Diario Mendoza Today se ha ocupado mucho de la Empresa, o supuesta empresa Our Ranch. Para los que no saben de qué hablamos, era una empresa que prometía grandes sumas en concepto de retornos a la inversión en una empresa ganadera de Australia, para quien no la conoce, le contamos que esta empresa ya es una cónica del recuerdo.

Como ocurre en todos estos esquemas, ha habido fuertes intentos para captar más y más gente, de hecho a mí personalmente me pedían que investigue esta supuesta empresa seguramente porque necesitan alguien que hable de ellas (aunque sea mal) para que las pocas o muchas personas que puedan leer un par de líneas conozcan este, que fue uno de los esquemas que pasaron sin pena ni gloria (aunque en realidad, cuando escuchen el audio que dejo al final se van a dar cuenta que pasó con más pena que gloria).

Estos esquemas que ofrecen altísimas rentabilidades y la promesa de la salvación del trabajo que sería como tener una subvención y vivir de manera permanente en modo renta pasiva ¿Jubilación? ¿Plan?

En estos días circulaba una canción que plantea las penas de los inversores en Our Ranch. Lo lindo de la letra de esta canción es que va narrando desde el principio cómo ingresa una persona a uno de estos esquemas

“Esta es una historia de una plataforma que encontré hace dos meses y me está cambiando la vida…”, comienza diciendo la letra.

Luego el momento de máxima euforia donde empieza a ganar dinero con la plataforma:

“Estoy ganando plata invirtiendo en vacas, me voy a Mar del Plata y después en mi Ferrari me compro una bata.”

Y finalmente la desazón y la bronca de cuando se encuentra con que no está cobrando y a las cosas que haría si se cae el esquema: “…si esto se va y se termina el juego seguro que me corto los dos h… me ahorco con una corbata y me voy a Lanata a quejarme porque era una estafa, no tengo ni para una garrafa”.

Finalmente y para quienes dicen que no hay violencia en este o en otros esquemas, el mismo cantante menciona que tienen un boxeador que está con ellos y si no decís que sí te golpea el rostro.

Creo que esta persona, que desconocemos quien es, con humor, ha sabido graficar cómo entra alguien a uno de estos esquemas, cómo se siente mientras va cobrando y la desesperación cuando deja de cobrar y además de eso la violencia verbal y/o física a la que se ve expuesto si reclama.

Espero que te haya gustado la nota. Si tenés algún comentario enviámelo a inversionartery@gmail.com