Otro show de Los Cuatro de Córdoba, como apodan en el Congreso a los diputados Schiarettistas. Los diputados nacionales por Córdoba Márquez, Vigo, Gutiérrez y Casinerio.
Su voto permitió legalizar el arrebato de 65.000 millones de pesos por año a la Ciudad de Buenos Aires.
Enmascararon el cambio de posición con un ardid retórico. Introdujeron en el texto una cláusula que habilita un plazo de dos meses para que las partes negocien.
En teoría, reivindica el carácter consensual del federalismo. En los hechos, es sólo un placebo. Por varias razones.
1. Habilita como ámbito de discusión al Consejo Federal de Inversiones, que hegemoniza el peronismo.
2. Si vencido el plazo no hubiera acuerdo, se aplicará el recorte.
3. El proyecto debe volver al Senado, donde impera la mayoría automática de Cristina. Como cámara de origen, puede ratificar el texto original –que no contemplaba negociación alguna– y convertirlo en ley.
Triple reaseguro para el asalto a la diligencia de los fondos federales.
El schiarettismo evalúa que pagará un costo político menor. No pierde Córdoba, pierden los porteños –razona–. Lo cual no debería incomodar a sus votantes. Prevalecieron urgencias obvias.
La penuria fiscal es una amenaza latente a la gobernabilidad de la Provincia. En default virtual y con la recaudación hundida, la dependencia de los cheques de Alberto Fernández crece. Sólo el sistema previsional suma un rojo de 15.000 millones de pesos.
La poda de las jubilaciones y el atraso salarial de los empleados públicos siembra descontento. Un acuerdo político con la Rosada tal vez ayude a contener la conflictividad con gremios estatales afines al kirchnerismo.
El ensayo electoral de Río Cuarto anticipa una probable lista única en las legislativas nacionales que –suponen los estrategas– mejora las chances del Frente de Todos en un distrito hostil. Si le suma o le resta a Schiaretti, lo dirán las urnas.
El zarpazo a la caja porteña avanza sobre el régimen federal. Al validarlo, los gobernadores peronistas escupen al cielo. Consolidan la arbitrariedad del poder central y profundizan el suicidio en cuotas del federalismo.
El pronóstico de una experiencia populista sin recursos es todavía reservado. Pero al kirchnerismo le sobran imaginación, voluntad política y desapego a las instituciones para urdir soluciones alternativas.
En ocho meses, el gobierno de Kicillof acaparó el 46% de los fondos girados a las provincias por fuera de la ley de coparticipación. Recibió 112.000 millones de pesos, 76% más que el año pasado.
La plata dulce de las partidas discrecionales fluye como aluvión al enclave estratégico del kirchnerismo.