, forma su carácter y desarrolla su sentido del honor.
-Cuando se trata del honor, es más importante ser auténtico.
-La gente honorable muestra su amor profundo por los demás a través de sus acciones.
-Piense en las decisiones que toma todos los días y determine qué es lo que las impulsa.
-Solo Ud. sabrás si sus interacciones están manchadas con motivos que no quiere que otros vean.
-Una parte de ser honorable es reconocer el efecto que tienen sus palabras y sus acciones en los demás.
-La honestidad y el honor van de la mano.
En culturas como la de Japón los funcionarios que delinquen, se suicidan, en China directamente los ejecutan, mientras que en el mundo libre “tienen la dignidad” de renunciar. En la Argentina se justifican.
El afán de lucro, el individualismo, y la competencia como activadores de las relaciones de intercambio social, han banalizado todos los aspectos de nuestra cultura: comenzando por la política, la educación, la justicia, el trabajo, la salud, y la información.
Nuestra Argentina de hoy se ha vaciado cultural y espiritualmente mientras se desangra por los innumerables casos de corrupción. Con un gobierno que se rodeó de corruptos y donde muchos actualmente son juzgados por cohecho, por su arrogancia, su ser camaleónico y sin sentido del ridículo.
Vivimos en una sociedad que ve a los políticos como los mejores candidatos, donde están fallando todos los análisis, donde existe una decadencia absoluta de los valores fundados en el aprecio a la humanidad, donde la competitividad, el arribismo y la farandulización de los valores éticos y morales han hecho y continúan haciendo estragos. Esta es nuestra sociedad hoy, donde reinan la apatía, el desencanto, la corrupción y la hipocresía. Ellos son la fotografía de nuestra crisis moral y espiritual.
Robar durante una pandemia debería considerarse un Delito de Lesa Humanidad, porque como decía el General José de San Martín: “Robar es un delito, pero arruinar el país es traicionar a la Patria”.