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La cantidad de femicidios en la Argentina expone en toda su dimensión el fracaso del Estado

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El estatismo ingenuo del gobierno a la hora de resolver los problemas
El estatismo ingenuo del gobierno a la hora de resolver los problemas

El asesinato salvaje de Úrsula Bahillo de 18 años, cometido en la localidad de Rojas, conmovió a todo el país, aunque lamentablemente no se trata de un hecho aislado. El sábado, la policía encontró el cuerpo de Ivana Módica, tras la confesión de su novio, que reconoció haberla matado. Todos los días se conocen nuevos casos de violencia de género, algunos de los cuales terminan en desenlaces fatales, tal como le sucedió a Úrsula e Ivana. De acuerdo con el registro del Observatorio Lucía Pérez, 54 mujeres fueron víctimas de femicidios en la Argentina en lo que va de 2021. El sistema judicial y de seguridad tal como está dispuesto no logra darles a las víctimas el resguardo necesario aun después de haber denunciado a quienes las hostigan.

 

Frente a esta preocupante ola de violencia de género que no para de crecer, el presidente Alberto Fernández anunció la semana pasada la creación del Consejo Federal para el abordaje de Femicidios, Travesticidios y Transfeminicidios, para atender especialmente estos casos. Antes, al asumir la gestión, había creado ya el Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad, que conduce Elizabeth Gómez Alcorta, el cual no logró evitar que se produjese el actual estallido de la violencia y esta situación alarmante.

Es cierto que resulta utópico pretender que esta problemática puede encontrar una solución espontánea de la noche a la mañana. Incluso en sociedades más igualitarias que la nuestra y con mayor tradición de políticas de género ocurren hechos de violencia de esta índole que no logran evitarse. Sería ilusorio exigirle al Ministerio de la Mujer que en poco más de un año de gestión elimine por completo esta clase de casos. ¿Es esperable, entonces, que al menos en el mediano o largo plazo los nuevos organismos como el Consejo Federal y el Ministerio de la Mujer hagan una diferencia sustancial? No necesariamente, porque el hecho de tener instituciones específicas para cada problemática que se identifica no garantiza por sí solo un impacto positivo, y esto concierne no solo al caso particular de la violencia de genero sino también a cualquier otra esfera de la política pública. Confiar en entes burocráticos de esta naturaleza para coordinar una respuesta, al menos en la Argentina, no parece resultar funcional.

 

Los Consejos Federales

Para cada área de política pública hay uno: Salud, Educación, Trabajo; y en ninguna de estas dimensiones el país logra avances. Por el contrario, ha mostrado severos retrocesos en lo que hace a la creación de empleo de calidad, el acceso a la salud y el nivel educativo de los jóvenes. Incluso, existe un Consejo Federal de Inversiones, y la Argentina tuvo en 2020 una inversión exigua de menos del 10% del producto. En síntesis, tener un Consejo Federal no garantiza en absoluto una coordinación efectiva. ¿Por qué ahora, con el flamante Consejo Federal para el abordaje de Femicidios, Travesticidios y Transfeminicidios, los resultados serían distintos?

El mismo interrogante vale para el área de Seguridad. El viernes pasado, la ministra Sabina Frederic formalizó la Comisión de Articulación Federal para la Formación en Seguridad. ¿Mejorará realmente la formación de las fuerzas de seguridad a partir de ahora? A pesar de que no ha demostrado ser un método efectivo para abordar los problemas y generar un cambio real, sorprende la velocidad con la que en la administración pública se crean nuevos consejos, comisiones, mesas de trabajo, direcciones, etc. Estos no hacen más que conservar el status quo si en definitiva la política pública se despliega siguiendo los paradigmas habituales.

Esta obsesión burocrática se manifiesta también en la creencia falaz de que, a mayor rango del organismo, mayor interés en determinada área y por lo tanto mejor abordaje. En 2018, surgió una fuerte controversia cuando Mauricio Macri decidió modificar el organigrama de su administración y muchos ministerios pasaron a tener el rango de secretaría. El actual gobierno (oposición por aquel entonces) sostiene que ese cambio puso de manifiesto el desinterés de la gestión de Cambiemos por la Salud Pública. El argumento es totalmente infundado y esta relación de causalidad no existe.

El mejor ejemplo histórico es lo que ocurre con Defensa. A pesar de los cambios de gestión, la Argentina mantiene ininterrumpidamente el Ministerio de Defensa, sin que ningún gobierno haya demostrado especial interés en el área, por el contrario, las Fuerzas Armadas han sido progresivamente debilitadas y desfinanciadas.

En el gobierno del Frente de Todos existe una vocación estatista ingenua, que supone que el mero hecho de aprobar determinada legislación, crear nuevas instituciones o elevar su rango implica una solución per se, cuando la experiencia de la Argentina demuestra que casi nunca es así, porque los problemas que padecemos se repiten y se agravan cada vez más.

Este estatismo ingenuo se resume en la frase del presidente luego de promulgar la ley de interrupción voluntaria del embarazo, al sostener que se trataba del fin del patriarcado en la Argentina. La realidad es que el patriarcado no se elimina con toda sencillez a través de la sanción de una ley, se trata de una disposición cultural más compleja que se encuentra arraigada en la sociedad. Hay países que desde hace décadas tienen despenalizado el aborto y no por eso el patriarcado ha dejado de existir.

No hay dudas de que hace falta más y mejor política pública, pero ésta debe ser implementada de manera franca y bajo un control riguroso de los resultados cosechados. La hiperconfianza normativista nada aporta. Más allá de la acumulación de instituciones y legislación, lo que realmente brinda soluciones es una administración eficaz e inteligente del Estado, con un sistema de premios y castigos claro que identifique responsables concretos que deban rendir cuentas por sus errores u omisiones.

 
 

17 comentarios Dejá tu comentario

  1. maría, vos lo dijiste pero no es lo que vos creés. La desigualdad ante la ley es siempre a favor de la mujer. Hay muchos casos de mujeres que mataron a su pareja y no fueron condenadas.

  2. El Poder Judicial es parte del Estado, y el Poder Judicial en gran medida empezando por el adoctrinamiento social de los jueces, parece haber renunciado a su misión fundamental que es aplicar la ley a las responsabilidades individuales para pretender hacer ingeniería social, como todos los demás. Otro fracaso del Estado es el sistema educativo, por contenidos y por ausencia de una persona adulta que ocupe la figura docente. Es cierto que la familia es necesaria para educar, pero el sistema educativo debe hacer respetar el ambiente de trabajo. Si el mensaje del sistema educativo es que no hay un adulto a cargo, sino sólo una "figura" que acerca información, el mensaje que se aprende es que en la vida pública vale todo y no hay consecuencias. Para peor, los contenidos como la perspectiva de género sólo producen intimidación por lo arbitrarios y abusivos pero no educan ni resuelven nada. Con estas últimas medidas para imponer la ideología de género de manera omnipresente, además de generar un gasto y un clientelismo nunca vistos, están sentando las bases para instalar el peor aspecto de una dictadura del terror, que es el control social por medio de la policía del pensamiento. La sociedad está en decadencia, es cierto, pero no es una decadencia producto de un ciclo natural o de algún fenómeno inexplicable. Es una decadencia planificada y ejecutada, y los funcionarios de los organismos del Estado participan en su ejecución algunos intencionalmente y otros por negligencia. Eso es lo que vemos con esta farsa de la perspectiva de género. Esto ya se hizo hace muchos años, pero parte de la desinformación es hacerle creer a la gente que como todo lo que se dice tiene que ser forzosamente accesible por gente ignorante, nos tenemos que conformar con eso.

  3. Vamos a lo concreto. La perspectiva de género no tiene ninguna base científica y mucho menos objetiva. Hablar de género es literalmente generalizar, y toda generalización es inexacta frente a cada uno de los individuos que se incluyan en esa generalización. Pero no es sólo que toda generalización es injusta inexacta e imprecisa, el problema mismo que dicen combatir, que es el machismo, es una cuestión de género. De nodo que todo se resolvería simplemente dejando de generalizar, abandonando las etiquetas y los prejuicios. Esa batalla ya estaba ganada en los sesenta y los setentas. Pero ahora los mismos que antes se dedicaron a imponernos estereotipos de género, nos vienen a hablar de una guerra entre los estereotipos que ellos mismos cultivaron. ¿Se entiende cuál es el negocio? Es un paralelo de la lucha de clases. Primero inventaron las clases sociales y después inventaron la lucha de clases y curraron con eso hasta el infinito. El género también es un invento, y es totalmente inútil desde todo punto de vista. Que el Estado destine el 15% del presupuesto a imponer una perspectiva de género es simplemente un insulto. Algunos se preguntarán qué sentido tiene insultar a la gran mayoría de la población. La respuesta es que eso es un truco ya conocido en los cursos de ventas: "Primero tirá el peor de los defectos de lo que vendés, tiralo como si fuera una ventaja. Si eso pasa, pasa cualquier cosa". De eso se trata todo esto de la perspectiva de género, si pasa algo tan ridículo absurdo oneroso e irresponsable como eso, si se aguantan una tocada de culo semejante, después les podemos hacer realmente cualquier cosa. Si algo tan inútil y tendencioso lo imponemos con fuerza de ley en el sistema educativo y como requisito para ser empleado público o manejar un vehículo, después les podemos imponer cualquier cosa. Ese es el origen de una tiranía y un totalitarismo que la gilada ni se imagina. Van a tener que conseguirse Archipiélago Gulag y pegarle una leída, pero traten de que no sea una adaptación libre de Brancatelli.

  4. En cuanto al título, me permito disentir. Esto es el resultado de las políticas impulsadas desde el Estado desde hace cuarenta años por lo menos. Si hablamos de fracaso, lo que fracasó es la sociedad civil, pero los resultados de esas políticas son los que eran previsibles en el momento en que se implantaron. De modo que si es por establecer la relación causa efecto, se cumplió con todo éxito una vez más. Si hablamos de las ilusiones vacías de contenido y la posterior desilusión, el fracaso está asegurado. Empecemos por el principio, cada vez que la gente de nuestra "cultura" y nuestra "política popular" ha podido elegir entre civilización o barbarie ha optado orgullosamente por la barbarie, nuestros legisladores legislan para la barbarie, nuestro código penal y nuestros jueces son abiertamente tolerantes con la barbarie individual siempre que la puedan disfrazar de fenómeno social. Este país es producto de una cultura de la barbarie, donde casi la mitad de la población cree lícito votar "movimientos" que buscan ordenamientos pre constitucionales y se declaran respetuosos de la barbarie, desde la de nuestros caudillos a la de tiranos como Lenin Stalin o Mao, pasando por el Che Guevada por supuesto. Lo que más caracteriza a la barbarie es que no se llevan las cuentas. Lo que sorprende es que esa misma gente carnavalera negligente y que se caga en todo, se ponga tan quisquillosa con algo que se dice o con una estadística. O será que la barbarie se la quieren imponer a los demás, pero cuando los tocan a ellos son todos suizos.

  5. Cuando se dejen de hablar tanto del "qué" (femicidio, femicidio) y alguien se ponga a estudiar los "porqué" se producen estos sucesos terribles, casi en su totalidad en relaciones de pareja, el chiringuito de donde comen y medran los estudiosos de "género" y las feministas subsidiadas por todos se tiene que ir por el sumidero. Al sistema imperante le importa un carajo los "porqué", sólo les importa que se visibilicen muchos "qué", generar aparatos burocráticos ad hoc, y soluciones ninguna.

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