Hugo Moyano ha sido involucrado una gran cantidad de delitos, entre ellos: Lavado de dinero, enriquecimiento ilícito, coimas, amenazas, latrocinio, narcotráfico, etcétera. Sin embargo, prácticamente nadie ha tocado ese lado oscuro que le da, no solo ser partícipe de alguna muerte, sino también haber lucrado con la misma.
El primero en abrir la boca fue un ex militante del socialismo de los años 70, Carlos Petroni, quien, en diálogo con quien escribe estas líneas, describió un hecho que bien podría erizar la piel.
Se trata de una situación en la cual Hugo Moyano, como parte de la Juventud Sindical Peronista (JSP), le disparó directo a la cabeza a este hombre, con cierta mala suerte para él, ya que no pudo terminar con su vida.
Según contó Petroni, Moyano utilizó un arma cuya bala explotaba al tocar una superficie. A pesar de apuntar a la cabeza del militante socialista, ese proyectil chocó con su oreja, provocándole sordera pero salvándole la vida.
Eran años “revolucionarios”, donde la militancia era la fuerza de miles y su posición estaba por encima de la vida propia.
Pero mucho más cerca en el tiempo supo protagonizar hechos que terminaron con la vida de algún afiliado de la Obra Social de Choferes de Camiones (OSCHOCA).
Hay hechos concretos que se desprenden de la afamada causa de la “Mafia de los Medicamentos”, en la que se demostró que la Obra Social dirigida por Hugo Moyano adquiría troqueles truchos de un medicamento llamado Erbitux.
Así consta en el expediente con una escucha respecto de una conversación entre Marcos Hendler –titular de la ex Droguería Urbana, reciclada en Audifarm S.A. y señalado como testaferro de Moyano- y la empresaria farmacéutica Alexia Bergalli de Droguería del Plata S.A.:
MH: Hola Alexia
AB: ¿Cómo estas Marcos?
MH: Mirá te llamaba porque los muchachos de camioneros perdieron 19 troqueles de Erbitux
AB: ¡Ah!
MH: ¿Me los podrás conseguir?
AB: Te los mando
Por este medicamento, según se desprende del expediente, fueron “defraudados” los afiliados Fernando Ruiz, José Luis Tévez, Herminia Enciso y Miguel Casarini.
Éste último era un afiliado a OSCHOCA y había sido diagnosticado con adenocarcinoma de colon, por tanto, se resolvió que debía consumir el medicamento Erbitux Cetuximab 100 mg.
El problema es que la fecha de tratamiento informada por la Obra Social comprendía entre los meses de septiembre y noviembre del 2008. Sin embargo, Casarini había fallecido el día 10 de noviembre del año 2007.
Según lo declarado por el médico Daniel Vicente, “yo no estoy seguro de que el paciente haya comenzado a realizar el tratamiento en el hospital ya que por lo que recuerdo el paciente tenía problemas con la autorización de entrega del medicamento por parte de la Obra Social de Choferes de Camiones”.
A su vez agrega “con relación a Miguel Ángel Casarini, yo tuve que confeccionar una breve historia clínica y reiterar y justificar el pedido de medicamentos porque desde la Obra Social había problemas con la autorización de entrega, ya que es lo que ocurre habitualmente con la medicación de alto costo, razón por la cual sospecho de que el paciente no hizo el tratamiento indicado por mí”.
Sin embargo, existen presupuestos, facturas y remitos de Droguería Urbana de los meses comprendidos entre agosto y noviembre del año 2007 que dan cuenta de la venta, por parte de la empresa, de 51 medicamentos Erbitux a OSCHOCA.
Es dable destacar que del fallo firmado por los magistrados Horacio Cattani, Martín Irurzun y Eduardo Farah en mayo del año 2011, se desprende que “los productos habrían sido recepcionados en la obra social. No se sabe si sucedió lo propio con el paciente”.
Pero no sólo tuvo la responsabilidad de la muerte de Casarini, sino que además lucró con ese hecho.
“En los troqueles adheridos a las hojas presentadas en los expedientes de los pacientes Ruiz, Tévez y Enciso se advirtieron diferencias con respecto a los originales aportados por el laboratorio, como ser 1) que el cartón es mucho más blanco y menos rugoso al contacto que el original; 2)que las líneas del corte del troquelado son más grandes y más espaciadas que el original; 3) que los números del código de barras son levemente más grandes y los ‘0’ más cuadrados que en el original; 4) que la ‘R’ del símbolo ® difiere levemente en su tipografía respecto del original”, destaca el paper.
Luego menciona que “el estudio concluyó que existían diferencias en las propiedades físicas-químicas entre parte de los cartulares presentados en cada carpeta A.P.E. () y los correspondientes a los empaques aportados como indubitados; y que los sistemas de impresión y troquelado empleados en los primeros no coincidían con las de los segundos”, y añade: “En definitiva, se afirmó, se trataba de troqueles apócrifos”.
En definitiva, la Obra Social de Camioneros pidió el reintegro del valor de un medicamento que nunca se le había proporcionado al afiliado, quien falleció a falta del Erbitux simplemente para enriquecer a un pequeño grupo de “empresarios”, entre ellos, el propio Moyano.
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