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“Con libertad no ofendo ni temo”: el Uruguay del presidente Luis Lacalle Pou

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El espejo de la Argentina que no fue
El espejo de la Argentina que no fue

La célebre frase la repetía con orgullo hace unos 200 años el prócer uruguayo José Gervasio Artigas, y es justamente la guía que sigue el nuevo presidente del país, Luis Lacalle Pou cuya divisa en estos difíciles tiempos del corona virus es la misma, actualizada en “Libertad y Responsabilidad”. Este pensamiento ha llevado a que su gobierno de coalición multicolor de partidos democráticos, sea un ejemplo a seguir en el continente por sus excelentes resultados en la lucha contra la pandemia china.

 

“No estaba y no estoy dispuesto a obligar a los uruguayos a confinarse e ir rumbo a un Estado policíaco“, declara enfáticamente el nuevo presidente, continuando que “el uruguayo tiene una visión genética en la libertad” y que “en momentos difíciles sale adelante con ese valor y lo defiende” y por eso él no considera que se pueda meter preso a quienes nada tienen y buscan ganarse el peso para poder comer.

Aproximadamente el 90% de los uruguayos acató sus medidas sanitarias, y las estadísticas así lo reflejan. El 77,8% de la población de su país aprueba su actuación en cuanto a la pandemia. Uruguay cuenta en estas semanas con sólo 952 casos de coronavirus con 28 muertes registradas. Mientras que Latinoamérica se está transformando en el nuevo epicentro mundial de la pandemia, Uruguay ocupa el puesto nr. 1 entre los países con menos casos de coronavirus en nuestro continente, teniendo en cuenta además que los pocos casos que tiene son importados de las caóticas situaciones que viven sus grandes vecinos Brasil y Argentina que no saben ya cómo enfrentar el coronavirus. El excelente manejo de la pandemia por parte del gobierno de Lacalle Pou ha recibido la distinción de la Comunidad Europea al ser elegido como único país latinoamericano entre los catorce designados en todo el mundo como países “seguros” que a partir de este mes podrán entrar libremente al continente europeo. Un gran reconocimiento a la política sanitaria del nuevo gobierno uruguayo.

Se destaca también mundialmente la creación por parte de Lacalle Pou de un “Fondo Coronavirus” que ayudará a solventar los gastos extraordinarios de la pandemia, formado por el recorte obligatorio de un 20% de los sueldos de todos los funcionarios públicos del país que ganen más de 1900 US dólares por mes. La ley fue aprobada por unanimidad por parte del Parlamento, y se ha podido recaudar hasta el momento unos 12 millones de dólares. El venenoso comentario de un importante líder sindical de la extrema izquierda que co-gobernaba en el gobierno anterior frenteamplista es sintomático del buen alcance de esta medida: “Fue muy inteligente lo que hizo este hijo de p...”

Apenas 12 días de haber asumido la presidencia del país, Lacalle Pou recibe la noticia de los primeros 4 casos de COVID-19, y junto a su gabinete y a las autoridades sanitarias, y a los científicos con que cuenta el país, y con el peso de la responsabilidad asumida, se enfrentó a la crítica inicial de algunos sectores que pedían un confinamiento total y tomó la decisión que resultó exitosa. Buscó sintonizar las tres perillas claves del éxito: la sanitaria, la social y la económica. Hoy en día es bien consciente que la batalla no está ganada y le preocupan los rebrotes de otros países. Pero cuenta con el respaldo de su pueblo a pesar de que hay unos 200.000 trabajadores en paro y una caída de alrededor del 3% del PBI este año, que para estas circunstancias es leve, comparado con el pronóstico del FMI que provee para América Latina un promedio del 9,4 %.

El corajudo presidente de los uruguayos, con sus sólo 46 años, cuenta hoy en día con una aprobación del 64% de la población. Tan sólo un 18% lo desaprueba. Ha interpretado el papel de presidente en forma novedosa, en contraste con sus anquilosados predecesores, un verdadero geriático político. Lacalle Pou es casi omnipresente, motivando a sus ciudadanos, ocupándose personalmente de cada uno de los problemas que enfrenta el país. En sus numerosas conferencias de prensa no deja de responder preguntas difíciles que se le hacen. Y todo esto no a expensas del protagonismo de sus ministros. Además el joven presidente encontró un país que durante 15 años fue manejado por un mismo partido de extrema izquierda, el Frente Amplio, que en política exterior no ocultó sus simpatías y apoyo al eje Castro-Chavista. Las condiciones internas del país eran todo menos de color rosa. Se hizo cargo de un país con un déficit presupuestal anual del 5%, una deuda pública del 70%, un desempleo del 10% y una tasa de inflación con la misma cifra. El índice de criminalidad había aumentado dramáticamente y la economía se había estancado. Y a todo esto se le suma el drama del coronavirus para hacerle su gestión aún más difícil.

Lacalle Pou se apoya en una coalición, llamada multicolor que agrupa a su propio partido, el Partido Blanco o Partido Nacional, al Partido Colorado, al Partido Independiente y al Partido Cabildo Abierto, fundado en el 2019, socio algo incierto, con un discurso de mano dura. Nada fácil la tarea de coordinación. Una de las primeras crisis que tuvo que enfrentar se produjo al tener que pedirle la renuncia a su flamante ministro de Relaciones Exteriores, Ernesto Talvi, del Partido Colorado, un renombrado economista, con mucho ego, que tomaba decisiones propias sin consultar al gobierno y que se negó a declarar al gobierno venezolano de Maduro como una dictadura. Su sucesor, el diplomático de carrera Francisco Bustillo, en una de sus primeras declaraciones expresó claramente que comparte absolutamente la opinión del primer mandatario que Venezuela es simplemente una cruel dictadura.

Lacalle Pou se propone con una serie de medidas políticas innovadoras y de largo alcance modernizar al país a corto plazo. Una de ellas es justamente la que se acaba de aprobar, la llamada Ley de Urgente Consideración (LUC) , con la que le dice adiós al anquilosado Estado socialista uruguayo. Con ella marca el inicio de profundas reformas estructurales planteadas durante la campaña electoral. Se prevén reformas en el ámbito de la seguridad pública, con el endurecimiento del código penal, una reducción sustancial del aparato estatal, cambios en el funcionamiento de las empresas públicas, más la derogación de unas 60 leyes aprobadas por el Frente Amplio durante sus 15 años de gobierno, incluyendo varias leyes relativas al ámbito del sector educativo. Ahora lo importante es que se puedan aplicar rápidamente estas reformas con una oposición sindical de extrema izquierda acostumbrada a co-gobernar en los últimos 15 años, y que tratará de torpedear los proyectos futuros de la nueva administración.

La exitosa batalla contra el coronavirus no distrajo al Presidente de encaminar proyectos importantes para el futuro del país. Uno de ellos es buscar de atraer en los próximos cinco años de su gobierno a unos 50.000 extranjeros con un énfasis en aquéllos que puedan aportar capital y know how al país, y no solo de países vecinos en crisis sino también de Europa. “Familias inversoras” que se radiquen en el país. Para ello se piensa aprobar una serie de leyes que faciliten la residencia reduciendo significativamente el capital requerido a invertirse en el país de 1,7 millones de dólares a 500.000. Además Uruguay ofrecería a estos potenciales inversores lo que se llamaría “vacación fiscal” por cinco años, lo que significaría la exención de todo tipo de impuestos por ese período. Estas medidas económicas ayudarían enormemente al desarrollo del país para la difícil época post pandemia. Lacalle Pou se esfuerza por ubicar al Uruguay como una isla de tranquilidad y prosperidad en el continente.

El hecho de que el país se encuentre a la cabeza del ranking latinoamericano de países con una Justicia realmente independiente y sólida ayuda mucho a sus proyectos futuros, y no olvidemos que el Uruguay, de acuerdo a la empresa consultora Control Risks, es el país en Latinoamérica que lidera exitosamente la lucha contra la corrupción. En esta lista, Venezuela ocupa el último lugar.

Si la reforma profunda uruguaya promovida por el joven presidente Lacalle Pou tiene éxito, indudablemente podría tener un impacto muy beneficioso para los países del resto del continente y encaminarlos hacia una nueva corriente política, ideológica que saque a la región de tanta pobreza, subdesarrollo, corrupción y gobiernos totalitarios, y haga imposibles los sistemas Castro-Chavistas en Latinoamérica. Si a Lacalle Pou le va bien, como esperamos y deseamos, y la tradicional “garra charrúa” se impone en el país, le va a ir bien no sólo al Uruguay sino a toda la región.


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2 comentarios Dejá tu comentario

  1. Una exelente nota donde nos describe al hombre que es presidente de un pais serio y con praticamenta nada de corrupcion y dodnde el poder judicial uruguayo se muestra verdaderamente independiente del poder politico,logro el apoyo de todos los uruguayos e incluso de sus opositores por el manejo inteligente como manejo esta pandemia y de un pueblo que respeto lo que pidieron sin nescesidad de aislarse,un ejemplo. Muchos de los pseudos politicos argentinos deberian mirarse en ese espejo,dicen lo que despues niegan o por que los sacan de contexto,son una oposision ferrea hasta que se vuelven oficialistas y por falta de idoneidad no pueden resolver los problemas no encuentran otra mediocridad que culpar a quienes fueron sus predecesores,En argentina la division de poderes es una utopia, mientras no haya independencia de poderes argentina no volvera a ser la Nacion que fue

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