Hace un año, denuncié en la justicia Federal (Dra. María Eugenia Capuchetti) un robo escandaloso de los K en el Fútbol para Todos.
Tiene un piso de mil palos verdes pero podría ser mucho más voluminoso.
Debería ser el clavo final en el ataúd de Cristina Kirchner y el Frente de Todos.
Están involucrados sus ex jefes de gabinete Aníbal Fernández, Jorge Capitanich y Abal Medina. También, los ex titulares del AFSCA Martín Sabatella y Gabriel Mariotto.
Desde entonces, le envié el material a más de 300 políticos y otros tantos periodistas. Especialmente, me ocupé de que los especialistas en deportes conocieran lo que había ocurrido delante de nuestros ojos durante seis años.
Al día de hoy, con excepción de Tribuna de Periodistas y el amigo Edgardo Martolio de Perfil.com, no he logrado que ningún colega publicara el contenido de la denuncia.
En el caso de los diputados, senadores y dirigentes partidarios me fue mucho peor: ninguno de ellos se mostró siquiera interesado por una causa que supera varias veces por sus montos a la de Lázaro Báez, por ejemplo. Intenté con todos. Desde la extrema izquierda hasta la extrema derecha. Lo hice con representantes de los 24 distritos electorales logrando el mismo resultado: cri-cri.
A todos les conté la trampa en apenas dos minutos:
1) Los K impidieron el ingreso de la publicidad privada en el FPT desde principios de 2010 hasta fines de 2015. En ese lapso se televisaron a través de este programa 3000 encuentros si sumamos Primera División, Nacional B, y Selección Argentina. Por esta medida, la Casa Rosada perdió 200 palos verdes por año. Unos 1.200 millones de dólares en el período apuntado.
2) Los partidos pasaron de contar con una medición de rating de seis o siete puntos en el sistema codificado a obtener el doble o el triple cuando los match quedaron liberados y gratuitos. Entonces, las firmas relacionadas con el deporte más popular quisieron ingresar de cualquier manera a la pantalla chica. Se trataba de 120 sponsors de primer nivel nacional e internacional que formulaban movidas infructuosas.
3) Las transmisiones se vieron modificadas. Las cámaras comenzaron a tomar cada vez más contraplanos. Se llegó a que en dos de cada tres segundos de partido (60 minutos por cada encuentro) saliera al aire la cartelería LED que aparecía como telón de fondo del juego. Los vallados electrónicos de 230 metros de largo habían reemplazado a los tradicionales chapones de metal y se metían en nuestras casas de forma completamente irregular.
4) Los K le cerraron las puertas a los más encumbrados auspiciantes pero les abrieron una ventana con las "ráfagas" que entraban de contrabando en la tele gracias a las potentes luminarias con imágenes en movimiento. Entonces, una firma privada y cautiva del poder le "pasó la gorra" a las 120 grandes empresas y les cobró por aparecer por izquierda detrás de cada jugada.
5) Balcarce 50 pagó todos los gastos: periodistas, locutores, técnicos, productoras y los derechos a la AFA. Mientras tanto, una firma llamada VHS Sports (que hoy está en convocatoria de acrededores) generó 10 millones de segundos de publicidad con PNT (Publicidad no tradicional) sin invertir un solo centavo. Se quedaron con un piso de mil palos verdes (ya que el segundo más barato en las transmisiones costaba 100 dólares).
¿Es tan difícil de entender el mecanismo de robo y saqueo del erario público?
¿No deberían estar presos Cristina, sus ex jefes de gabinete y los capos del AFSCA?
¿No deberían prestarle atención al tema los políticos de la oposición?
¿No deberían los periodistas críticos recoger el guante y explotar en rating y seguidores semejante choreo?
Ya pasó un año entero y todos miran hacia otro lado. Le perdonan la vida a la gran chorra argentina.
Dijo hace poco Claudio Escribano, el ex hombre fuerte del Diario La Nación: "El problema no es la Argentina, sino los argentinos".
Tiene razón el colega. Sería bueno que empiece por poner la mira en sus propios ex empleados.
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