En falsa escuadra. Así quedaron Patricia Bullrich y su patrocinadora, la senadora del PRO cordobés Laura Rodríguez Machado.
Tantas loas a la separación entre los recursos del Estado y los del partido, tanto republicanismo, y no va que Bullrich termina financiando su participación en el banderazo cordobés, el domingo pasado, con fondos públicos.
¿Qué se les cuestiona? Que Bullrich viajó a Córdoba en Aerolíneas Argentinas, con pasajes que le dio Rodríguez Machado, quien, como todos los senadores, tiene una determinada cantidad de pasajes a su disposición, incluidos 10 que puede brindar a otras personas para actividades políticas vinculadas a su función. Rodríguez Machado reivindica la legalidad y la legitimidad del que le dio a su pasaje. Pero, claro, la acción no condice 100% con el relato republicano de Juntos por el Cambio y lo que piensan muchos de sus votantes. No en vano Bullrich ya dijo que va a devolver el pasaje.
La relación entre los legisladores y la industria aérea siempre da qué hablar. El escándalo mayor saltó en 2017, cuando se supo que en 2014 diputados y senadores vendieron en masa todos o algunos de los 20 boletos aéreos a su disposición. Algunos llegaron a embolsar 230 mil pesos de ese entonces con ese curro.
Y el uso y abuso de los aviones tampoco se limita al Poder Legislativo. En 2019 la Justicia procesó a Cristina Fernández por malversación, porque se hacía llevar los diarios porteños a Río Gallegos con la flota presidencial. Y también está la famosa causa por los 9 contratos que durante 7 años Aerolíneas Argentinas contrató miles de pernoctaciones a los hoteles Kirchner por 3,5 millones de dólares.
Claro que hay cosas peores, mucho más costosas, pero que nos molestan menos. Por ejemplo, cada vez que el un político acomoda un militante en Aerolíneas Argentinas nos condena a los contribuyentes a pagar de por vida sueldos y jubilaciones carísimas. Los pasajes que vendían diputados y senadores son una chirola en comparación con ese agujero, que también se produce por usar el presupuesto público para financiar los aparatos partidarios.
Como se ve, cuando se trata de la relación entre los políticos y el negocio aéreo, podemos decir, sin temor a error, que el que no corre vuela.