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Hace falta un estadista

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El problema de contar con un gobierno "sin autoridad ni poder"
El problema de contar con un gobierno “sin autoridad ni poder”

Tal como están las cosas en la política, la economía y en el oscuro panorama social, Argentina necesita un estratega. Un estratega de verdad, con capacidad de mirar el escenario completo, de redefinir el rumbo del país en todos los sentidos, hacia adentro y hacia afuera. A todas luces los habitantes de este hermoso territorio no saben para dónde van, carecen no solo de una visión de futuro sino también de esperanzas. 

 

Los enredos políticos de un gobierno sin autoridad ni poder, sin una mínima hoja de ruta, de rebote en rebote, y una oposición que tropieza todo el tiempo con sus propios obstáculos, más la ausencia notable de un liderazgo estratégico que ni siquiera se avizora en el horizonte, genera la misma incertidumbre de un náufrago en el mar en busca de una tabla salvadora y rogando que no se lo coman los tiburones. 

Esa es la sensación en “la calle”, una acepción dicha a la ligera pero que debería ser reemplazada por “el pueblo argentino”. Después de vivir tantas décadas de desasosiego, este pueblo ya no da más, está exhausto, harto como nunca. Sin embargo, todavía le quedan fuerzas para sostener el sistema democrático incólume hasta el fin del mandato del peor presidente de la historia. 

Ese pueblo no se levanta solamente porque quiere que se cumpla con la Constitución Nacional, lo hace por la necesidad de no agravar más la debacle de las instituciones que el kirchnerismo todavía no derribó. En el proceso de destrucción a que están sometidas, cada día se asemejan a los edificios ucranianos bombardeados por los rusos. Pero resiste. 

La chatura en la que viven los argentinos es tan significativa que duele, hay consciencia de ella en cada rinconcito del país donde cada mañana hay que levantarse para dar una batalla de la que no hay constancias que tenga un fin a corto plazo. La pelea es por la pérdida del nivel adquisitivo, por el bombardeo sin piedad del aumento de los precios de los alimentos y los remedios, por el terror a perder el trabajo, por la búsqueda infructuosa de un salario -ya ni siquiera digno-, por el ajuste económico doméstico permanente. 

Ya no se trata de una clase media dándose los gustitos minúsculos de otras épocas, ni de los informales que changuean todo el día los cartones que cada día son menos. No se trata de los que viven de los planes, los pobres que los necesitan o los gerentes de la pobreza que medran con ella. Se trata de una sociedad hecha añicos en solo dos años y medio de gobierno kirchnerista. 

La factura es para toda la clase política que va desinflándose como un bizcochuelo sacado del horno antes de tiempo. Y probablemente también para los medios de comunicación que no sienten la necesidad de emerger del barro de la política y poner la mirada en las ideas, en las eventuales soluciones que no sean paliativas para salir de esta crisis angustiante. Siempre los mismos invitados repitiendo una, diez, cien veces las mismas irónicas frases. Los políticos ya no se cruzan ni debaten en los medios. Ahora hablan solo con el entrevistador, una vieja modalidad reflotada para evitar los enfrentamientos en cámara. 

Esto sería una anécdota si existiera verdaderamente un liderazgo convocante. ¿Qué significaría un liderazgo convocante? No necesariamente debe ser una persona sola, bien puede ser un grupo de personas con voluntad política de levantar la cabeza y mirar el campo completo. Pero, todos están distraídos en la pequeñez de sus intereses personales, en las actuaciones de ocasión para construir un perfil de personaje teatral, negando cínicamente sus ambiciones de corto y mediano plazo para que no los consideren herejes de la pugna. Lo que está a la vista es pura simulación, en todos los espacios políticos. 

Hay hipocresía e ineficacia en los ocupantes del gobierno actual, hay sorna y venganza en la fuerza oficialista escindida y dedicada a destruir al Adán que creó la misma doctora Frankenstein, hay un silencio sospechoso en el sindicalismo argentino, hay cinismo en las fuerzas de izquierda y en los movimientos sociales batallando la demencia en las calles, hay fuerzas endebles en una oposición que ve una nueva oportunidad a unos metros de la llegada al puerto. 

Veamos que piensan algunos famosos sobre el liderazgo: “La tarea del líder es llevar a la gente desde donde están hasta donde no han estado”, dice Henry Kissinger, quien de liderazgo algo sabe. “El poder no es control. El poder es fuerza y es dar esa fuerza a otros. Un líder no es alguien que obliga a otros para hacerse más fuerte”, acota Beth Revis. “El buen líder sabe lo que es verdad; el mal líder sabe lo que se vende mejor”, añade Confucio. “Un buen líder lleva a las personas a donde quieren ir. Un gran líder las lleva a donde no necesariamente quieren ir, pero deben de estar”, dijo alguna vez la primera dama Rosalynn Carter. “Un buen líder no es un buscador de consensos, sino un moldeador de consensos”, sostenía Martin Luther King. “El desafío del liderazgo es ser fuerte pero no grosero, amable pero no débil, reflexivo, pero no perezoso, confiado, pero no arrogante, humilde pero no tímido, orgulloso, pero no arrogante, tener humor, pero no parecer necio”, pensaba Jim Rohn. 

Lo que necesita la Argentina no es solo un líder con determinadas características personales. El país necesita un líder con cabeza de estratega. Últimamente se le llama estratega a cualquiera, incluyendo a la vicepresidenta Cristina Fernández, quien ha revelado en su regreso que perdió todo el encanto con el que subyugó a millones de personas. CFK no es una estratega y las pruebas están a la vista. Si hubiera tenido visión estratégica no habría bendecido a Alberto Fernández como candidato a presidente. Una mujer 

estratega jamás hubiera elegido a Amado Boudou como vicepresidente. La visión estratégica de Cristina es miope en cuanto a la ubicación de la Argentina en el mundo. Ella no tiene ninguna atribución para encolumnar al país en la línea del zarismo ruso, la dictadura cubana, la venezolana o la nicaraguense, como aspira a hacerlo. Si la sonroja Vladimir Putín y la desarma con un regalito histórico, es una cuestión personal, no debería ser ideológica ni obligatoria para un alineamiento. No tiene visión estratégica porque las dos terceras partes de la Argentina no están de acuerdo con eso ni lo permitirían. CFK no tiene capacidad de estratega cuando quiere eliminar uno de los tres poderes del Estado. La desviada mirada de la historia no cancela un acuerdo universal de respetar el sistema democrático tal como está desde la Revolución Francesa, por más antigua que le parezca. 

La señora perdió la noción de la política a causa de un enojo que no se diluye dentro suyo, es esa hiel que la carcome día a día la que determina sus acciones, no es su visión “estratégica”. Tanto se nota que no la tiene que hasta se durmió en los laureles y no sacó otra ley -tampoco hubiera podido- para modificar la conformación del Consejo de la Magistratura, entretenida como estaba tratando de hacer que un juez de cuarta de Entre Ríos desconociera una decisión de la Corte Suprema de Justicia. Le falló la jugarreta y se volcó a una trampa trasnochada de separar su propio bloque para disputar el representante de la minoría que es del PRO. Su maniobra es infantil, pero causa conflicto, que es lo que mejor le sale. 

Perdió la muñeca. No es la misma que hasta 2015. Los fracasos dejan huellas y rencores, y cuando estos mandan la inteligencia se va, el sentido común fuga sin remedio, y quedan solo los manotazos de ahogado. De otro modo no hubiera hecho el papelón que hizo frente a los eurodiputados metiéndolos en un acto con fanáticos kirchneristas, ni hubiera puesto al descubierto la interna que hay en su fuerza política dentro del gobierno. Suenan los acordes de la Patética de Chopin. 

Un líder estratégico, como por ejemplo Perón, hubiera dado un giro de timón en la economía que se va a pique, pero no, ella incide desde el autoritarismo para que los muñecos que le temen sigan repartiendo dádivas para paliar el descalabro de la super inflación, 51%. Ha perdido hasta el carisma, el cual no necesariamente convierte a un líder en estratega. Sus pequeños actos de maldad están lejos de construir una mini estrategia. 

Esto es lo que hay. La responsabilidad de los políticos de la oposición es la de distinguirse -y no por los buenos modales- de esa fantasmagórica figura que ocupa el centro de la atención por su poder de daño. En favor de un país que anhela correr las nubes negras con sus manos, la oposición está obligada a levantar el nivel político en el país, con ideas renovadas, planificación para reconstruir el país, sentido de superación de la actual coyuntura para poder pensar, y sobre todo creer, que la República Argentina puede ser y estar mejor -aún con los sacrificios que deba hacer- a partir de 2023. 

 
 

20 comentarios Dejá tu comentario

  1. Me equivoco o China está tratando de imponer el yuan para las operaciones internacionales, así que la posibilidad de que China apruebe esa convertibilidad es baja? ¿Acá en Argentina quiénes aceptan yuanes?

  2. De verdad que si no estuvieron en el país porque trabajatron afuera , en el exterior regresan y se creen que cosa para decirles a los demás que no les inculcaron principios, valores y Educación??????? Que lo n0tan en éste Portal ?????? MI DIOS, que delirio de Superioridad . Además se quedaron en el Siglo XIX al decir que graciosamente recibieron un chistecito que se hagan atender con Médicos actuales porque los de ahora se recibieron virtualmente DE VERDAD ??????? O sea conocen a cada Rector de las Casas de Estudios, que hicieron durante la Cuarentena impuesta,, que hizo cada alumno de Medicina y demás carreras dependientes de Ciencias Médicas.. Saben como recuperan las prácticas de cada curricula??????? Pero se consideran más EDUCADOS QUE LOS DEMÁS. SABEN QUE LES FALTA ESCRIBIR, EL TIEMPO PASADO FUÉ MEJOR.

  3. No está mal. Habrá que ver primero qué consideramos por un estadista. Lo primero que surge es que un estadista es alguien que sabe para qué sirve un estado y cómo hacerlo funcionar de manera eficaz. Hablamos de un estadista como alguien que tiene por profesión y capacidad la dirección de un estado. Lo siguiente es considerar algo elemental sobre toda profesión. Un profesional conoce su actividad y su responsabilidad, y conoce con qué herramientas y recursos puede asumir una responsabilidad y también cuáles recursos no son aptos para el trabajo. Para ponerlo simple, no podés salir a buscar un estadista para que te maneje cualquier estado. Acá el problema es el estado no sólo el estadista. El presente Estado, especialmente la administración pública es un monstruo descomunal, en el mejor de los casos inútil y en la generalidad más perjudicial que otra cosa. Ningún estadista con alguna capacidad aceptaría gestionar este adefesio de administración pública. Porque este Estado está hecho a la medida de los autores del presente fracaso, y es incompatible con cualquier cosa que funcione. Por poner una muestra, miles de pendejos inútiles de la Càmpora están colgados de sueldos jerárquicos del Estado. No sirven para nada y nunca vana servir para nada. Cualquier replanteo de la administración obligaría a despedirlos y pagarlos por buenos. Sería muy difícil encontrar alguien decente y capaz que agarre viaje. Este modelo de Estado en permanente crecimiento con el único objetivo de pagar sueldos y otorgar privilegios ya ha demostrado que es la muerte de este país. Lo único que queda es barajar y dar de nuevo, empezar una administración desde un presupuesto base cero y en base a lo realmente necesario. Hace falta un estadista, pero lo primero que tiene que hacer es replantear el presupuesto y la administración responsable de su ejecución, o sea es necesario un estadista que empiece por racionalizar todo el Poder Ejecutivo y hacerlo austero chico barato y responsable, que los únicos que pueden reconstruir la argentina son los laburantes de siempre y nunca una mafia militante.

  4. Te lo pongo de otra forma. Vos estás buscando un capitán para el Titanic después que chocó contra el témpano.

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