Paolo Rocca, CEO del grupo Techint, y Martín Guzmán escenificaron el armisticio entre el poderoso holding y el Gobierno.

Rocca y Alberto Fernández confrontaron al comienzo de la pandemia, tras el despido de 1.450 trabajadores por la paralización de una obra pública. Sin nombrarlo, el Presidente lo llamó “miserable”.

El 23 de octubre hablaron cara a cara y enterraron el conflicto. Fue un intento de Fernández de recrear una alianza con el establishment empresario, blanco de ataques intermitentes de la vice.

Rocca compartió ayer escenario con Guzmán en un encuentro pyme organizado por la transnacional ítalo-argentina. Ambos sostuvieron un contrapunto revelador de dos visiones sobre cómo volver a crecer.

Coincidieron en la necesidad de un ajuste para estabilizar la economía, si bien tuvieron la elegancia de omitir esa palabra maldita para el discurso del kirchnerismo.

Rocca pidió recortar el gasto, para poder bajar impuestos. Sostuvo que eso disminuiría los sobrecostos de las empresas y aumentaría su capacidad de competir. Para exportar más y para pelearle a las importaciones en el mercado interno.

Guzmán rechazó la posibilidad de una baja de impuestos. Y reafirmó la visión originaria del Gobierno en el sentido de que el gasto púbico debe ser el motor de la recuperación. Subsidios sociales, que reanimarían el consumo, e inversión en obra pública.

La estrategia apuesta al poder movilizador de la construcción sobre otras actividades. Y a que además no necesita dólares que no hay para importar insumos, como la industria manufacturera.

El empresario señaló que la inversión, junto con las exportaciones que aportan divisas genuinas, deben ser las locomotoras para salir del pozo.

Reclamó además estabilidad y certidumbre institucional para que el capital de riesgo se canalice a la producción. Sin abandonar la elegancia, aludió a la feroz embestida contra el Poder Judicial, a los avances sobre la propiedad privada, a la intervención del Estado en la fijación de precios. Guzmán gambeteó el tema.

Con sus matices, Rocca prescribió la fórmula capitalista clásica: la actividad privada genera riqueza y trabajo productivo, no el Estado. Un potencual disminuido hoy por una política extractivista de recursos, basada en una presión tributaria asfixiante.

El CEO de Techint sacó a relucir una vieja receta alternativa que siempre tuvo a mano. Si no se bajan impuestos, que se suba el dólar. Competitividad por otros medios, que en la Argentina de los desequilibrios termina impulsando la inflación y licuando el poder de compra de los salarios. Esta opción encierra un sesgo recesivo en una economía en la cual el 70% de la demanda se explica por el consumo interno.

Rocca llenó elogios al Plan Gas, un programa de subsidios a las petroleras que operan en Vaca Muerta, donde tiene intereses Techpetrol, compañía del grupo. Un aumento del gasto público que se reclama reducir. Capitalismo prebendario en estado puro.

Estas distorsiones avanzan sobre el vacío que deja la falta de acuerdos de largo plazo que definan una estrategia sostenible de crecimiento inclusivo.