Desde el oficialismo se vienen dando ciertas declaraciones y actuaciones que se contradicen con cuestiones que ellos mismos plantean o han planteado en el pasado.
La muestra más elocuente fue brindada por el presidente Alberto Fernández quien pidió “acostumbrarse a ahorrar en pesos”, aun cuando resulta ser una moneda hartamente devaluada y aún incluso cuando gran parte del Frente de Todos ha declarado ahorrar en la divisa norteamericana.
Quien está a la cabeza es ni más ni menos que Máximo Kirchner, líder de la bancada oficialista en la Cámara de Diputados y uno de los mayores referentes del Gobierno teniendo en cuenta que es, no sólo hijo de la vicepresidenta Cristina Fernández y del fallecido ex presidente Néstor Kirchner, sino además la cabeza de La Campora.
El propio jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, tuvo un fallido al mencionar que “tenemos que promover el ahorro en dólares”.
Pero no es algo que sorprenda, Alberto Fernández dijo que no estaba en sus planes endurecer el cepo. Poco más de una semana después, el ministro de Economía Martín Guzmán sostuvo que “cerrar más el cepo sería una medida para aguantar y no vinimos a aguantar la economía”.
Tres días después el presidente del Banco Central, Miguel Ángel Pesce anunciaba el endurecimiento del cepo.
En mayo, la diputada K Fernanda Vallejos proponía que el Gobierno se quede con parte del paquete accionario de las empresas a las cuales el Estado le brindara alguna ayuda para aguantar en tiempos de cuarentena estricta.
Alberto Fernández aseveró que la idea era una locura. Pocos días más tarde anunciaba la intención de intervenir la empresa Vicentin.
Lo cierto es que este tipo de cuestiones se vienen repitiendo de forma inusitada, y sólo para dar un ejemplo más, para exponer otro botón de muestra, se puede mencionar que a principios de julio Alberto tildó al jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, de “amigo”. Mención más falsa que el llanto de Mirta Tundis por los jubilados.
Sólo unos días después comenzó la batalla que prometía diferenciar radicalmente la provincia de Buenos Aires de la Ciudad. Algo que la vicepresidenta Cristina Fernández había iniciado en el primer momento del Gobierno del frente de Todos a fines de diciembre del 2019.
Lo cierto es que este tipo de cuestiones deja a la vista dos elementos que insisten en debilitar a un Gobierno que ya viene bastante sacudido.
En primer lugar, los tiempos políticos. Lo que importa es el hoy y el ahora, “mañana veremos” se puede imaginar manifestando a los integrantes del Gobierno.
En segundo lugar se asoma la falta de rumbo, la perdida de la brújula que viene sufriendo el oficialismo. No hay plan de ningún tipo, simplemente tratar de que el naufragio sea lo menos notorio posible.
De hecho ello quedó al descubierto con el presupuesto, el cual menciona que a fin de año habrá un 29% de inflación y un dólar oficial de 102,4 pesos. Ah no, pero las fake news son inventadas por los periodistas.
Pero hay más. Tan pero tan perdido está el Gobierno, y sobre todo el jefe de Estado, que llegó a tildar de “buenos” a quienes cumplen obsecuentemente las decisiones del Gobierno, deslizando tácitamente que aquellos que se estuvieron manifestando con pedidos totalmente atendibles son los “malos”.
También se puede mencionar la insistencia que tuvo el primer mandatario, sobre todo los primeros meses de cuarentena, al separar salud y economía. Parece que Alberto desconoce algo tan básico como la famosa “teoría del todo”.
El presidente, la cabeza del Gobierno que hoy maneja las riendas del país, está totalmente desorientado, casi al borde del colapso, y en su afán por tratar de avanzar hacia algún lado se manda macana tras macana. .”Catrasca” debe ser el apodo que algunos utilizan en sus hogares para referirse a Alberto.
Alberto, un humilde consejo, contrate a Ameri como asesor, ese si sabe concentrarse. O sino a Martín Guzmán ya que "la jefa" le bajó el pulgar, ese sabe sarasear como nadie.