En los últimos días tuvo lugar la licitación de espectro en Brasil, que incluyó varios lotes de frecuencias, tanto para 5G como para 4G. Una vez cerrada, y en base no sólo a lo recaudado sino también a las inversiones comprometidas, es considerada la licitación más grande de la historia de aquel país. Por lo tanto, y teniendo en cuenta que en Argentina no tenemos siquiera un plan de espectro, se convierte en un caso a analizar que puede servir de inspiración para lo que se viene por delante.
Brasil puso en juego 4 bandas de frecuencias (700 MHz, 2,3 GHz, 3,5 GHz y 26 GHz) repartidas en 43 lotes. Las bandas de 3,5 GHz y 26 GHz son exclusivas del 5G. Las bandas de 700 MHz y 2,3 GHz, si bien son compatibles con 5G, se utilizarán inicialmente para expandir 4G en todo el país. Pero además de obtener el espectro, los participantes se comprometieron a realizar inversiones con objetivos específicos, como la instalación de redes 4G en todos los municipios de más de 600 habitantes, cubrir 48.000 km de autopistas, ampliar de la red de fibra óptica o desarrollar una red privada de 5G para la administración pública federal. Adicionalmente, se definió que 5G debería estar disponible en todas las capitales brasileras para el 31 de julio de 2022, con un cronograma para seguir avanzando en ciudades de hasta 30.000 habitantes para el 2028. Finalmente, se estableció la obligación de conectar 503 sedes municipales con fibra óptica así como llevar conectividad a las escuelas.
Como resultado del proceso licitatorio, los tres grandes operadores nacionales, Claro, Vivo (Telefónica) y TIM obtuvieron espectro. Pero además, se sumaron seis nuevos operadores, de los cuales uno obtuvo la banda de 700 MHz con el objetivo de dar servicio mayorista. Cosa que hará (o al menos intentará) como operador privado y sin subsidios.
Con todo esto, Brasil generó una licitación por un valor total de US$ 8,7 millardos, de los cuales apenas el 10% (US$ 875 M) irá al Tesoro de aquel país mientras que el 90% restante (US$ 7,8 millardos) estará destinado a inversión. Un detalle interesante es que el pago al Tesoro podrá hacerse en hasta 20 años. Se trató de una subasta orientada claramente a generar inversiones en infraestructura antes que a satisfacer la avidez recaudatoria. Sin dudas, una decisión acertada teniendo en cuenta que el presupuesto para invertir es uno solo, y lo que se va al Tesoro se resta de lo que se dedica a infraestructura.
La experiencia brasilera se convierte así en un interesante benchmark para lo que Argentina tiene por delante, tanto en términos de 5G como de 4G (recordemos que hay espectro sin uso, que incluye el que en algún momento se reservó para Arsat así como el devuelto por Telecom luego de su fusión). Para ello, antes es necesario establecer la relación de tamaños entre Brasil y Argentina. A grandes rasgos, Brasil tiene un PBI que es equivalente a 4 veces el de Argentina, una población que es 5 veces mayor y un territorio que es 3 veces mayor. De tal forma, y en una aproximación grosera para tener órdenes de magnitud, se puede decir que los números de esta licitación serían 4 veces mayores que los que podrían darse en Argentina de seguir un esquema similar. Estaríamos hablando de una licitación por un total de US$ 2,1 millardos, de los cuales el Estado Nacional embolsaría US$ 218 M. Cabe recordar que la licitación de 4G, en noviembre de 2014, significó una recaudación de US$ 2.233 M (que no fue porque finalmente un bloque de espectro nunca fue ni pagado ni asignado). ¿Cuánta más infraestructura tendríamos hoy si el 90% de ese monto hubiera sido destinado a inversión en lugar de perderse en el barril sin fondo del déficit fiscal?
Pero no sólo de números se trata. También de política. En junio del 2020 (en plena pandemia) Brasil creó el Ministerio de Comunicaciones, evidenciando la relevancia asignada al sector. En Argentina fue al revés y tuvo una efímera vida, donde el mismo gobierno que lo creó lo disolvió apenas un año y medio después. Desde entonces, fue perdiendo categoría y hoy estos temas dependen de una Subsecretaría. Todo un símbolo. Brasil puso al frente del Ministerio de Comunicaciones a un diputado que venía de presidir la Comisión de Ciencia y Tecnología, Comunicación e Informática. O sea, alguien que ya estaba en tema. En Argentina, en cambio, el Ministro fue alguien que no tenía ninguna experiencia en la materia.
En Brasil también hubo una política pública orientada a atraer inversiones en infraestructura de comunicaciones, revisando el marco impositivo y eliminando aquellos que generaban distorsión y atentaban contra un mayor desarrollo. Aquí en cambio no sólo existe una alta carga impositiva general, sino que se aplican impuestos a bienes suntuarios (impuestos internos) a los celulares. Y mientras se declara a los servicios TIC como esenciales, su carga impositiva es la misma que la de aquellos que no lo son.
Por otra parte, mientras en Brasil hubo una clara mirada estratégica en materia de comunicaciones, aquí el regulador se pasó los últimos 2 años intentando bajar el precio de los servicios, con acuerdos primero y por decreto después, al tiempo que reparte fondos a pedido, pero sin un plan maestro para su utilización. En resumen, Política vs política.
Ojalá que la experiencia brasilera sirva de inspiración para los responsable de la política para el sector en Argentina. El país lo necesita.
Brasil, de cara al futuro, progresando. Nosotros revolcándonos con la generación del 45 y del 70. Y hablando del número de desaparecidos. Lindo país, siempre para atrás.