La muerte de Nora Dalmasso - y frente al riesgo de hartar con este tema tan manoseado y repugnante por el accionar de los sectores interesados en ocultar la verdad – ha llegado a un punto en que todo se reduce a lo siguiente: no se puede aceptar lo que nos tratan de imponer, y sí tenemos el derecho a ignorar la mentira. Tal es la situación que encuentro en los últimos tramos de esta absurda investigación en la que se nos pretende, como lo hacía Mandrake, que aceptemos lo que realmente no es. Queridos amigos, cuanto más estudio y analizo este caso, más me convenzo de que la gente ya no está para tragarse sapos y culebras. El pueblo por sí llegará a la conclusión de que, con absoluta malicia, grupos allegados al gobierno provincial y al propio Marcelo Macarrón, de quien es hombre de confianza del gobernador Juan Manuel de la Sota, coadyuvaron al ocultamiento de la verdad, a la obstrucción de la justicia, a la destrucción y pérdida de evidencia y a falsear acusaciones para poner tras las rejas a Gastón Zárate. Los letrados de la defensa se encargarán de rebatir que todo es circunstancial y que no existen evidencias para meter preso a nadie inocente. Todo estuvo burdamente orquestado para desviar la mirada del blanco principal... y apuntar hacia un trabajador, honesto y sin antecedentes penales. Es que el albañil-pintor no es “gente como uno, sabe” y hace rato que le habían echado el ojo para enjaretarle la culpa. El entorno de Gastón fue muy bien investigado, en especial el amigo que lo denunció, apto para el apriete policial por tratarse de un joven “con una personalidad disminuida por una afección psicológica y psiquiátrica de cuando era chico”. ¡No!, si se la sabían todas los leguleyos mediterráneos.
Es hora de hacer justicia y dejarse de joder
En este punto se impone hacerles saber algo sobre el pulpo, que utilizaré como metáfora, porque parafrasearé algunos conceptos del brillante letrado.
Cuando el pulpo es molestado por un presunto enemigo y se ve en peligro, emite un líquido negro como la tinta china, y todo su entorno se vuelve oscuro. En la confusión que provoca, escapa con rapidez. Desde el inicio de este drama, el señor Macarrón, sus amigos y sus abogados han emitido un fluido negro para empañar la investigación policial y judicial. Ya lo habían puesto en práctica con los técnicos y forenses.
Al término de la payaseca reconstrucción del crimen, el vocero de los letrados de Macarrón afirmó que el evento había permitido descontaminar la escena del crimen (un poco tarde: más de sesenta días de demora). Lo dijo como si descontaminar hubiera sido inyectar a un enfermo un antibiótico para sanarlo. Una escena de crimen contaminada, jamás, entiéndase bien, jamás puede ser descontaminada como se pretendió y asignarle a tamaña barbaridad una enorme relevancia. Sucede que toda la evidencia que no fue debidamente procesada el día del asesinato se perdió inexorablemente. Nuevamente la tinta del pulpo se hizo presente para oscurecer la verdad.
También afirmó que con esta reconstrucción se logró determinar que el lugar donde murió Nora no ordenado, como se había afirmado en un principio, sino completamente desarreglado, revuelto. Para este periodista – el orden – era un dato importante que establecía de manera evidente que no hubo forcejeos, corridas ni agresiones. El abogado omitió mostrar a la prensa fotografías tomadas por los técnicos de la policía científica que mostraban todo lo contrario. Más fluido negro del cefalópodo para escapar de la verdad y acrecentar la falacia. Recordar en el informe forense (parece que desechado) se sostenía que: "Según el resultado de la autopsia, la violación no se descarta pero es considerada como poco probable, entre otros factores, por el misterioso orden que existía en el escenario del crimen”. Así salió publicado. Continuemos.
Por fin, y gracias a la eficiencia del acto reconstructivo – según los querellantes - , se había logrado demostrar que el asesino ingresó por el piso superior, al que llegó trepándose por una enredadera e ingresando a la casa través de una ventana. Y que había elegido el mismo camino para salir del lugar. Cuando se fue, ¿por qué no lo hizo por la puerta o por alguna ventana de la planta baja, que era menos peligroso para escapar del lugar? Es una simple pregunta que los periodistas no pudieron o no supieron hacerle al vocero legal. Más tinta, más oscuridad para ocultar lo que realmente ocurrió.
Analicemos con mayor atención este punto, al que considero clave. Se dice que aquella noche había llovido persistentemente. Todo estaba mojado, enlodado, encharcado. Incluso las plantas, la enredadera y su peligroso y frágil sostén de madera chorreaban agua. Por lo tanto, el asesino llegó hasta la casa completamente empapado, y acumuló aún más agua de lluvia en su acto acrobático de trepar por la enredadera. Sin embargo, no quedaron evidencias de rastros de pisadas, ni de agua en la habitación. Los informes de las pericias técnicas no mencionan que hayan encontrado muestras de barro en el piso, cortinas sucias o huellas en el alfeizar. Entonces, ¿cómo se logró deducir que el criminal había ingresado a la casona de manera acrobática y resbaladiza sin dejar pista alguna? El criminal accedió a la vivienda porque Nora le abrió la puerta. Lo conocía. Eran cerca de las tres de la madrugada y su cometido era matarla… Existe una tesis que veremos más tarde. Seguramente que a causa de de tantas huevadas, el abogado de la querella omitió confirmar quien había tapado el cadáver de Norita, alterando y contaminando la escena del crimen, y obstruyendo el accionar de la policía científica. Desde un primer momento se supo que había sido el cura Jorge Felizzia (¿también habrá rezado un responso?). Él mismo lo confesó sin hesitar. Pero claro, la barbaridad cometida por el cura ya no importaba para la marcha de la investigación. ¡Qué va! Ya tenían puesto el ojo en su perejil. Solo había que ablandar al juez de la causa para que dispusiera la detención de Gastón Zárate, cosa que se logró sin mayores dilaciones.
Y fue aquí que el octópodo expulsó toda la tinta contenida en su vejiga. Cubrió la figura del criminal y dibujó la imagen del joven Gastón, a quien se le imputó “abuso sexual, homicidio y hurto agravado”, aunque sin pruebas que le acrediten ninguno de los tres cargos. Y menudo despelote se armó con la gente de Río Cuarto, el pueblo sano que juega al truco y no los bienudos que se dedican al golf. Ese pueblo que vive en la ciudad, y no en un country vigilado, se volcó a las calles para reclamar por Justicia para Gastón.
Toda esto parece una conspiración muy bien orquestada. Y en realidad lo es. Tiene sustento en una información confidencial – o no tanto – que se le hizo llegar a este periodista.
Como todo el mundo se está manejando con versiones, y la justicia hasta tiene el tupé meter entre rejas a la gente a pedido de la parte que se considera querellante (por ahora), trataré de manejar con tacto los datos que se me brindaron, y que en cierta manera tienen algo de sustento en la insólita y nunca bien aclarada renuncia del Dr. Rafael Magnasco, asesor letrado del Ministerio de Seguridad de la provincia. Lo hizo a poco conocerse la muerte de Nora Dalmasso y que corrieran rumores sobre una presunta amistad con la occisa.
Parece ser que don Macarrón no sólo es amigo entrañable de De la Sota, sino que el gobernador lo tiene entre sus hombres como uno de su mayor confianza, encomendándole determinadas cosas a ojos cerrados. Y claro, al suceder lo que sucedió, una suerte de tsunami conmovió a la provincia mediterránea toda, especialmente en las altas esferas del gobierno. Algo había que hacer para evitar que nadie quedara pegado, aunque no tuviera que ver con el asunto.
De tal manera se conmocionó el sistema político que comenzaron a movilizarse todo tipo de influencias. Y los salvadores oficiosos tendieron sus redes para evitar la propagación del problema. La mujer de un amigo del gobernador había sido asesinada, ultrajada y robada… ¿Acaso no será que la quisieron callar por algo? Mi informante sostiene que el detonante - lo que sigue debo manejarlo con el mayor de los cuidados porque no quiero que me demanden por difamación - habría sido un reclamo específico que “Norita” hizo antes de morir. Uno de los investigadores, íntimo amigo y ex compañero de estudios de mi informante, le aseguró que hay mucha presión política para no avanzar demasiado y dirigir los pasos hacia otro lado. Ellos han cruzado llamadas telefonicas por un sofisticado hardware de última generación y saben de ciertas culpabilidades, pero están embretados. Incluso me decía que analizando los llamados - de los que se habló en su momento, pero que el sistema había arrojado los resultados esperados - podrían fácilmente determinar quien mato a “Norita”, pero no lo quieren hacer. La verdad sería tan devastadora como el Katrina sobre Nueva Orleáns…
Para el Intendente de Córdoba, Luis Juez, no cabe duda que la investigación, mal llevada y peor conducida, ha posibilitado tanta locura; han concurrido tanto las autoridades para que la locura tomara patrimonio de irracionalidad. En resumen, se pudo haber puesto todo en su justo lugar si la justicia hubiera actuado con mayor razonabilidad y autonomía, desechando con énfasis cualquier tipo de presión, viniera de donde viniera. “Lamentablemente - confesó el Intendente - todo lleva a pensar que esta causa será un nuevo caso García Belsunce; yo como cordobés espero que no”.
Ya lo decía Casiodoro: “La Justicia no conoce al padre ni a la madre, conoce a la verdad; no mira a la persona, imita a Dios”.
Final
Con el debido respeto, y esperando que mis notas hayan sido docentes más que informativas, y con la firme convicción de que no volveré más sobre este doloroso asunto, ruego que en el futuro los responsables de investigar un crimen obren - en todo el ámbito del territorio argentino - con inteligencia, sensatez y profesionalismo. Y no dejarse manejar. En la investigación que me ocupó y preocupó, las autoridades policiales - en especial la Justicia, por ser un poder independiente - a pesar de verse muy presionadas por el poder político, debieron obrar sin condicionamientos de ninguna naturaleza. En cambio fueron manipulados con un alto grado de estupidez. La cuestionada detención de Gastón Zárate así lo confirma. Sin embargo ha privado la sensatez en el juez Daniel Muñoz (menudo papelón le hicieron hacer) y Gastón fue liberado. Mucho tuvo que ver el perejilazo y la cordura.
Y pensando en los abogados de Macarrón, me vino a la memoria lo decía un profesor de la secundaria: “La inmadurez, madura; la ignorancia puede ser instruida, pero la estupidez logra durar para siempre”.
Juan Isidro González