La Organización Mundial de la Salud (OMS), es un organismo especializado de las Naciones Unidas fundado en 1948 que tiene como objetivos, “promover la salud, mantener el mundo seguro y servir a los vulnerables”. No obstante y a la luz de los hechos recientes, su eficacia se halla en el mejor de los casos, en duda.
La fe ciega que la OMS ha depositado en China ha despertado serias críticas y suspicacias en todo el mundo e incluso le ha costado su mayor donante, ya que Donald Trump suspendió en mayo de 2020 el financiamiento de Estados Unidos al organismo luego de acusarlo de encubrir al gigante asiático y de señalar su incompetencia en la gestión de la pandemia. El viceprimer ministro japonés, Taro Aso, también sugirió que se le cambie el nombre por el de “Organización de Salud China”, y por su parte el presidente Jair Bolsonaro amenazó con retirar a Brasil de OMS a la que acusó de realizar “acciones ideológicas”.
Desde que China informó la aparición de una serie de casos de neumonía de origen desconocido en la ciudad de Wuhan, la OMS ha repetido todas y cada una de las consignas de Pekín, y no visitó el país sino hasta el 28 de enero de 2020 cuando el director del organismo, Tedros Adhanom Ghebreyesus, se reunió por primera vez con el presidente Xi Jinping.
Después de esta visita la OMS emitió un comunicado en el que habló del “compromiso y la transparencia” demostrados por China, sin embargo un informe realizado por la alianza de inteligencia Five Eyes (Cinco Ojos) integrada por Estados Unidos, Reino Unido, Canadá, Nueva Zelanda y Australia, afirmó que el gobierno chino encubrió la noticia del virus “silenciando a los médicos, destruyendo las pruebas en sus laboratorios y negándose a proporcionar muestras vivas a los científicos internacionales que estaban trabajando en una vacuna”. Asimismo otros estudios han puesto en duda las cifras de contagios y muertes proporcionadas.
Desestimación de las advertencias de Taiwán sobre la transmisión del COVID-19 de humano a humano
Por otra parte la OMS también desestimó las advertencias de Taiwán sobre la transmisión de “humano a humano” cuando funcionarios de la salud de Taipéi, la capital de Taiwán, alertaron al organismo a fines de diciembre 2019 sobre el riesgo de transmisión del virus, pero no obstante la importancia del dato no se comunicó a otros países.
“Este es el correo electrónico del pasado 31 de diciembre del 2019 que el gobierno de Taiwán envió a la OMS sobre la detección de una neumonía atípica en China conocida como SARS con pacientes tratados de forma aislada, es decir, transmisión de persona a persona”, detallaba uno de los mails reservados difundidos. En ese mensaje, el gobierno taiwanés informaba la existencia de siete contagios en Wuhan, donde se originó la pandemia. Previamente, la OMS había negado enfáticamente la existencia de esos intercambios.
This is the mail @Taiwan_CDC sent to @WHO Dec. 31, 2019. “Atypical pneumonia” to #China means #SARS. Patients “treated in isolation” means human-to-human transmission. WHO should focus on fighting #COVID19, not scapegoating victims like #Taiwan. pic.twitter.com/5FIaD1cxLX
— 外交部 Ministry of Foreign Affairs, ROC (Taiwan) (@MOFA_Taiwan) April 11, 2020
De hecho el 14 de enero de 2020, la OMS informó que las investigaciones preliminares llevadas a cabo por las autoridades chinas “no habían encontrado pruebas concluyentes de que el nuevo coronavirus se transmitiera de humano a humano”, sin mencionar en ningún momento la posición de Taiwán. Dos días después el organismo dio marcha atrás con la afirmación, y advirtió que no había aún conclusiones definitivas sobre la forma de contagio, comentario que corrigió nuevamente el 19 de enero cuando dijo que “lo más probable era que el nuevo coronavirus sea de origen animal con una limitada transmisión entre personas”. Desde entonces, el organismo ha sido acusado en numerosas ocasiones de priorizar la política sobre la salud dado que Taiwán no pertenece oficialmente a la OMS por su compleja relación con China, ya que Pekín y Taipéi se ven a sí mismos como los herederos del gobierno legítimo de una nación unificada.
Declaración tardía de la pandemia
En un comunicado publicado el 27 de enero de 2020, la OMS reconoció un “error de formulación” y cambió el nivel de riesgo por coronavirus a escala mundial de “moderado a alto”. Sin embargo no fue hasta el 11 de marzo que el organismo catalogó oficialmente al coronavirus como una pandemia. Para ese entonces el número de casos de coronavirus fuera de China se había multiplicado por 13 en las dos semanas previas, y en ese período los países afectados se habían triplicado.
La polémica de los barbijos
El 5 de junio de 2020 la OMS cambió su postura con respecto al uso de mascarillas en público, y pasó a recomendarlas en zonas en las que se registre transmisión generalizada del virus y el distanciamiento social no sea posible, pero enfatizando que se trata de una medida que forma parte de una estrategia integral que no reemplaza a otros cuidados.
El director del organismo señaló que la actualización de las recomendaciones se basaba en la evolución de la evidencia, que muestra que podría proporcionar “una barrera para las gotitas potencialmente infecciosas”. Sin embargo la nueva información llego un tanto tarde, ya que expertos y gobiernos de todo el mundo aconsejaron e incluso hicieron obligatorio el uso de barbijos y tapa bocas con varios meses de anterioridad, como estrategia de contención.
Elogios a Suecia
El modelo de “respuesta flexible” que adoptó Suecia ante la pandemia de coronavirus se convirtió en uno de los más discutidos del mundo, sin embargo a principios de mayo el país nórdico sumó un respaldo inesperado. La OMS, que había promovido el confinamiento como estrategia y cuestionado la efectividad de la “inmunidad colectiva”, elogió a Suecia como modelo en medio del comienzo de la desescalada en muchos países.
“Creo que si queremos alcanzar una nueva normalidad, Suecia representa un modelo para volver a una sociedad en la que no tengamos confinamientos”, dijo Mike Ryan, el principal experto en emergencias de la OMS.
Pacientes asintomáticos
La última contradicción gira en torno a los pacientes asintomáticos. El 9 junio de 2020 la OMS dio marcha atrás con una afirmación, sobre que la transmisión del coronavirus por personas asintomáticas era “muy rara”. La Dra. Maria Van Kerkhove, directora de la unidad de zoonosis y enfermedades emergentes de la OMS quien hizo el comentario original, informó que se basó en solo dos o tres estudios y que fue un “malentendido” decir que la transmisión asintomática es rara en todo el mundo.
Los científicos criticaron duramente a la OMS por crear confusión sobre el tema, dadas las amplias implicaciones de política pública. También dijeron que los comentarios no reflejaban la investigación científica actual.
Estas ineficiencias y asimetrías de doble vara son motivos suficientes para que, -con un poco de amor propio y sentido de autocrítica-, todos los funcionarios de alto rango de la OMS presentaran su renuncia, pero esto no sucedió ni sucederá jamás.
Ahora pasemos a lo que todos sabemos pero muy pocos se animan a decir públicamente.
Conflicto de intereses
Ya en el año 2010 un informe elaborado por el diario médico British Medical Journal (BMJ) y la Oficina de Periodismo de Investigación, acusó a la Organización Mundial de la Salud (OMS) de no hacer público el conflicto de intereses de al menos tres de las personas que escribieron las pautas por las que se rigieron decenas de gobiernos a la hora de gastar miles de millones de dólares en medidas contra la gripe porcina.
Iaian Overton, editor jefe de la Oficina de Periodismo Investigativo, le dijo a BBC Mundo que “las pautas (de comportamiento contra una pandemia) estaban muy influenciadas por tres anexos escritos por tres individuos, los profesores Fred Hayden, Arnold Monto y Karl Nicholson, que estaban o habían estado poco antes de ese momento recibiendo dinero de compañías farmacéuticas que obtendrían beneficios de sus recomendaciones”.
“Mientras la OMS siga hermética y no revele quién le está aconsejando y sus conflictos de intereses, sentimos que esto es contraproducente. La OMS está bajo sospecha porque se cree que está escondiendo algo y esto plantea la duda acerca de la independencia de alguno de sus expertos”, señaló Overton.
Deborah Cohen, editora de reportajes de BMJ, afirma que “la cuestión es si gente que ha sido pagada por compañías que han hecho miles de millones de dólares vendiendo estos fármacos debería tomar la decisión y escribir los manuales de comportamiento y uso de estos medicamentos”. “Yo creo que no es aceptable”, concluyó Cohen.
Aportes y donaciones
Tan sólo en el año 2015, los laboratorios dieron al menos 30.966.248 de dólares a la OMS en concepto de “contribuciones voluntarias especificadas”, es decir, que los donantes son quienes autorizan qué programas concretos pueden ser financiados con su dinero.
El ranking de esas donaciones de las farmacéuticas lo encabeza Glaxo que aportó 7.769.202 de dólares, le siguen Novartis con 6.992.742 de dólares y Sanofi, que aportó 6.158.152 de dólares, pero no solo figuran grandes multinacionales, sino también otras compañías menos conocidas como Labiofam, el laboratorio más importante de Cuba.
Por encima de todos los donantes privados destaca uno al que prácticamente nadie supera ya que sus cifras son inalcanzables, es la fundación Bill & Melinda Gates, la organización del creador de Microsoft fue la entidad privada que más aportó a la OMS en 2015, desembolsando 185 millones de dólares. Para que nos hagamos una idea de la magnitud de esa contribución, esta fundación donó 95 veces más que España.
Estos fondos no están exentos de polémica. Hay voces que consideran que la financiación privada condiciona las decisiones de la OMS, según denuncia en cadena española SER el exdirector del Programa Mundial de Medicamentos de la Organización Mundial de la Salud, Germán Velásquez. En una entrevista, este profesional que trabajó más de 20 años en la Unidad de Economía de la Salud y Financiación de los Medicamentos de la ONU, lamenta que la Organización Mundial de la Salud “funcione en favor de intereses privados porque ha sufrido un proceso de privatización”.
El paso de Velásquez por esta agencia de la ONU no fue efímero, ya que estuvo más de 20 años y durante ese tiempo se hizo notar por su incansable batalla por el acceso pleno a los medicamentos a nivel mundial. Esa lucha fue la que le llevó a realizar una investigación sobre el impacto de la Globalización en el acceso a los medicamentos, un estudio que se conoce como el “Libro Rojo de la OMS”. Ese trabajo “enfureció a la industria farmacéutica y también a algunos países, como Estados Unidos”, y de hecho la ONU tuvo que protegerlo tras sufrir varias agresiones y amenazas de muerte.
Todavía hoy no quiere hablar del asunto, ni de quién estuvo detrás, aunque no tiene ninguna duda de que a determinados sectores les incomodaba la filosofía de aquel documento, que desmontaba la utilidad de las patentes de los medicamentos y el daño que provocaban en el acceso a los medicamentos esenciales.
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