El 15 de julio de 2015, el Tribunal Oral en lo Criminal N°9 de la Capital Federal sentenció a Jorge Néstor Mangeri a prisión perpetua por el delito de femicidio, en concurso ideal con los delitos de abuso sexual y homicidio agravado criminis causae. Esta última figura contempla aquellos casos en los que el homicidio se comete para preparar, facilitar, consumar u ocultar otro delito. En este caso, la Justicia consideró que el encargado le dio muerte a la joven Ángeles Rawson luego de un abuso sexual en donde no se consumó una penetración. Según puede leerse en la sentencia, los jueces consideraron que “desde un inicio su voluntad estuvo dirigida a someter a Ángeles Rawson, usar su cuerpo para satisfacer sus deseos y descartarlo cuando lograra su objetivo o éste se viera frustrado”. A criterio del tribunal, los hechos que desencadenaron en la muerte de la joven se dieron en un contexto de lucha defensiva, de la que darían cuenta las heridas presentes tanto en el cuerpo de la fallecida como del encargado.

Los magistrados sostuvieron que “los hematomas en los muslos de la niña reflejan la mano del agresor procurando separar las piernas” y que “las ropas removidas ponen al descubierto las zonas a la que el agresor deseaba llegar”. Luego, si bien reconocieron no poder acreditar que la intención del agresor fuese un intento de penetración, afirmaron que este habría conseguido “al menos, el tocamiento de sus genitales”, cuya prueba sería concretamente el hematoma producido en la raíz del muslo izquierdo.

Viéndose impedida o consumada la agresión sexual, sostuvo el Tribunal, Mangeri habría asesinado a la joven, “apretando su cuello con la mano derecha y cubriendo su boca y fosas nasales con la mano izquierda”.

Extracto de la sentencia contra el encargado

No obstante, ni uno solo de estos aspectos estuvo exento de controversias a lo largo del juicio oral: como previamente publicó Tribuna de periodistas, la defensa del portero hizo hincapié en las irregularidades de la segunda junta médica que llevó a cabo la reautopsia del cadáver de Ángeles.

Según los abogados del portero, los peritos del Cuerpo Médico Forense manipularon la prueba para buscar, por un lado, acreditar el dolo homicida, y por el otro, sostener un móvil: el abuso sexual.

Autopsia

Al prestar declaración testimonial en el juicio oral, el Dr. Héctor Félix Konopka, quien realizó la autopsia sobre el cadáver de la joven, relató haber partido de la hipótesis inicial de que se trataba de una víctima de violación, muerta por estrangulación a lazo. El hallazgo de 15 fracturas vitales de costillas y de neuronas rojas en el hipocampo lo hizo cambiar de opinión: según plasmaría primero en el informe de la autopsia y luego en el de la primera junta médica, la muerte se habría dado como resultado de una asfixia traumática provocada por una fuerza mecánica, compatible con la compactadora de basura. Tampoco encontró signos de una agresión sexual: el himen estaba presente, no había lesiones en la vulva ni en la región perineal, ni lesiones anales compatibles con una penetración forzada. Describió áreas equimóticas (moretones) en el muslo izquierdo, rodilla izquierda, tibia de la pierna derecha, las cuáles fueron posteriormente utilizadas por la segunda junta médica para sostener la hipótesis del abuso.

En su declaración en el marco del juicio oral, el abogado querellante Pablo Lanusse le preguntó sobre si la lesión en el muslo interno en la cara de la ingle era compatible con una agresión sexual, a lo cuál Konopka respondió: “Si yo encuentro nada más que lesiones paragenitales y no encuentro ni perigenitales, ni genitales, se me hace muy difícil asegurar que esto es motivado por una agresión sexual y no simplemente motivado por el aplastamiento”, explicando que dichas lesiones eran también compatibles con la presión ejercida por la compactadora. Naturalmente, sería esperable que alguno de los elementos presentes en el camión de basura deje su impronta al ser comprimido contra el cuerpo de Ángeles. Por ejemplo, se describe el hallazgo de un vidrio incrustado en el muslo izquierdo, que no mostraba signos de vitalidad. Esto demuestra que el miembro sobre la cuál figuraban las lesiones aparentemente demostrativas de un abuso sexual, estuvo en contacto con objetos de la basura, junto a los cuáles el cadáver fue compactado.

El hallazgo de un fragmento de vidrio en la piel del muslo izquierdo, narrado en el informe de la Junta Médica.

Segunda Junta Médica

La segunda Junta Médica, que revisó la autopsia de Konopka, no sólo difirió en cuanto a la causa de muerte, sino que además consideró que existían signos de agresión sexual y lucha defensiva. Las lesiones en la cara interna de ambos muslos e ingle izquierda, serían demostrativas de un abuso frustrado o consumado. A dichas conclusiones se llegó tan solo mediante el análisis macroscópico del material fotográfico de la autopsia.

Conclusiones de la segunda junta médica

Luego del análisis macroscópico, se ordenó la exhumación del cuerpo de la joven, el cuál tuvo lugar a 71 días de la muerte. Se tomaron muestras de una serie de tejidos, tanto de huesos como partes blandas, para enviar a examen histopatológico, a fin de determinar la vitalidad de algunas lesiones (es decir, si fueron provocadas con la víctima en vida). Naturalmente, el estado de putrefacción del cadáver no permitió sacar conclusiones certeras acerca de muchas de las lesiones, particularmente aquellas ocurridas en las partes blandas.

Al ser interrogada, durante el juicio oral, acerca de cuáles consideraba que eran indicios de un abuso sexual, la ginecóloga Palomero respondió que “había equimosis en la cara interna de ambos muslos y había otra lesión de fora más pequeña, circular, que estaba situada en la ingle izquierda, específicamente en la raíz del muslo”. Sosteniendo que estas eran de naturaleza traumática y vitales (provocadas en vida), y que esto había sido confirmado por el examen histopatológico. Agregó que “había otra equimosis que estaba ubicada en la cara interna de la rodilla izquierda” y explicó que todas las lesiones mencionadas eran vistas en casos en los que la víctima, para resistirse a un intento de acceso carnal, cerraba las piernas. La ginecóloga explicó que, al ser atacadas, las víctimas de abuso sexual suelen cerrar las piernas para proteger sus genitales, provocandose ese tipo de lesiones en la cara interna de los muslos y en las rodillas en el forcejeo con las manos del agresor, que intenta abrir las piernas.

Llamativamente, fue Roberto Victor Cohen, el perito más destacado de la segunda junta médica, el primero en contradecir involuntariamente a su colega. Al prestar declaración testimonial en el juicio, comenzó sosteniendo que las lesiones en la rodilla, ingle y cara interna de ambos muslos eran indicativas de un abuso sexual. En el transcurso de la misma, mantuvo el siguiente diálogo con Adrián Tenca, el abogado de Mangeri:

Tenca: ¿Las lesiones de los muslos son vitales?

Cohen: La ubicada sobre el muslo izquierdo, rodilla izquierda son vitales. Las del lado derecho, si bien macroscópicamente impresionan como vitales, como se tomaron 71 días después no pudieron ser confirmadas como vitales en la histopatología.

Tenca: ¿Y la del muslo izquierdo fue confirmada histopatológicamente?

Cohen: La que se encuentra sobre la rodilla izquierda. La del muslo izquierdo… el cambio cromático era compatible con vitalidad, no confirmada por la histopatología. Solamente la de la rodilla izquierda.

Tenca: ¿La de los dos muslos fueron por cambios cromáticos?

Cohen: Exactamente

Luis Alfredo García, el histopatólogo, declaró en igual sentido que Cohen. Al serle preguntado si las lesiones de los tobillos y muñecas habían impresionado como vitales en el examen histopatológico, el médico respondió que “Se hicieron 55 tomas con 70 y pico de muestras, de las cuales 41 eran partes blancas. Las partes blandas, todas tenían putrefacción, salvo la cara interna de la rodilla izquierda… la única que tenía signos de vitalidad. De las otras… por el estado de la pieza no puedo llegar a ningún diagnóstico” (minuto 03:00 del video).

Esta respuesta resulta particularmente curiosa, puesto que reiteradamente la Junta Médica hace afirmaciones con respecto a la vitalidad de lesiones en tejidos blandos. Por ejemplo, en la pregunta 44 del informe de la junta, se dice abiertamente que las lesiones de muñecas y tobillos “no mostraron signos de vitalidad”.

Declaración de Luis Alfredo García

Al preguntarle Tenca al respecto, se produce el siguiente diálogo, el cuál puede verse en el minuto 04:00 del video:

Tenca: ¿Y cómo la Junta Médica concluyó esto entonces?

García: ¿En qué sentido?

Tenca: La junta médica en la pregunta 44 concluyó que el estudio histopatológico de la piel de muñecas y tobillos no mostraba signos de vitalidad

García: Porque ellos hablan también macroscópicamente, Doctor, no solamente microscópicamente.

Tenca: Pero acá dice que el estudio histopatológico de la piel…

García: Claro, porque lógicamente… yo no puedo certificar porque estaba en estado de putrefacción.

Tenca: ¿No lo puede certificar?

García: Seguro

Tenca: ¿Entonces histopatológicamente no se puede determinar que tengan signos de vitalidad?

García: Yo… la única que pude determinar que tiene vitalidad, ya le expliqué Doctor, es la rodilla izquierda

Lo declarado por ambos médicos fue sostenido antes del juicio oral por los peritos de parte de la defensa, Ernesto Duronto y Gabriel Boselli. En un informe pericial presentado al juez de instrucción Javier Feliciano Ríos, los expertos dijeron que “no ha podido comprobarse histopatológicamente que las lesiones presuntamente equimóticas de las caras internas de ambos muslos sean de naturaleza vital”. También recordaron que fue la propia junta médica la que alertó sobre la menor precisión del análisis macroscópico, en relación al histopatológico (microscópico). Cabe recordar que los expertos de la segunda junta médica, al analizar el video de la autopsia, habían consignado como no vitales la totalidad de las fracturas de costillas. Sin embargo, al enviar sólo 5 de ellas a histopatología, el resultado fue exactamente lo contrario a lo consignado anteriormente: todas ellas eran vitales.

Informe pericial de la defensa, en donde se advertía que no había podido comprobarse histopatológicamente la vitalidad de las lesiones de los muslos.

Parece claro, por tanto, que no existe certeza con respecto a si estas heridas son equimosis (“moretones”), provocadas en vida, o se trata de lesiones post mortem o livideces. Pero, incluso de haber sido vitales, estas podrían haber sido causadas por la propia compactadora de basura en la que la joven falleció producto del aplastamiento, tal como señaló el médico autopsiante Héctor Félix Konopka. Esto, dado que se trata de un cuerpo que, por las propias condiciones a las que fue sometido, presenta multiplicidad de lesiones: muchas de estas, también en las extremidades inferiores, y que por su ubicación no son atribuibles a una agresión sexual.

A pesar de la falta de sustento probatorio, la hipótesis del abuso le permitió a los investigadores establecer un móvil para el crimen, que de otra forma difícilmente pudiese haber sido perpetrado por el encargado, con quien la joven casi no tenía relación.


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