El grave conflicto que sufre la Patagonia argentina, en especial la provincia de Río Negro, con la violencia de un grupo radicalizado de la comunidad mapuche, a través de toma de tierras, cortes de rutas nacionales, e incendio de propiedades, no solo vuelve la mirada a un pasado demasiado cercano, sino más que nada apunta a delicadas cuestiones ventiladas durante los años kirchneristas pero que hoy cobran mayor relevancia. Si bien el reclamo mapuche viene de hace décadas, se agudizó violentamente desde 2017, intensificándose en los últimos meses, con la virtual anuencia del Gobierno Nacional de Alberto Fernández y Cristina Kirchner.
El último domingo en Clarín, el periodista Nicolás Wiñazki reveló que los grupos más virulentos nucleados en la organización llamada RAM (Resistencia Ancestral Mapuche) tendrían “apoyo financiero y político de dirigentes vinculados a la reivindicación de los Kurdos y a la causa pro Palestina en contra de Israel”, además de ser asistidos legalmente por los ex jefes montoneros Fernando Vaca Narvaja y Roberto Perdía, con llegada a los Kirchner.
Pero hay otro aspecto del que se habló algo hace unos años pero extrañamente nadie lo ha mencionado en la actualidad: la posible infiltración en los mapuches más violentos de elementos de las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia), organización narcoterrorista que asoló (y aún lo hace) al país caribeño durante 50 años y que llegó a un cuestionado acuerdo de paz con el Gobierno del ex Presidente Juan Manuel Santos en octubre de 2016.
En el año 2017, cuando estalló el conflicto por la muerte de Santiago Maldonado, diputados chilenos, país que también sufre la violencia mapuche, y algunos periodistas y productores rurales argentinos aseguraron que los guerrilleros colombianos financiaban en parte las actividades de la RAM.
Es que no todos los miembros de las FARC aceptaron la paz con las autoridades. Prueba de ello lo da el poblado colombiano de Miraflores, una isla en las selvas del sur del país, accesible por aire y río. Con una gran pista de aterrizaje clandestina y unas condiciones geográficas favorables, este municipio se ha convertido en la capital del narcotráfico en el Estado de Guaviare. Justamente, 400 disidentes del Frente Primero de las Fuerzas Armadas Revolucionarias convirtieron a Miraflores en su principal centro de operaciones, cultivando y transportando enormes toneladas de base de coca por el río Vaupés hasta Brasil.
En el año 2006, a través de la revelación de correos electrónicos, se pudo comprobar que las FARC aceptaron brindar entrenamiento militar a un grupo de mapuches radicalizados en Chile. Los mails fueron enviados por uno de sus Jefes guerrilleros más importantes, Raúl Reyes, muerto por el ejército colombiano el 1 de marzo de 2008 en Eduador, a pocos kilómetros de la frontera colombiana, operación que originó en su momento una crisis entre ambos países, donde también participó la Venezuela de Hugo Chávez. Reyes, al momento de su muerte, tenía 121 procesos en juzgados y fiscalías, por los delitos de homicidio, lesiones, secuestro, terrorismo, además de haber violado centenares de menores.
En la documentación, se revelaba que “Roque”, el contacto en Chile con las FARC, había solicitado al grupo guerrillero la posibilidad de brindar entrenamiento a un grupo de mapuches el 27 de marzo de 2006, a lo que Reyes aceptó apenas tres días después, el 30 de marzo. “Existen compañeros del pueblo mapuche que hace rato están en lucha con el Estado por la devolución de sus tierras, tienen planes ambiciosos respecto de liberar una zona en el sur de Chile”, escribía “Roque”. Según se supo en su momento, Raúl Reyes responde a los “compañeros mapuches” que “la instrucción podría durar unos dos meses”, impartiéndose un curso entre agosto y septiembre de 2006. Si sucedió en Chile, podría haber ocurrido y estar pasando también en Argentina, en especial si se tienen en cuenta las metodologías utilizadas.
Las FARC son un grupo guerrillero autoproclamado marxista-leninista, creado en 1964. Inicialmente fue una guerrilla rural, pero con el paso de los años fue incrementando su poder, para convertirse virtualmente en una poderosa organización, que aprovechó la implosión de los cárteles de la droga colombianas e incorporó el tráfico de drogas a sus ‘negocios’ . Al punto en que hoy es mundialmente conocido como un grupo narcoterrorista.
Los aberrantes actos contra el Estado y la integridad humana que el propio seno de Naciones Unidas ha endilgado a las FARC remiten a violencia sexual contra mujeres y niñas, desapariciones forzadas, secuestros de civiles, trato inhumano a rehenes, abortos forzados, ejecuciones, y asesinatos. Sólo entre 1980 y 2012, el grupo guerrillero ejecutó más de 240 masacres (que arrojaron un saldo de 1.400 víctimas), destruyendo 200 núcleos urbanos y suburbanos en el proceso -al tiempo que se dieron a la expropiación violenta de miles de fincas, cuyos titulares fueron ejecutados de manera ‘sumaria’.
Este medio habló con el Dr. Fernando Vargas, co-fundador en 1991 del Comité Nacional de Víctimas de la Guerrilla, quien sufrió en carne propia la violencia de las FARC: su familia fue aniquilada y sus fincas, expropiadas. Sufrió varios atentados donde milagrosamente salvó su vida, al igual que la de sus hijos, pero debió abandonar Colombia en 2004 y asilarse en España. Para luego regresar y retomar la lucha desde su tierra. En 2016, fue un ferviente opositor a los acuerdos de paz.
Uno de los puntos que más cuestionaba era, casualmente, el reparto de tierras: “Colombia tiene 5 millones de hectáreas cultivadas, y les querían dar 10 millones a los terroristas. Era obvio que las iban a expropiar”. Y agrega que “la guerrilla mató a nuestras a familias, desterrando campesinos y hasta violando niñas. Destruyeron más de 200 pueblos y nos quitaron las fincas. Y ahora encima tenemos que darles 10 millones de hectáreas. Y son millonarios’. Finalmente señala: ‘Las FARC fueron una creación de la Guerra Fría. En aquel momento (1964), el Partido Comunista de la ex URSS (hoy Rusia) financiaba la aparición de milicias armadas, especialmente en América del Sur, a través de los PC locales. El comunismo colombiano nunca ocultó su pertenencia a las FARC’.
Tan lejos y tan cerca
Hoy confinados a determinados territorios del país, pero con un poderío aún intacto, la guerrilla ha reclutado por varias generaciones a los pobladores de distintos municipios, consiguiendo que solo algunos no tengan familiares en las filas guerrilleras. El caso más patente es de la citada Miraflores. Aunque los procesos nunca son idénticos, siempre es interesante indagar en ellos.
Un médico que ahora vive en Argentina trabajó allí durante 12 meses entre 2010 y 2011, antes de los acuerdos de paz. “Yo era el único médico en 400 km a la redonda. Así que a mí me trataban bien. Pero allí el Estado no está, los que mandan son los guerrilleros. La guerrilla se tomó Miraflores, la fuerza pública y los funcionarios de gobierno fueron desplazados. Y hoy nada cambió”. Y agrega consternado: “Lo sé porque la familia de mi esposa es de allá, o lo que queda de ella, las FARC le mataron al padre y al hermano hace muchos años”. Este medio intentó hablar con la mujer, pero fue en vano: “Es un tema que ni conmigo menciona”, explica el galeno, que solo da su nombre de pila, Julio, por miedo a represalias ya que su familia vive en Colombia.
En 2016, los guerrilleros de Miraflores repartieron volantes en los que expresaban que no se iban a acoger al acuerdo de paz. Desde ese momento, los disidentes han crecido y continúan apoyando grupos de otros departamentos de Colombia. E inclusive fuera del país. En este punto, no se debe pasar por alto que los altos miembros de las FARC son millonarios, producto de su transformación al narcotráfico.
Hasta tal punto han tomado control del territorio, que allí fue secuestrado a mediados de 2017 un funcionario de la ONU, según revela un informe del medio “InSight Crime”. “Allí no hay policía, no hay militares, ninguna institución que ejerza autoridad; todo el control está reservado para los rebeldes que no se acogieron al proceso de paz”, detalla el informe publicado en noviembre de 2017.
Y subraya un dato escalofriante: “Hay 150 menores de edad reclutados recibiendo entrenamiento”, añadiendo que “hay denuncias de que los disidentes han visitado las escuelas y mediante un trabajo ideológico han atraído a varios menores que, ante la falta de otras oportunidades, decidieron unirse a ellos”.
Por último, vale recordar que el escritor y diputado radical Álvaro de Lamadrid, quien residiera durante años en la localidad sureña de El Calafate, publicó en 2016 el libro ‘La Década Enterrada’, en obvia referencia al kirchnerismo, en tanto los detalles escenifican las sospechas de fondos negros ocultos bajo tierra por orden de la familia Kirchner. En sus páginas, Lamadrid pone en evidencia que el modus operandi de enterrar dinero tiene su origen, precisamente, en las FARC.
Eduardo Soares es un ex montonero que tiene por costumbre respaldar hasta la recalcitrancia el accionar y la ‘lucha política’ de las FARC. De hecho, supo militar en las filas del ejército narcoterrorista. En ocasión de cumplirse cuarenta años de la creación de la guerrilla, se celebró en Buenos Aires un acto conmemorativo donde, además de Soares, también tomó parte Madres de Plaza de Mayo. Corría el año 2004, y Néstor Kirchner ya se había afirmado en la Presidencia de la Nación.
Soares, hay que decir, es abogado defensor de las familias que ocuparon las tierras de Guernica en 2020.