No muchos conocerán la carta que en el año 1830, el 9 de noviembre, poco antes de su muerte acaecida el 17 de diciembre, Simón Bolívar enviara al General Juan José Flores, que en esos momentos era presidente del Ecuador y su amigo, en respuesta a una misiva del general ecuatoriano. En resumen así se expresaba un amargado y muy enfermo Bolívar:
“He mandado 20 años, y de ellos no he sacado más que pocos resultados ciertos. La América (Latina) es ingobernable para nosotros. La única cosa que se puede hacer es emigrar. Este país (la Gran Colombia), luego fragmentada entre Colombia, Venezuela y Ecuador caerá infaliblemente en manos de la multitud desenfrenada para después pasar a tiranozuelos, casi imperceptibles de todos los colores y razas “.
Palabras demoledoras, augurios terribles, amargos, premonitorios de lo que estamos presenciando actualmente en este hermoso, culto y rico país de nuestro continente que peligra caer en las garras del narco Castro-Chavismo internacional, que ya ha infectado a Venezuela, Nicaragua, Bolivia y amenaza seriamente a la Argentina, Chile, Perú, Brasil y México, y que está enquistado ya por 60 años en Cuba. Un drama en ciernes para nuestras democracias y nuestras instituciones republicanas.
Tormenta perfecta la que enfrentamos, más aun en medio de la pandemia china, y estamos solos. Europa se desinteresa, tiene otras prioridades, y los EE.UU. también con esta nueva Administración del Presidente Biden y su evidente tibieza frente a los sistemas de extrema izquierda en el mundo. Ahora incluso intenta eliminar a Cuba de la lista de países patrocinadores del terrorismo en los EE.UU., que fuera impuesta en los últimos meses de la Administración anterior por el Secretario de Estado Mike Pompeyo.
La misma medida de sacar a Cuba de esta lista la había tomado el ex Presidente Obama en el año 2015, buscando un ilusorio “deshielo”, que nunca se dio. La Administración Biden rechaza el sabio consejo del ex Presidente ecuatoriano Lenin Moreno, el político que salvó a su país de convertirse en otra Venezuela en nuestro continente y que expresara repetidamente, por experiencia propia, que “ con dictaduras no se dialoga, al totalitarismo se lo derrota”.
También gran parte de la prensa internacional no ayuda a comprender la dramática situación que atraviesan nuestros pueblos asediados por las fuerzas totalitarias del Castro-Chavismo. ¿Cómo puede ser que en artículos del importante periódico El País de España se lo califique de “guerrillero” al narco-asesino colombiano Santrich, un violador de menores, que fuera dado de baja días atrás en medio de luchas entre bandas de narcotraficantes en suelo venezolano? ¿Cómo puede ser que el importante periódico alemán Süddeutsche Zeitung, con motivo de las violentas y sangrientas protestas en varias ciudades colombianas, que terminaran en saqueos y vandalismos y que evidentemente fueran orquestradas por el narcotráfico y por La Habana, se atreva a publicar un artículo titulado “Cuando la noche cae la policía se dedica a cazar y matar a los jóvenes colombianos”? Esto es desconocer la realidad política del país o estar mal intencionado.
Colombia se ha vuelto pieza clave para la diabólica estrategia del Socialismo del Siglo 21, y es clave por contar con las reservas enormes del poder del narcotráfico, manejadas por las criminales narco-guerrillas, como las Farc y el ELN, que dominan gran parte del país y financian partidos políticos, que muy bien en un futuro próximo podrían gobernar el país. El narcotráfico es la clave para la sobrevivencia del Castro-Chavismo internacional, y ya lo había entendido muy bien, años atrás, en los 80, el famoso narco colombiano Carlos Lehder, aliado del Castro-Comunismo, cuando pronunció su profética frase: “Nuestro objetivo es antiimperialista y antioligárquico. La revolución de América Latina podría hacerse gracias a la cocaína, porque creo que la coca es la bomba atómica de la América Latina”.
A Colombia, a su democracia, le jugó en contra la presidencia de Manuel Santos, que no supo luchar ni contra las guerrillas criminales, ni contra el narcotráfico, dándoles acceso a la escena política del país a reconocidos narco-criminales ignorando adrede sus evidentes intenciones totalitarias y terroristas. Durante su mandato, y sin que el pueblo así lo aprobara, creó la infame y controversial “ JEP “, una justicia transicional, aún en vigencia. Este organismo judicial, a medida de los narco-terroristas, fue creado e implementado y firmado en La Habana siguiendo una estrategia Castro-Chavista para favorecer a los criminales de las guerrillas de las Farc y ELN. Mismo al inicio de su aplicación, después de ser juzgado, el criminal guerrillero Timochenko, al salir libre después de haber cometido atroces delitos, declaraba con el puño en alto, triunfante:“Estoy emocionado por ver que se cristalizó ese sueño que tejimos en La Habana”. El ejemplo más notorio de esta felonía de Santos ha sido el caso del narcoterrorista Santrich, que despreciando su curul de senador vuelve al monte, a sus antiguos y suculentos negocios con el narcotráfico en connivencia con las autoridades del narco gobierno de Nicolás Maduro, siendo asesinado en territorio venezolano en medio de disputas entre bandas narcos días atrás. Colombia retrocedió institucionalmente en forma dramática durante el gobierno de Santos. Las plantaciones de hojas de coca aumentaron a 209.000 hectáreas que se tradujeron en unas 921 toneladas de cocaína, de acuerdo a cifras de la Oficina para la Política Antidrogas de la Casa Blanca. Cuando Santos llegó al poder en el año 2010 recibió del anterior presidente Alvaro Uribe tan sólo 50.000 hectareas plantadas con hojas de coca.
Luego la democracia colombiana tuvo un respiro al elegir a Iván Duque como nuevo presidente del país que tuvo que cargar con la herencia maldita de su antecesor, y no sólo con el problema central que significa el poder enorme del narcotráfico para la democracia de un país.
Lamentablemente el gobierno del demócrata Iván Duque ha actuado con ingenuidad, inexperiencia; es pusilánime frente al peligro que enfrenta, apostando a un diálogo imposible con una oposición liderada por un candidato presidencial que se perfila, ya ahora, de acuerdo a varias encuestas, como el favorito a ganar las próximas elecciones de noviembre del año 2022. No hay espacio posible al diálogo hoy en Colombia y el candidato de la extrema izquierda Gustavo Petro apuesta al desgaste y eventualmente a una renuncia anticipada del actual presidente. Petro, un antiguo guerrillero del M-19 y una ficha para Colombia del proyecto de dominación continental del narco Castro-Chavismo, está atizando actualmente los disturbios y la violencia desenfrenada. Aprovechando los efectos desastrosos de la pandemia china en la economía del país, y apoyado por gente pagada por el narcotráfico y asesorado por la Inteligencia cubana que creó una falsa narrativa pero muy eficiente, ha logrado canalizar amplios sectores de la juventud colombiana a su favor con su discurso chantajista, anti capitalista y machista. A Petro le jugó a su favor también el proyecto de Iván Duque de implementar una reforma fiscal, muy importante para modernizar el país, pero altamente inoportuna en estos difíciles momentos de incertidumbre y turbulencias. Petro no tiene absolutamente nada que ofrecer al país para mejorar su situación en un marco democrático; llevaría inexorablemente a Colombia a ser una nueva Venezuela.
Colombia en el concierto de naciones sudamericanas ha sido considerada durante varios decenios como una democracia bastante estable, claro con muchos altibajos, índices de violencia desde los años 50 entre los liberales y conservadores que lograron alternarse en el poder por común acuerdo, afianzándose así las instituciones democráticas. A esta situación debería volver Colombia. Nada fácil el desafío. Esperemos que las tenebrosas profecías de Simón Bolívar, evidentemente producto de épocas del pasado, pero que quedan como una gran advertencia, no se concreten. Esperemos que Colombia pueda enfrentar exitosamente esta tormenta perfecta que la amenaza y que se asemeja a una situación pre-revolucionaria. Deberá buscar nuevos líderes políticos, corajudos, carismáticos, demócratas, capaces de enfrentar esta situación extrema en la que se encuentra. Si cae Colombia en las garras del narco Castro-Chavismo, todo nuestro continente estará prácticamente perdido, y por muchos años.
Durante largos periodos de tiempo transcurridos en territorio colombiano, como analista político y corresponsal, me encariñé con el país y su gente y aprendí una expresión bien colombiana
“hablar a calzón quitado “, es decir a hablar, a dialogar, a discutir sin tapujos, de frente, sin hipocresías, y es justamente lo que hoy necesita Colombia de sus líderes políticos democráticos, y ya lo decía el gran Jefferson: “El precio de la libertad es su permanente vigilancia”... y muy vigilantes tenemos que estar para no perder nuestra democracia y nuestra libertad. ¡Luchemos por Colombia!
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Excelente nota. Felicitaciones. Esto Señores, es un Periodista (el uso de mayúscula es intencional) de verdad. Que abismo lo separa de todo el lacayaje pseudoprogre Argento, todos llorapauta y miedosos a decir la verdad con todas las letras. Ya vimos lo que hizo el zurdaje apátrida y narco en Chile. El narco financia a periodistas, partidos políticos, políticos, sindicalistas, ONGs, grupos de jóvenes... El modus operandi es igual en todos lados. Se suben al caballito de la "justicia social", de los "derechos" y omiten todas las obligaciones de los ciudadanos en sociedad. Crearon el caldo de cultivo perfecto para una sociedad ignorante, adicta, histérica y mediocre. Una sociedad que no cree en el esfuerzo personal, el estudio, el sacrificio y el trabajo como vías para obtener cosas sino con el eterno pedir y exigir, sin dar nada en absoluto a cambio. Destruyeron la familia, estupidizaron a los jóvenes y van por tenerlos a todos de esclavos.
YA son esclavos, por eso andan de Bozal, hasta dentro de sus hogares.
Señor ZAPATA me puede explicar que hace nuestro Gobierno Nacional subsidiando con 6 millones de pesos a un grupete entre los cuales resalta GRABOIS y el hermano de MALDONADO , que viajaron en nombre de nuestro país .Que preparación o conocimiento tiene ese señor de lo que ocurre verdaderamente en Colombia.
Simón Bolívar fue el mismo héroe e hijo de puta egocéntrico quién a su vez sembró los futuros problemas en Sudamérica al imponer sus caprichos, resentimientos y desprecios como bases de su accionar político. Argentina fue amazónica, totalmente chaqueña y atlántica con la posesión del Alto Perú hasta el río Madre de Dios, y todo Paraguay y la anterior Banda Oriental hasta el sur del actual estado de Río Grande do Sul. Perú tuvo los territorios de Acre y Pando, arrebatados por una Bolivia delictiva amparada por el caraqueño egocéntrico que vio a la nación secesionada de su patria argentina de origen y pertenencia como su "hija predilecta", tratamiento que demuestra su personalidad egocéntrica. Dividió Perú en dos estados para facilitar su absorción por parte de Bolivia (el Sur Perú) y por la Gran Colombia (el Nor Perú), comisionó a un militar ecuatoriano, José La Mar, para tomar el territorio chileno del Despoblado de Atacama para habilitar la caleta de pescadores de Cobija como puerto boliviano sin tener la nuevo nación derechos jurídicos al océano Pacífico. ¿Que moral tuvo Bolívar para obligar a la ex Capitanía General de Venezuela a unirse a los territorios del ex Virreinato de Nueva Granada para formar la Gran Colombia? Bolívar no respetó lo que hubo proclamado durante su acción militar y política en pos de la independencia, respetar los límites de las antiguas jurisdicciones para la fundación de las nuevas repúblicas en base al principio jurídico de Uti Possidetis Iuris, "tal como poseíste, poseerás".