Hoy se cumplen 25 años del ataque terrorista –el 23 de enero de 1989- al Regimiento de Infantería Mecanizada 3, que tenía su asiento en la localidad bonaerense de La Tablada, vecina a la Capital Federal. Un aniversario que ya dejó de serlo hace mucho tiempo, ya que a pocos años de ese suceso los políticos de turno, con el lógico beneplácito de los organismos que dicen defender los derechos humanos, a los que sumaron su complicidad los medios de la llamada “gran prensa”, se encargaron de ir borrando todo recuerdo de esa fecha y todo vestigio del que pudiera haber quedado. Obviamente, los actos recordatorios de militares y de familiares de los caídos y mutilados en ese ataque nunca encontraron espacio alguno en los medios, debiendo llevarlos a cabo en total soledad. Es que, por muchas razones, era “conveniente” quitar el tema La Tablada de en medio, y en eso se tuvo éxito. Tanto que hasta se hizo “desaparecer” al mismo Regimiento atacado, ya que algunos años después de ello la guarnición fue levantada de su tradicional asentamiento y trasladada a unos 600 kilómetros del lugar, a la localidad bonaerense de Pigüé. Y tan conveniente era borrar ese tema de la memoria que intentaremos reflejar los probables motivos.
Al menos algunos recordarán que a las 6 de la mañana de aquel día un numeroso grupo de personas de ambos sexos irrumpió violentamente en el cuartel arrojando volantes –fuera del mismo otro grupo realizaba igual tarea- firmado por un supuesto comando “carapintada”, pretendiendo imponer la idea de una sublevación militar o un presunto golpe de Estado para derrocar al entonces presidente Raúl Alfonsín, “conspiración” en la que se involucraba al candidato presidencial Carlos Menem y a algunos sindicalistas. La “puesta en escena” se cayó muy rápidamente ya que varios elementos de la policía bonaerense, que se encontraban muy cerca del lugar efectuando un operativo de control de tránsito, detectaron la maniobra y, a poco de comenzar el intercambio de disparos entre los atacantes y los soldados del cuartel, quedó en evidencia la realidad.
El grupo incursor estaba conformado por miembros del Movimiento Todos por la Patria (MTP), una agrupación nacida tres años antes e integrada en su mayoría por ex guerrilleros del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) y liderada, en ese entonces desde su refugio en Nicaragua, por uno de sus jefes históricos, Enrique Gorriarán Merlo. El MTP había sumado también a sus filas a abogados defensores de presos políticos, como Manuel Gaggero, o miembros de organismos de derechos humanos, como Jorge Baños, finalmente uno de los atacantes muertos en esa aventura, y a sacerdotes y ex sacerdotes considerados “rebeldes” por la Iglesia, como el fraile Antonio Puigjané y Rubén Dri. Incluso contó con la activa participación de Pablo Díaz, el único sobreviviente de “la noche de los lápices”, quien recorría el país reclutando jóvenes para el movimiento llevando bajo el brazo la película homónima y dando charlas “concientizadoras”. Posteriormente, al optar el MTP por el retorno a la lucha armada –nostalgias de los ’70 como está ocurriendo ahora- hubo una escisión y se alejaron de la agrupación Gaggero, Dri y Díaz, entre otros. Quedó así resuelto por la conducción “combativa” –conformada por Gorriarán Merlo, Jorge Baños, Antonio Puigjané, el periodista Carlos Burgos y los ex guerrilleros Francisco Provenzano y Carlos Samojedny- el plan de lucha armada que iba a tomar cuerpo, trágicamente, aquel 23 de enero de 1989. El resto es historia conocida, si bien ahora olvidada: los combatientes del MTP llegaron mayoritariamente del Gran Buenos Aires, principalmente de la zona Sur, desde Salta y Jujuy, Tucumán y otros puntos del país. Y casi todos, exceptuando los que lograron huir y refugiarse en Brasil o que hoy figuran como “desaparecidos”, cayeron en La Tablada, entre ellos Claudia Lareu, la esposa de Provenzano, muerta al igual que éste y dejando huérfana una hija que entonces contaba con cinco años de edad.
Los sonidos del silencio
Así como fracasó, con un luctuoso saldo de por medio, la operación armada del MTP, paralelamente lo hizo la operación política montada por los cómplices de la agrupación. Estos no eran otros que el propio Raúl Alfonsín y su entorno más cercano, en el que descollaba el “monje negro” del gobierno, Enrique “Coti” Nosiglia, amigo íntimo de Francisco Provenzano, en la casa de cuya familia paterna llegó a funcionar un comité radical de la línea de la recordada “Coordinadora”, que fuera inmediatamente levantado tras el ataque al cuartel de La Tablada.
Lo cierto es que al menos desde dos años antes de este ataque la conducción del MTP venía manteniendo estrechos contactos con miembros del entorno alfonsinista. Todo ello, sumado a muchos detalles de la actividad previa del MTP, incluyendo la relación con la guerrilla de El Salvador, con el gobierno sandinista de Nicaragua –que hizo aportes financeros a la agrupación- y otros datos no menos importantes, quedó reflejado en un amplio informe filtrado de la SIDE y reproducido en varias páginas tres días después del ataque a La Tablada, en la edición del 26 de enero de 1989 del diario “Ambito Financiero”. Algo que generó no poca sorpresa y a la vez gran disgusto en el gobierno de Alfonsín. Quedaba expuesta la vinculación del mismo con los terroristas del MTP. ¿Con qué objetivo?. Aún hoy es una incógnita que debería develarse si no hubieran primado intereses que desembocaron en un llamativo pacto de silencio. ¿Necesitaba el gobierno de Alfonsín un fuerte golpe de efecto para reforzarse en momentos en que comenzaba a hacer agua por todas partes?. ¿Quería el entonces presidente gobernar por decreto?. Se recuerda que pocos años antes, en 1985, había inventado una supuesta “conspiración” para “desestabilizarlo”, encarcelando y persiguiendo a diversos políticos y periodistas opositores y decretando el estado de sitio. Algo que poco después quedó evidenciado como uno de los mayores papelones de esa administración.
El caso es que, a 25 años de ocurrido, la investigación del ataque al cuartel de La Tablada sigue permaneciendo en la oscuridad. Como todos sabemos, la corporación política es una de las más cohesionadas, y esa cohesión es mantenida al margen de que los dirigentes se encuentren ideológicamente en las antípodas o en la superficie sean enemigos acérrimos. Por lo tanto, esa corporación optó por tapar toda la suciedad que podía desprenderse de aquellos hechos. Que era mucha, sin duda alguna. Las investigaciones quedaron circunscriptas a los acontecimientos sucedidos en el interior del Regimiento 3, cuando debieron haber avanzado fuera de él, preocupándose por establecer fehacientemente quiénes estaban detrás de la operación además del grupo terrorista, y obviamente exponer los contactos políticos del MTP; cómo se obtuvo el armamento empleado y por qué vías llegó, ya que no todas eran “armas desenterradas de la guerrilla del ‘70” como se dijo –al parecer muy bien conservadas después de veinte años- ni “escopetas compradas en armerías” como también se declaró; quiénes financiaron el ataque; qué participación tuvieron gobiernos y movimientos de países centroamericanos; con qué objeto el MTP adquirió un campo en el partido de San Vicente, para lo cual retiró el dinero de la embajada de Nicaragua; y muchas otras cosas que jamás se ventilaron.
Hoy se da la incongruencia de que el ex presidente Raúl Alfonsín es llamado a declarar en la payasesca causa inventada contra María Estela Martínez de Perón por el tema de la Triple A, otra cortina de humo de la actual administración pingüinera para distraer de otras cuestiones en las que también, como Alfonsín en su momento, está haciendo agua: desaparición de Julio López; surrealista “secuestro” de Luis Gerez; fuga incontenible de precios; paradero nunca aclarado de los fondos de Santa Cruz; tema de las valijas narcóticas de Southern Winds y otros múltiples casos de narcotráfico; negociados varios a través de uno de sus esbirros, Julio DVD; y varios etcéteras más.
En realidad lo que tendría más fundamento es que Alfonsín fuera llamado a declarar por los acontecimentos de La Tablada, al igual que varios de sus laderos durante su gobierno. Pero por supuesto ello no habrá de ocurrir en tanto la corporación política anteponga sus esfuerzos por tapar toda mugre que provenga de sus entrañas.
Mientras tanto, respecto del tema de La Tablada, todo está como era entonces. Silencio y olvido absoluto.
Carlos Machado
Excelente reflexión, Carlos. Sorprende como los políticos, la justicia y los pediodistas hicieron "desaparecer" al ataque terrorista de La Tablada de la realidad nacional.
Por favor no dejen a fuera al periodista Alfredo Leuco. Porqué no lo nombran si participó?. Pactos?.
Les recuerdo que Alfonsín está muerto y no puede ir a declarar.
SI NAL NO RECUERDO GORRIARAN MERLO TUVO COMO VENTAJA UNA LEY DE AMNISTIA GENERAL TAMBIEN LA TUVIERON LOS MILITARES DE LAS MAL LLAMADA DICTADURA MILITAR, PERO A ESTOS ULTIMOS SE LOS JUZGO YA QUE LA LEY DE AMNISTIA FUE DEROGADA. PERO NO FUE DEROGADA EN LO CONCERNIENTE A LOS APATRIDAS QUE ASOLARON EL PAIS SERA CASUALIDAD O CAUSALIDAD QUE ESTE DESGOBIERNO SOLO SE OCUPE DE LOS MILITARES Y DEJE LIBRE A LOS TERRORISTAS LOS MONTOS DE AQUEL ENTOCNES ENQUISTADOS EN EL PODER KAKISTA ESTAMOS EN EL HORNO