Probablemente el presidente Alberto Fernández quede en la historia como el presidente más cínico que tuvo el país. Confieso que iba a escribir “que tuvo la República”, pero ya estoy muy consciente que la Argentina ha dejado de serlo hace rato.
Seguramente muchos de ustedes habrán visto un video que se hizo viral de cuando el actual presidente era un opositor al gobierno de Cristina Fernández, justo luego de que la ex presidente regresara de una visita a Harvard.
Allí junto a nuestro colega Joaquín Morales Solá, Fernández asegura que “Estamos viviendo una etapa de creciente intervención en las libertades… Yo no sé cómo lo llama la presidente pero si yo quiero comprar dólares, hoy no puedo y estoy sometido a una autorización de un sistema informático que me tiene que dar la AFIP…
¿Cómo llama la presidente a esta intervención por la que yo estoy obligado a poner mi dinero, mis ahorros, en un plazo fijo que me va a dar como mínimo 10 puntos menos que la inflación? ¿Cómo se llama eso si no es un mecanismo de intervención a mi libertad? ¿Cómo se llama el mecanismo por el cual yo estoy privado de ahorrar en dólares?
La presidente dijo que en la Argentina no hay inflación; que la inflación es del 10%… Mire, presidente, si esto es cierto declaremos a la Argentina ‘el país solidario por excelencia’ porque nuestros empresarios dan 15 puntos más de aumento de salarios por encima de la inflación declarada… La verdad, presidente, que eso es tomarnos de estúpidos a todos… Presidente, explíqueme porque sube el gasto público un 30% y la emisión monetaria un 38% si no es porque hay inflación… Explíqueme por qué usted ve aumentar la recaudación cerca de un 30% si no es porque hay inflación… La sensación que uno tiene es que estamos con una presidente que no percibe o niega lo que efectivamente pasa… Yo no sé dónde estaba la presidente cuando pasaba todo esto y cómo ahora puede decir las cosas que dice… Llega un momento que la gente dice ‘me están tomando el pelo, no me están hablando en serio, no me pueden estar hablando en serio… No pueden ser serios los argumentos que da la presidente…’
Mire presidente: en estos términos vamos a ir de mal en peor. No sé si se lo dicen sus ministros. Pero déjeme decírselo a mí: vamos a ir de mal en peor… Y si la presidente está buscando a alguien que se ponga enfrente de esas miles de personas que salieron a la calle, que estaban indignados porque hay una inflación que nadie atiende, porque hay un problema de inseguridad que se niega, porque hay un control de cambios indudable [será porque] no se da cuenta de lo que está pasando… O quizás, si se da cuenta, yo le diría que esta mecánica de negar la realidad, es una pésima mecánica para gobernar… Soy de los que piensa que la política es el arte de administrar la realidad. Si uno está administrando una cosa que no es la realidad, en política no dura”.
Estas declaraciones son de octubre de 2012. Un año después de que la “abogada exitosa” hubiera obtenido el 54% de los votos. Hoy ocho años después colocan al presidente frente a un cuadro difícil de sostener.
Esos mismos “miles” que volvieron a salir a la calle el lunes pasado, ahora son para Fernández “gente que grita” y que, por lo tanto, no tiene razón. Cuando, en realidad, ha sido el peronismo desde que nació, una especie de encarnación del grito, de la prepotencia, de la patota, de la interrupción de adversario por el simple expediente de gritarle (justamente) encima, de llevarse todo por delante por esa forma tácita del grito que es imponer un número por encima del funcionamiento de las instituciones y del respeto de los derechos y las garantías constitucionales.
En 2012 el hoy presidente se quejaba por la falta de libertades. Son las mismas quejas –profundizadas- que existen hoy en medio de las preocupaciones alarmantes de medio país que ve cómo un modelo dictatorial de estilo bolivariano avanza en la Argentina. Allí, el hoy presidente también ponía el grito en el cielo porque su autonomía para comprar dólares estaba seriamente restringida. ¿Qué dirá hoy, donde está en serio riesgo incluso el “permiso” para comprar unos miserables U$S 200 mensuales?
Y respecto de la negación de la realidad, ¿qué dirá el presidente? Alguien que pretende venderle a una población incauta, proyectos de reforma de la justicia que esconden un plan de impunidad y venganza de la que ahora es su patrona.
¿Cuáles habrán sido los términos del pacto secreto de los dos Fernández? No hay dudas de que deben haber sido muy suculentos para que tuvieran la fuerza de dar vuelta como una media afirmaciones tan tajantes como las que acabamos de transcribir.
El cinismo y la falta de dignidad deben ser de las peores caracterizaciones de un ser humano. Estar dispuesto a rebajarse a cumplir el rol que el presidente está cumpliendo hoy a cambio de quién sabe qué, por supuesto que ofende el ánimo de las personas de bien que intuyen algo muy turbio.
El presidente ha perdido toda su credibilidad. Entre las personas que pueden salvar aún a este país no guarda un solo gramo de confianza. Si alguna vez lo tuvo, lo perdió tristemente. Vendió su honra -si es que alguna vez la tuvo- a cambio de algo que presumiblemente nunca sabremos.
Lo que sí sabemos es que ese cambio rotundo, ese triple mortal en el aire, para decir hoy todo lo contrario de los que decía no hace mucho tiempo atrás, ha sido funcional a un regreso de lo peor de la Argentina. Un regreso a la división, al resentimiento, y al copamiento del Estado por un una banda que solo busca su beneficio personal y su impunidad, aún al precio de mandar todo esto a la mismísima mierda.