El desalojo de Guernica es, tal vez, el fin de la inocencia para el camporismo progre al que, por primera vez, le dieron a manejar una provincia, encima la más grande de todas.
Las distintas variantes del progresismo K estuvieron meses jugando a la ambigüedad entre la responsabilidad de gobernar y la irresponsabilidad de cumplir y hacer cumplir las leyes. Ni siquera eran capaces de decir con todas las letras que usurpar es un delito.
Pero era cada vez más incómodo seguir diciendo las cosas cómodas que se pueden decir en la oposición. Seguir jugando al buenismo, a la redención de los pobres y cobrándoles impuestos a los estúpidos que trabajan, ahorran y pagan casas y terrenos.
Burguesitos bien comidos
Toda esa diletancia de burguesitos bien comidos terminó esta mañana con balas de goma y gases lacrimógenos. Y si no pasó a mayores fue gracias a que los pibes para la liberación hicieron mutis por el foro después de tanto tiempo calentando las cabezas de los usurpadores, pobres o no tan pobres. Y gracias a que los piqueteros de izquierda prefirieron apoyar de lejos. En autopistas, plazas o puentes que están bien lejos de Guernica.
El ejército de tirapiedras que destruyó la plaza frente al Congreso de la Nación cuando se reformaron las jubilaciones en la era Macri desapareció de los lugares que solía frecuentar.
¿Dónde están Duplá&Echarri?
Axel Kicillof perdió la inocencia. Ni María Eugenia Vidal se animó a los balazos de goma. ¡Lo que no hubieran dicho el Cels, Hebe de Bonafini, Duplá&Echarri, ¡Dady Brieva! ¡Los curas peronistas!¿Dónde está Luis D’Elía, fundador de Tierra y Hábitat?¿Y la Iglesia, que recién esta mañana se acordó de decir que usurpar es delito?
La inocencia no termina en el aprendizaje de que cuando gobernás ya no podés jugar al anarquista romántico de asamblea estudiantil o al demagogo quemador de presupuestos públicos que jamás alcanzan.
Aprendan a administrar
Ojalá quede otro aprendizaje. La economía argentina no puede bancar con un solo peso más a un Estado manejado por inútiles que la ahoga desde hace décadas. El Estado nacional, las provincias, los municipios, dilapidan fortunas. No pueden seguir quemando guita sin ejecutar de una buena vez políticas buenas, bonitas y baratas. Entre otras cosas, para que en Argentina sea más fácil, barato y rápido acceder a la tierra en forma legal, con los beneficiarios pagando y el Estado sin quebrar.
Aprendan de una vez a usar las fortunas en impuestos que les damos y que desperdician en militancia acomodada y subsidios a la nada.
Administrar es mucho menos romántico que arengar a los miserables con consignas que ya eran simplistas hace un siglo. Pero es mucho más ético, realista y productivo que alentarlos de pico con palabras bonitas a cometer delitos para, al final, darse vuelta y reventarlos a bastonazos.