Pocas veces hubo tanta expectativa respecto de un discurso de inauguración del período de sesiones ordinarias del Congreso. No es para menos, si se tiene en cuenta que lo que se estaba esperando eran datos que permitan resolver las dudas planteadas en torno al entendimiento con el Fondo Monetario Internacional, que el Gobierno anunció hace justamente un mes y un día, pero que desde entonces no termina de cerrar. Tampoco lo ha hecho ahora.
Como para acrecentar el misterio, desde hace semanas se viene anunciando el ingreso al Congreso del texto que deberán aprobar ambas cámaras, pero siempre se va corriendo la fecha. La última vez fue este lunes 28 de febrero, cuando como para darle más certeza a la expectativa se dispuso mantener una guardia en Mesa de Entrada de la Cámara baja por si el Ejecutivo enviaba el proyecto de una vez por todas. No sucedió, y se esperaba entonces que el presidente diera elementos concretos para conocer en qué estado está la negociación.
Lo hizo, y no hubo que esperar hasta el final de su discurso de poco más de una hora y media para escucharlo. Reiteró parte de lo que había señalado el 28 de enero, cuando en un breve mensaje grabado en los jardines de Olivos dijo que ese era el mejor acuerdo posible. Este martes repitió la frase y agregó algunas precisiones: no habrá reformas previsional ni laboral; no habrá ajuste; no habrá tarifazos… aunque las tarifas van a aumentar. Habrá que ver hasta qué porcentaje se interpreta la palabra tarifazo.
Se empezará a pagar en el año 2026 y deberíamos terminar de pagar 8 años más tarde. “Es el mejor acuerdo que se podía lograr”, remarcó dos veces el mandatario, curiosamente más enfocado en convencer a los propios que a los ajenos.
El Gobierno se tomó su tiempo para alcanzar este entendimiento que todavía -admitió el presidente- no alcanzó a cerrarse. De hecho, el año pasado en la apertura de sesiones ordinarias anticipó el envío del acuerdo con el Fondo. Esa vez dijo que lo haría en el transcurso del año, pero como el acuerdo se demoró…
“Defender los derechos de nuestro pueblo demanda mucho más que cinco minutos”, explicó este martes el mandatario, en referencia a los dichos del expresidente Mauricio Macri respecto de cuánto hubiese demorado en refinanciar lo acordado en 2018, de haber sido reelecto.
La oposición de Juntos por el Cambio había anticipado su intención de retirarse si el presidente se excedía en sus críticas a la administración anterior. No lo hizo cuando Alberto Fernández le enrostró a Macriun endeudamiento adquirido “con una frivolidad alarmante”, tal su definición. Pero la gota que colmó la paciencia de parte de la oposición fue la insistencia en avanzar con “una querella criminal tendiente a establecer la verdad y las responsabilidades sobre este endeudamiento”. Ahí las dos bancadas del Pro se pararon para irse.
El presidente y la vicepresidenta contemplaron la salida de sus adversarios sonrientes. Algunos se preguntaban la razón que pudiera justificar cierto gozo de parte del mandatario, cuando bien se sabe que necesitará al menos una parte de Juntos por el Cambio para aprobar el acuerdo con el Fondo, pues con los propios no llega. Tal vez haya celebrado internamente que el enojo se haya limitado a una parte de JxC y toda división opositora le sirve.
“Eso a nosotros no nos va a dividir”, aclararía más tarde el diputado Mario Negri, que se quejó porque el presidente insistiera con una acción judicial que ya había anunciado hace un año.
Pero así como Juntos por el Cambio le sirve al Gobierno para focalizar la rivalidad con el fin de fortalecerse internamente, lo mismo pasa con la Justicia. Con los integrantes de Corte presentes y a pocos metros de su estrado, el presidente zamarreó a la misma. Pareció que más que hablarle a sus cuatro integrantes, lo hacía al kirchnerismo en general y a su vicepresidenta en particular. “La conformación y funcionamiento de la Corte Suprema de Justicia también debe ser objeto de análisis y decisión en este ejercicio legislativo”, señaló el presidente luego de haberle apuntado a Comodoro Py y hablar de “complicidad judicial con el poder económico”.
Debería tener claro el presidente que por más empeño que ponga, nada ha cambiado desde que la reforma judicial cuya media sanción ya perdió estado parlamentario fue frenada en Diputados. En rigor, sí cambió: ahora es aun más difícil que un proyecto de esas características pueda avanzar con este Congreso. Y mucho menos una reforma del Máximo Tribunal en este ejercicio legislativo, como el presidente dijo, cuando ni siquiera está en condiciones de reunir las mayorías necesarias para completar su composición. De hecho, desde el retiro de Elena Highton de Nolasco -ya pasaron cuatro meses- el presidente no ha enviado siquiera el pliego de un reemplazante.
Con el tema del acuerdo con el Fondo como eje dominante de la presentación de Alberto Fernández en el Congreso, las expectativas estaban puestas no solo en las palabras que fuera a decir, sino también en los gestos y presencias. O más bien las ausencias.
Particularmente los gestos de la titular del Senado, que como el jueves pasado en la sesión preparatoria se mostró de buen talante: repartió sonrisas, dialogó con su compañero de fórmula y contrariamente a lo que algunos sugerían que iba a suceder, no le puso a Alberto la cara que Bergoglio tenía cuando Macri lo visitó en Roma en 2016.
En cuanto a las ausencias, no por esperada dejó de ser notoria la de quien hasta hace 29 días presidía el bloque oficialista de la Cámara baja. Máximo Kirchner se quedó en Santa Cruz y para moderar el impacto de ese dato algunos recordaron que ya el año pasado no había estado presente en la Asamblea Legislativa. Por más pandemia que haya habido entonces, un presidente de bloque tiene una serie de obligaciones y estar presente en esas instancias es una de esas. Podrá decirse que también tiene la obligación de defender las políticas de su gobierno, y ese es un buen justificativo de su decisión de renunciar. Como sea, el hijo de los Kirchner será recordado como un presidente de bloque atípico.
El resto de los integrantes de La Cámpora estuvo presente en el recinto este martes, al menos sus figuras más conocidas. Nada garantiza igual que vayan a votar el acuerdo con el Fondo, que debe ser el desvelo principal del presidente Fernández.
Que anunció además una batería de proyectos para tratar a lo largo del presente año. Más de una decena, algunos de los cuales ya figuraban en el temario para extraordinarias… que pasó sin que ni uno solo de esos proyectos fuera tratado siquiera en comisión.
Con semejante antecedente, números muy ajustados y una tirantez extrema con la principal oposición, difícilmente pueda hacerse demasiadas ilusiones. Bastará con que, a diferencia de lo que sucedió con los 15 proyectos que anunció en la Asamblea Legislativa de 2021, al menos uno de estos proyectos sea aprobado.