Las contradicciones en el gobierno de Axel Kicillof quedan patentemente demostradas en el trato dispensado hacia algunos distritos de la faraónica provincia de Buenos Aires en el marco del “Aislamiento” establecido por la pandemia de coronavirus. Mientras que por un lado su Jefe de Gabinete, Carlos Bianco, autoriza, por ejemplo, a localidades como Mar del Plata a mantener casi la totalidad de sus actividades abiertas pese al fuerte incremento de casos de coronavirus registrados en la ciudad, por el otro, Nicolás Kreplak, Viceministro de Salud bonaerense, manifiesta que de seguir aumentando los contagios, “tendremos que volver rápidamente a una fase 1”.
La mención a la ciudad costera no es caprichosa. El distrito gobernado por el ex juez federal Guillermo Montenegro es un fiel ejemplo de las consecuencias que produjo la temprana aplicación de la cuarentena, y la posterior tozudez de algunos dirigentes en demorar la apertura de comercios y de la gastronomía. Los bares y restaurantes permanecieron absurdamente cerrados entre el 16 de marzo y el 3 de julio, cuando Mar del Plata apenas totalizaba medio centenar de casos de la nueva enfermedad. Seguramente un sentimiento de culpa se apoderó de la dirigencia tanto local como bonaerense, quienes actuaron con un pánico estremecedor cuando comenzó la pandemia y llegaban informaciones truculentas desde Europa y EEUU mostrando un futuro probable para la Argentina. Y en momentos en que la ciudad pasó de 49 casos a 773 en apenas 30 días, no sólo se decide la apertura de la gastronomía sino también de los gimnasios y los natatorios. En buena hora, pero es evidente que esta decisión se debió haber tomado mucho antes.
El propio gobierno provincial terminó atrapado por el sistema de fases que estableció. En la número 3, se afirma, estarán todos los distritos “en donde se haya producido un brote o un aumento significativo y repentino de casos COVID”. La permanencia en esta fase se centrará en “la velocidad de transmisión, medida en términos de tiempo de duplicación, o la ocurrencia de casos autóctonos en donde se verifique que la cadena de transmisión se corresponde con un escenario de transmisión comunitaria”. Claramente Mar del Plata encuadraba allí, pero de suceder aquello, la economía local habría sufrido un golpe casi de knock out: las ventas minoristas cayeron un 37% en julio, la desocupación se estima que podrá llegar en los próximos meses a un 20%, y la pobreza alcanzaría el 40%. Un cocktail demasiado peligroso.
El distrito se encuentra en una situación bastante particular. De acuerdo a las normas epidemiológicas establecidas por la provincia debería hallarse en fase 3, pero tiene habilitadas actividades propias de la fase 5 como shoppings, gimnasios y natatorios, y formalmente está en fase 4. Tan confuso como llamativo: no habría que descartar que Mar del Plata termine siendo un “laboratorio de prueba” de la administración provincial.
La provincia de Mendoza funciona como un inmejorable modelo antagónico. Al verificar pocos casos, la gastronomía fue habilitada el 27 de mayo. Pero ante el aumento de contagios registrados en los últimos días, el gobernador mendocino, Rodolfo Suarez, acaba de decretar el cierre de los bares por 15 días. Ante esta decisión, resulta evidente que primó un criterio epidemiológico. En el caso marplatense, seguramente influyeron factores económicos y políticos. Y también de relato. Cuando había pocos casos y Mar del Plata era destacada como un modelo de la lucha contra el covid, una efímera sensación de triunfalismo se apoderó del Intendente Montenegro, atribuyéndose un éxito que no le pertenecía. Tal vez por ello, cuando los contagios superaron los 1000 en menos de 35 días, prefiere no ver como un fracaso propio la nueva situación. Claramente no lo es, como tampoco lo era aquel presunto éxito. Montenegro terminó siendo víctima de su propio relato.
Lo cierto es que Mar del Plata se encuentra en una zona de disputa entre dos posturas cada vez más nítidas en el seno del gobierno de la provincia de Buenos Aires. Por un lado, hay un sector más dialoguista representado por el Jefe de Gabinete Carlos Bianco. Por otro, nada menos que los máximos representantes de Salud en la ciudad de la administración de Axel Kicillof. La presunta discordancia quedó de manifiesto en la última semana durante una conferencia que brindaron el responsable de la Zona Sanitaria VIII, Gastón Vargas, y los directores de los hospitales Interzonal y Materno Infantil, Gustavo Galbán y Hugo Casarsa, quienes manifestaron públicamente su preocupación y alarma ante el incremento de la ocupación de camas en la ciudad, a la vez que dejaron vislumbrar que en Mar del Plata hay más casos de los que se reportan debido a un desfasaje con el SISA (Sistema Integrado de Sanidad). También manifestaron una estimación del 50% de casos sin nexo epidemiológico, y le advirtieron al gobierno comunal controles más estrictos ante la mayor circulación que exhibe la ciudad. Pese a ello, la ciudad fue ratificada en las últimas horas en fase 4, al menos por una semana más.
Tal vez la explicación haya que buscarla en la maltrecha economía. General Pueyrredón se ubica entre los distritos más perjudicados por el sistema de coparticipación provincial, ocupando el puesto 132 de 135 respecto a la cantidad de recursos que recibe. Es decir, que a la provincia, Mar del Plata le cuesta poco dinero. Y muy por el contrario, se encuentra entre los 10 partidos que más aportan al fisco bonaerense, representando todos ellos más del 23% del Producto Bruto provincial. Además, cabe consignar que la recaudación de la provincia cayó un 20% en junio medida en términos reales.
La Salud Pública
En el partido costero, cerca de un 20% de los contagios se dio entre personal de salud, mientras que a nivel nacional la incidencia es tres veces menor, cercano a un 7%, mientras que en la provincia, es de un 8,9%. Para los especialistas, está situación lejos está de ser casual: en la ciudad se registra una alta tasa de pluriempleo y una ineficiente provisión de insumos y equipos de protección personal por parte del Estado, tanto municipal como provincial. En línea con esto, en un informe que este medio ya citó, se denuncia “desmantelamiento y achicamiento de los equipos de trabajo, reducción de personal y cantidad de horas del mismo en áreas sensibles como Clínica Médica, Enfermería, Medicina General, y Pediatría”.
La Secretaría de Salud, al mando de la Lic. Viviana Bernabei, es objeto de críticas por parte de diversos sectores debido al ajuste practicado en el área, cuando a mediados de junio, emitió un memorándum donde afectó directamente las guardias pediátricas en los Centros de Atención Primaria de Salud (CAPS), al modificar el sistema de horas extras. En verdad, esta medida se tomó en el marco de la Resolución 810/2020, publicada el 12 de junio, donde el gobierno municipal decidió el recorte de horas extras como parte de un plan de ajuste ante la delicada situación financiera que atraviesan las arcas comunales, disponiendo un límite para cada secretaría.
El recorte practicado derivó, de acuerdo a los últimos datos relevados, que los Centros de Salud, pese al contexto actual de pandemia, combinado con la llegada del invierno y el aumento de casos de coronavirus en Mar del Plata, continúan cerrando sus puertas a las 14 hs, cuando antes lo hacían a las 18, salvo el correspondiente a “Las Américas”. A su vez, prescindieron de un médico y una ambulancia en el Centro Estación Chapadmalal, y eliminaron guardias de clínica médica de lunes a viernes de 7 a 19 hs. Antiguamente, había 5 centros de guardias donde se podía concurrir a toda hora y en todo momento, pero ahora sólo funciona de ese modo en el Centro 2. Uno de los Centros más afectados es el de Batán, que tampoco posee ambulancia ni guardia.
Pero la salud provincial también merece especial atención. El director del Hospital Interzonal, Gustavo Galbán, aseguró que la unidad de terapia intensiva del nosocomio, donde hay pacientes que no tienen Covid, posee una ocupación “de entre 95% y 97%”. “La situación es bastante preocupante y alarmante”, dijo, para agregar que “si hubiera un accidente múltiple hoy, la atención del hospital público sería dificultosa“.
El Hospital Interzonal General de Agudos “Dr. Oscar Alende” posee una enorme zona de influencia debido a la inexistencia de otros nosocomios similares en la región, lo que desnuda un gran déficit de las políticas públicas de Salud durante los últimos 30 años. A sus instalaciones concurren ciudadanos provenientes de 22 distritos, entre ellos, las localidades de Tandil, Necochea, Balcarce, Pinamar, Villa Gesell, Mar Chiquita. Es decir, un conglomerado de más de 1 millón y medio de personas. En un día normal, transitan la guardia no menos de 500 personas. Cuando se inauguró el H.I.G.A., Mar del Plata tenía 225.000 habitantes.
En las últimas horas, la Asociación Sindical de Profesionales de la Salud de la provincia de Buenos Aires emitió un comunicado, donde advierte sobre “graves falencias” en el mencionado Hospital, a la vez que denuncia “falta de recurso humano en nuestra institución, y de ropa y equipos de protección. Absolutamente necesarios”. Así mismo, asegura que “ante las falencias que presenta la infraestructura, lo cual es de absoluta urgencia tomar las medidas necesarias para evitar el hacinamiento, y mejorar las condiciones laborales, que maximizan los riesgos”.
Cabe recordar que el 17 de febrero de 2014, el ex gobernador y actual Embajador en Brasil, Daniel Scioli, anunció la inversión de $100 millones para el Hospital Interzonal. Sin embargo, un año y medio después, este medio pudo constatar que en el establecimiento eran visibles serias deficiencias en las obras de desague, en los pisos, en los sistemas de calefacción, y en su fachada. A su vez, presentaba una alarmante falta de camas, recurrente carencia de medicamentos e insumos, y lo que es peor, falta de médicos.
El último informe oficial sobre el estado de la Salud Pública data de 2017, llamado “Análisis de situación de Salud Argentina”. Aquel informe presentado durante el Gobierno de Mauricio Macri, que vale agregar había rebajado de categoría a Salud de Ministerio al rango de Secretaría, especificaba que para Terapia Intensiva hay en la Argentina poco menos de 8.500 camas, de las cuales 2.500 pertenecen al sector público. El 74% de dichas camas se encuentran en la Región Central: CABA, Provincia de Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe y Entre Ríos. Así mismo, el estudio elaborado por el ex Secretario del área, Adolfo Rubinstein, y por la ex Ministro de Desarrollo Social, Carolina Stanley, aseguraba que había en el país 25.751 establecimientos de salud, entre públicos y privados, pero de los cuales una gran mayoría de ellos, el 56%, no poseía internación. Sólo el 9% tiene internación general.
De los casi 25.800 centros de salud, aproximadamente 10.000 pertenecen al sector público. En un informe publicado por el diario “El País” de España en junio de 2018, se afirmaba que “el 80% de esos establecimientos se construyeron en la década del 50, pensados para un conglomerado de 2 millones de personas”, agregando que “hoy hay una sobredemanda porque 15 millones de personas necesitan acceder al Sistema de Salud Pública”. Además, el trabajo reveló que el 57% de los trabajadores de salud lo hacen en el sector privado.
Por su parte, en la Provincia de Buenos Aires, la más grande y poblada del país, hay aproximadamente 6.700 establecimientos de salud, de los cuales casi 2.500 pertenecen al ámbito púbico. La gran mayoría de estos últimos, más de 2.300, son administrados por los Municipios, pero con una inevitable asistencia del Estado provincial, ya que en la inmensa mayoría de las comunas, la recaudación propia apenas alcanza para pagar los sueldos.
General Pueyrredón, cuya cabecera es Mar del Plata, representa el tercer distrito electoral en importancia detrás de La Matanza y La Plata. Además, es la ciudad más grande del interior de la provincia, una región históricamente esquiva al peronismo. Sin embargo, no posee un hospital propio. Por lo que cuenta con 32 Centros Atención Primaria de Salud, comúnmente llamadas Salitas, un Centro de Diagnóstico (CEMA), 10 centros privados y 2 hospitales, el Materno Infantil y el mencionado Interzonal, con un total de aproximadamente 1.700 camas entre todos ellos, incluyendo 200 destinadas a Salud Mental. El sector privado cuenta con más de la mitad de ellas, 870 para ser más precisos, mientras que el H.I.G.A. posee exactamente 330 camas.
La cuenta es muy sencilla: tomando una población de 700.000 habitantes, bastante menor a la que se estima que tiene la ciudad, y descontando las 200 camas destinadas a psiquiatría, Mar del Plata sólo tiene 2 camas por cada 1000 habitantes. Esta cifra representa menos de la mitad del promedio nacional, y está muy por debajo de lo que recomienda la OMS: de 8 a 10 camas por cada 1000 personas. Será por eso que la ciudad fue una de las elegidas para instalar uno de los 12 hospitales modulares que se hicieron debido a la pandemia.
El hospital modular se levantó dentro del predio del Hospital Interzonal General de Agudos (HIGA). La nueva unidad cuenta con 24 camas comunes y 12 de terapia intensiva, y está conectado a la Unidad de Pronta Atención (UPA) que funciona en el lugar. Pero según pudo constatar este medio, no tiene médicos ni enfermeros propios, debiendo recurrir al personal afectado al edificio central, que todos los inviernos se halla al borde del colapso. Para peor, de acuerdo a lo que trascendió, hay cerca de 80 trabajadores aislados por la pandemia.
La otra controversia existente en Mar del Plata es la referida a la tasa de contagios sin nexo epidemiológico, que determina nada menos si una zona tiene o no transmisión comunitaria. Mientras que el propio Intendente asegura que se registra sólo el 13% de casos indeterminados, algo absolutamente incomprobable, la provincia menciona un 50%. Lo cierto es que de los dos últimos dos partes, que confirmaron un total de 110 casos, en 39 de ellos no se logró determinar el origen del contagio, lo que representa un 35%.
Así mismo, la información de los partes municipales respecto a los casos diarios de covid poco ayudan para llevar tranquilidad a la población. A pesar de que el propio Municipio había destacado que las explicaciones iban a ser más exhaustivas, con el fin de que “el equipo de epidemiología pueda contar con más horas para realizar la investigación y así brindar información más precisa”, brillan por su ausencia datos tan relevantes como la franja etaria de los contagios y los fallecidos, el tiempo de duplicación de casos, y la cantidad tanto de hisopados realizados como de personas que esperan el resultado.
Lo mismo ocurre con los controles. Apenas sube un poco la temperatura, basta con recorres algunos espacios verdes de la ciudad para corroborar la presencia de numerosos grupos de personas, jóvenes y no tan jóvenes, sentados en grupo en el césped compartiendo el mate, sin barbijo ni distanciamiento. También los juegos de las plazas se ven atestadas de chicos, y hasta hay picadas de motos en la avenida costera. La policía ni siquiera aparece por allí. Del pánico inicial que envolvió a la dirigencia se pasó a un riesgoso ninguneo ante determinadas situaciones.
En verdad, lo que viene a demostrar esto es que ya no habría consenso para retroceder. Y que las demandas económicas ya han superado ampliamente la preocupación sanitaria. La política, como siempre, se mueve al ritmo del humor social.
Parece que quieren que olvidemos que Alberto pudo cerrar las fronteras a fin de enero y que no lo hizo hasta fin de marzo. Es más, desde el anuncio de la pandemia dejaron viajar y repatriar unas cien mil personas. La cuarentena se aplicó dos meses tarde, y se aplicó mal siempre. Todos los estudios con simulaciones confirmaron que cualquier cuarentena con mas del 5 por ciento de excepciones no sirve para nada. Por eso ahora quieren confundir las cosas. Este gobierno fue inrpto y negligente precisamente en lo que declama como su mayor acierto. En todo lo demás es mucho más inepto.
La gente abandonó el barbijo y jo hay nadie que lo exija! No se guarda distanciamiento social. A nadie le importa nada!