Muy orondo, el ministro de Salud de la Nación admitió que en Capital Federal se prohibió salir a correr por una cuestión de imagen.
Ginés González García admitió que el riesgo de contagiarse es bajo en esa actividad pero que igual la prohibieron por su “efecto gestual”. “Para los que están en el conurbano y quieren correr no es bueno ver una vida de ese tipo”, dijo.
El argumento es insólito. Ya son suficientes las restricciones en todo el país que afectan derechos fundamentales de rango constitucional, como la libertad ambulatoria. Todos aceptamos razones sanitarias como un justificativo para ceder esos derechos.
Pero la “cuestión de imagen” no es un justificativo válido. ¿Quién le dio autoridad a un grupo de infectólogos y al Presidente para restringir derechos constitucionales por un “efecto gestual”?
La admisión de Ginés desviste otro santo. ¿Cuál es el objetivo de la cuarentena por la que llevamos 100 días encerrados? ¿Es un fin sanitaria o también tiene un objetivo de imagen, es decir, comunicacional, es decir, político?
Si es así ¿en beneficio de la imagen de quién se nos ha confinado? Por ejemplo, prohibir a los runners, ¿se hizo para dar una imagen de falsa igualdad: si nadie corre en el conurbano entonces nadie corre en la capital?
¿O también para exhibir que el jefe de gobierno porteño Horacio Rodríguez Larreta termina subordinándose al gobernador Axel Kicillof?
Además es selectivo el criterio. Porque en otras cuestiones el gobierno no se guió por cuestiones de imagen. Por ejemplo, cuando se reclamó que los funcionarios políticos se bajaran sus sueldos, Alberto Fernández lo rechazó de plano.
La verdad es que nadie creía que bajando el sueldo de unos miles de funcionarios se podrían sanear las finanzas públicas. Sólo se lo planteó por el “efecto gestual”, como le llama Ginés, de políticos haciendo un sacrificio solidario con las pérdidas sufridas por tanta gente.
A Fernández ese efecto gestual no le importó. Es más: llamó “hipócritas” y “demagogos” a los opositores que adhirieron a la idea.
Capaz que entonces esos calificativos le quepan ahora a quienes limitan sin necesidad libertades constitucionales, sólo por una cuestión de imagen.