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El gobierno tapa con diarios el fracaso sanitario

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Toque de queda
Toque de queda

Dictadura militar. Sábado 30 de abril de 1977. Un pequeño grupo de madres se reúne en la Plaza de Mayo, pidiendo por el paradero de sus hijos desaparecidos. La reunión de personas en la vía pública se encuentra prohibida, y los uniformados ordenan a las madres: “circulen”. Las mujeres acatan la orden, pero no para irse de la plaza, sino que comienzan a circular alrededor de la Pirámide, dando inicio a la tradicional ceremonia de los Jueves, que aún hoy persiste, aunque ya en manos de una organización desprestigiada y vaciada de contenido.

 

El DNU 235/21, dictado por el Presidente Alberto Fernández, no sólo prohíbe la reunión de más de 20 personas en la vía pública. También pone en la clandestinidad a las reuniones que se realicen en domicilios particulares. Y, como si esto fuera poco, se atreve a prohibir la circulación de personas en horario nocturno (de 00:00 a 00:06 hs).

El motivo, según pretende fundamentar el nuevo DNU se reduce a que “…la dinámica actual de la transmisión y la aparición de nuevos casos se origina principalmente en actividades sociales y recreativas nocturnas que implican contacto estrecho prolongado, en espacios cerrados con escasa ventilación o abiertos con aglomeración de personas que dificultan el uso de tapabocas/nariz y el mantenimiento de la distancia física, y conllevan alto riesgo de transmisión, en especial en los grupos de personas que luego se constituyen en agentes de contagio hacia los grupos de mayor riesgo.”

Aún en el caso en que fuera cierto que los nuevos casos aparecen “principalmente” a partir de determinadas actividades nocturnas, el método elegido para conjurar el peligro es de una arbitrariedad absoluta. En efecto, las actividades nocturnas, en muchos casos, se encuentran restringidas y, las que funcionan, deben hacerlo siguiendo los protocolos fijados por la autoridad sanitaria. En definitiva, la respuesta a eventuales incumplimientos debería estar focalizada en los incumplidores, en los comercios que violan los protocolos y en quienes llevan adelante actividades no habilitadas o ilegales. Aun cuando resulta difícil, pareciera más sencillo para los organismos de control y las fuerzas de seguridad, concentrarse en las situaciones concretas de peligro, antes que perseguir indiscriminadamente – con excepción de los “esenciales”-, a todo ciudadano que ponga un pie en la calle de 00:00 a 00:06 hs.

Algo similar ocurre con las reuniones en domicilios particulares. ¿Quién las controlaría? ¿Apuesta el Estado a la delación entre vecinos que se tienen bronca? ¿Estimula Alberto Fernández a un mayor autoritarismo en los feudos provinciales? ¿A qué vivienda irán a golpear la puerta, aquellos policías formoseños que trotaban cantando alabanzas al tirano feudal?

Porque hay que decirlo, Alberto Fernández ha dictado un DNU inconstitucional que, además, viola los tratados internacionales de DDHH, y ha delegado en los gobernadores la facultad de aplicar y ampliar restricciones. Para decirlo más claramente, ha concedido a los mandatarios provinciales facultades que ni él mismo posee y que sólo podrían ser empleadas lícitamente en el contexto de un Estado de Sitio.

Difícilmente las medidas restrictivas sean útiles a los fines sanitarios, por la sencilla razón de que no son masivamente aplicables. No obstante, sí profundizarán el deterioro institucional. Los argentinos no sólo nos cuidamos de la pandemia, también intentamos hacerlo, cada vez con menos éxito, en relación a un Estado destructor de libertades que sí son esenciales para nuestra dignidad, y para nuestro desarrollo individual y colectivo.

El concepto de ética pública y la exigencia de un correcto desempeño de los funcionarios no obedece a una mera cuestión moral, sino a la necesidad de preservar la credibilidad de las instituciones y de aquellos que las conducen. Por eso, luego del robo de vacunas, y del incumplimiento permanente y persistente de las normas sanitarias por parte del Presidente de la Nación, de su vice y de un elevado número de funcionarios, la autoridad del gobierno –en materia sanitaria- ha quedado reducida a su mínima expresión.

Todo lo que queda del “Comandante en Jefe”, según denominara Mario Negri al primer mandatario, al inicio de la pandemia, es un Presidente visiblemente desmejorado y devaluado por su vice, que llama “imbéciles” a quienes le decimos “Dictador de Costa Pobre”, que reacciona a la palabra “lastre” aunque no vaya dirigida a su gobierno, y que le dice, a personas adultas, que no deben estar “paveando” después de las doce de la noche.

Ahora bien, para quienes se preguntan por qué el gobierno seguiría un camino que lleva al fracaso sanitario, la respuesta es la siguiente: imposibilitado de vacunar masivamente por su propia impericia o corrupción, las alternativas, a esta altura del partido, son sólo dos: no hacer nada (cosa que nunca es buena en épocas electorales) o montar un espectáculo dictatorial y propagandístico. Esta última opción, la que hoy sigue el gobierno, permite unificar a su desorientada tropa de fanáticos, y correr el eje de la información. Que se hable más de las drásticas (aunque inútiles) medidas fachosanitarias del gobierno, y menos de los muertos. De paso, con el río institucional revuelto, intentará el gobierno la postergación de elecciones y de las causas que lleva la Justicia contra la vicepresidente y sus secuaces.

En definitiva, el kirchnerismo da por hecho el desastre sanitario, y solo apuesta a taparlo con diarios.


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  1. El 'toque de queda' es una medida que impone un gobierno, por decreto, prohibiendo el tránsito o permanencia en las calles de una ciudad, una provincia o todo el país durante determinadas horas, generalmente nocturnas, otorgando poderes extras a las fuerzas de seguridad (policía) que pueden detener personas sin autorización judicial, mientras que el 'estado de sitio' es el que ante una agresión a la integridad del Estado (invasión extranjera, guerra o conmoción social general), se suprimen todos los derechos civiles, otorgando poderes excepcionales a la autoridad militar que toma poder de policía ante la sociedad civil. Conclusión: El estado de sitio representa un concepto equivalente al de estado de guerra, y el gobierno provee a las fuerzas armadas facultades totales para los actos de represión utilizando toda la fuerza que sea necesaria (ley marcial), mientras que el toque de queda es una prohibición de circulación civil por las calles a una determinada hora y la policía es la mano represora. Ambos estados se aplican principalmente en dictaduras militares y lamentablemente algunos países con gobiernos civiles aun mantienen en sus constituciones estos viejos vicios jurídicos de carácter militarista.

  2. El toque de queda (camuflado como "restricciones") anunciado por el presidente no puede ser aplicado sino con posterioridad al dictado del estado de sitio, arts. 23 y 99 inc. 16 de la constitución nacional y con acuerdo del congreso. La gente puede presentar amparo y/o nulidad del decreto si no fue autorizado por el poder legislativo. De no tener autorización legislativa, puede presentarse ante la justicia un pedido de nulidad por tratarse de un decreto inconstitucional. El amparo o demanda judicial puede presentarlo cualquier ciudadano con residencia fija y legal en el país. Existen 'casos testigos' en otros países bajo estado de derecho, por ejemplo EE.UU., cuya justicia controla los decretos ejecutivos que estén directamente relacionados con las libertades civiles. Último caso el de Bélgica donde la justicia restableció las libertades civiles básicas anulando el decreto del ejecutivo al considerar las restricciones como excesivas.

  3. Este es un gobierno que se manejó siempre como una dictadura y con todas las discrecionalidades de un estado de emergencia. Lo único debilitado es la imagen y es debido a los malos resultados. Pero no les importa nada porque ya están adentro y lo mismo que pasa con el periodismo pasa con los votantes: hay más empleados públicos y colgados del gasto público que votantes independientes. En cuanto a la pandemia, este gobierno NUNCA GOBERNÓ. Se tomó dos meses para cerrar los aeropuertos y nunca fue eficaz en migraciones, ni con el registro ni con el seguimiento. En cuanto al Ministerio de Salud, ese que dijo que China quedaba muy lejos y en verano no hay virus, algún funcionario dijo una vez que "acá no se toman decisiones, vienen de la OMS", suficiente. Con las restricciones este gobierno se comportó de la peor manera posible, fue soberbio y condescendiente con el principio no declarado de que ley pareja no es rigurosa. Este gobierno de la soberbia del ignorante, aplicó las restricciones como un castigo divino, o como un sacrificio a la pacha mama, pero siempre sin un mínimo de inteligencia. Y sigue haciendo lo mismo. Pero la pandemia no es cuestión de igualdad, ni de alentar conflictos de clase para la negrada cerrando comercios y confiscando autos de turistas mientras en La Matanza y Varela jugaban al fulbito. El manejo de la pandemia fue un reflejo de cómo este gobierno entiende a la sociedad: por un lado los esenciales que son ellos y el resto que se joda, todos iguales y todos encerrados. Eso no es ni racional ni inteligente. Los programas simuladores de pandemia hace dos años que demuestran que con un 4% de excepciones entre esenciales e infractores, no hay confinamiento que funcione. Pero además de eso, la propagación no es igualitaria ni inclusiva, sino que se mueve principalmente por focos de contagio. Si no se considera el concepto de foco de contagio y si no se evalúa la cantidad de interacciones de cada persona, o al menos de las que tienen más interacciones, no se puede ni empezar a decir que están trabajando en el tema. Lo que hemos visto es todo lo contrario, desde siempre los esenciales supusieron que tenían permiso para no cuidarse ni cuidar a los demás, y eso incluye a los chicos del cable, a los empleados municipales en la calle, pero también a los del personal de salud, médico y no médico. A eso le tenemos que sumar el trato preferencial a las "organizaciones sociales" y a todo tipo de manifestaciones que son absolutamente toleradas cuando son anti sistema o a favor del gobierno y son sistemáticamente condenadas cuando son sospechadas de favorecer a la oposición. También hay que reconocer la estupidez maliciosa de los que viven al límite del reglamento, esos que salen a bolichear todas las noches "porque en CABA está permitido" o porque "ya se vacunaron" y después tienen varios curritos en diferentes lugares y con acceso a decenas de personas por día. Está claro que no es cuestión de hacer nombres ni persecuciones, pero los mensajes deben ser más claros hacia los que por su actividad tienen más posibilidades de ser propagadores y no solamente hacia "la gente en general"; porque la pandemia no respeta los prejuicios de igualdad sino que se propaga con la realidad de lo que hace cada uno. Por eso, lo que hace este desgobierno sigue siendo un reflejo de que sólo le interesa ocupar espacios y de los prejuicios que tiene sobre la sociedad.

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