La rapidez de Donald Trump en nombrar a la sucesora de la difunta jueza Ruth Bader Ginsburg en la Corte Suprema sin respetar el duelo ni su último deseo, que su asiento fuera ocupado por el ganador de las presidenciales, tenía una razón. Una razón electoral. La mayoría republicana del Senado confirmó en una votación exprés a la candidata de Trump, Amy Coney Barrett. La tercera durante su gestión después de los nombramientos de Neil Gorsuch en 2017 y Brett Kavanaugh en 2018. ¿Por qué el apuro? En ese ámbito de nueve miembros, dominado por seis jueces conservadores, Trump prometió dirimir el resultado de las elecciones.
Elecciones reñidas, más allá de la ventaja en las encuestas sobre el voto popular de su rival demócrata, Joe Biden. En la madrugada del día después, Trump se declaró ganador mientras Biden, con más delegados para el Colegio Electoral en forma provisional, tachaba su actitud de “indignante, sin precedente e incorrecta”. La amenaza de Trump cerraba el círculo: “Iremos a la Corte Suprema, queremos que pare la votación”. La votación había concluido. Faltaban los cómputos de Estados clave en los cuales Tump llevaba la delantera. Cada uno de los 50 Estados aplica su propia fórmula para decidir el número de electores.
¿Puede Trump involucrar en forma directa a la Corte Suprema con su denuncia de fraude? La batalla legal, de plantearse, debería comenzar en los tribunales estatales. En Pensilvania y Carolina del Norte, los republicanos cuestionaron la facultad de las autoridades electorales para demorar durante tres días el cómputo de los votos recibidos por correo, habitualmente más lento. En esta ocasión, por la pandemia y la polarización, esos votos y los anticipados en forma presencial batieron récords. Fueron más de 100 millones. En Florida, donde ganó Trump, el recuento podía comenzar 22 días antes del 3 de noviembre.
Durante la campaña, Trump puso en duda los votos por correo. Un símbolo nacional, casi como el himno y la bandera. El lento escrutinio establece plazos para la apertura de los sobres: una semana después en Nevada y nueve días después en Carolina del Norte, entre otros. Los sondeos indicaban que los seguidores de Trump iban a votar el día de las elecciones mientras que los de Biden iban a hacerlo por correo. Trump puso el ojo y la la lupa en Estados peliagudos, como Pensilvania, Wisconsin y Georgia. En los tres, cuyos resultados finales quedaron pendientes, iba ganando.
Todo giró y gira alrededor de Trump. No se trató de una elección, sino de un plebiscito. ¿Aprueba o desaprueba su gestión? Biden, perdedor en Estados bisagra, como Iowa y Ohio, resulta ser el emergente de un partido, el demócrata, profundamente dividido, con una veintena de precandidatos en las primarias y un discurso que procuró ser conciliador sin arrimarse a los extremos. Por lo pronto, Trump ganaba en áreas rurales y Biden superaba a la candidata demócrata anterior, Hillary Clinton, en áreas urbanas, pero, a diferencia de ella, trastabillaba con el voto latino en Florida.
La pandemia, minimizada por Trump, creó un nuevo escenario. De ganar Biden, de 77 años, sería el segundo presidente católico de la historia, después de John Fitzgerald Kennedy, con una compañera de fórmula negra dos décadas más joven, Kamala Harris, de ascendencia india y jamaicana, que, a su vez, sería primera vicepresidenta de la historia. Meras peculiaridades de una elección o un plebiscito que prometía ser reñido, más allá de las preferencias por uno o el otro. De insistir Trump en su reclamo, su carta sería Barrett, la única jueza de la Corte votada por un solo partido, el republicano, desde Edwin Stanton en 1869.
Cuando te informás por tuiter, uno de los medios más censurados y con participación directa en la política, terminás escribiendo textos como esta nota. Falta de información y conclusión sacada del culo. Lamentable.
Todo esto implicando que quién suscribe la nota, a quien no conozco, es una inocente persona muy nueva en mundo de los medios que acaba de salir de un tupper cerrado hace años y que tiene como meta escribir algo objetivo.
Es un comentario dentro de la corrección política, que puede serlo oficialista o desde la vereda del frente, pero sin más ingredientes que los instalados. Los ingredientes no instalados son “teoría de la conspiración”. El mundo está colapsado y en una guerra a todo nivel. Solamente faltan las bombas termonucleares. Es comercial, financiera, mediática, psicológica, con irregulares como los antifas, que según dicen los “medios” “aparecen espontáneamente” sin jefes y habrá que entender que ad honorem. También hay guerras químicas (gas sarín), bacteriológicas y ……. virósicas. Esta última combinada con gran aparato mediático se transforma en pandemia, donde el culpable de todo contagio es usted. Guerra que ha alcanzado plenamente los objetivos de destrucción y control poblacional. El colapso del mundo conduce a un gran reseteo (así le llaman) a través del cual unos pocos se quedarán con todo. La pelea es entre los grandes banqueros y centros de poder. Los demócratas son pro chinos (léase partido comunista chino, como Bergoglio) detrás de los que está la familia Roschild. Los demócratas quieren llevar a EEUU a todas las guerras para la cual han invertido el chanchito completo. Mientras Trump, no quiere eso. Se muestra como un patriota que rasca para adentro. Por detrás se vislumbran facciones de las FFAA y de la CIA que se oponen al globalismo, al menos al globalismo Roschild que conchaba a Soros. Aquí no hay una simple disputa con avivaditas de acá o allá. Trump viene haciendo un cuidadoso trabajo de recuperación de juzgados y fiscalías a manos conservadoras, donde los más resonantes fueron el juez Kavanaugh y la jueza Barrett. Esta última ocupa el lugar de una vieja que se murió, y que era una perversa. Trump ha arrasado con las elecciones. A los demócratas les queda la trampa de agregar los “votos por correo” que sean necesario hasta llegar a la paridad. Para la gran trampa cuentan con un sistema informático denominado “ Project Hammer” que ejecuta una aplicación llamada Scorecard que podría cambiar las elecciones hoy. Si Trump los deja. Ver: https://forbiddenknowledgetv.net/72983-2/ Aparte, los demócratas tienen graves acusaciones fiscales. Saben que si pierden van presos. Se van a jugar la vida, están dispuestos a una guerra civil, y hasta a facilitar una invasión china, venido el caso. Y Trump sabe que si pierde, van a tomar una gran venganza en contra de él. Está dispuesto a defenderse con todo, sin descuidar a los chinos, instalando armas en Taiwan.
El comentario de Armando Wero debió ser la nota
De acuerdo con Osvaldo Daniel. Excelente "Nota" de Armando Wero.
Biden "católico"? Biden es abortista. Imposible ser católico "Y" abortista.