La titular del INADI (Instituto Nacional contra la Discriminación y la Xenofobia) María José Lubertino, redactó un proyecto para que el 40% de los cargos gerenciales esté ocupado por mujeres. La funcionaria aseguró que el proyecto establece un plazo de ocho años, en el que las empresas deberían hacer que el 40% de sus cargos directivos o administrativos estén ocupados por mujeres, un sistema que copia el denominado "cupo femenino" que rige para el ámbito político.
Según su criterio, el objetivo es para fortalecer "el concepto de paridad entre los hombres y las mujeres, y no en detrimento de los hombres".
Sería bueno que algún asesor de la señora Lubertino le haga saber que este proyecto es, además de contradictorio, discriminador por donde se lo mire.
En primer lugar, si se trata de equiparar a las mujeres con los hombres, ¿por qué el 40% y no el 50%? Y por consiguiente, la medida es totalmente discriminatoria hacia los hombres que puedan ocupar esos cargos y no lo puedan hacer por el cupo.
No podemos dejar de lado el hecho de preguntarnos qué pasaría si no existe la cantidad necesaria de mujeres que estén en condiciones o dispuestas a ocupar esos cargos ¿Se pone a la primera mujer que se presente por más que no esté capacitada, por el sólo hecho de cubrir el cupo?
Pero los puntos más llamativos y discriminadores son, en primer lugar, el hecho de tratarse únicamente de puestos gerenciales ¿por qué se discrimina a las mujeres que realizan otras tareas de menor jerarquía, como empleadas administrativas, secretarias, telefonistas etc? y también discrimina a otros oficios, profesiones y ocupaciones, ya que si el criterio es equiparar, también se le debería dar el mismo tratamiento a la cantidad de mujeres que desearan ser colectiveras, camioneras, árbitros de fútbol, albañiles, trabajadoras ferroviarias, chapistas, mecánicas, periodistas, taxistas u otras actividades donde predominan los hombres, o también, debería ser a la inversa, creando también un cupo para que exista la misma cantidad de maestros jardineros, depiladores o parteros, sólo por citar algunos casos para demostrar lo ridículo del proyecto.
Como dijimos, el proyecto no es solamente contradictorio, sino que además es discriminatorio y autoritario, ya que insinúa, con el sólo hecho de proponerlo que las mujeres tienen cierta inferioridad y no pueden acceder o ascender a diversos puestos, y esto es realmente inadmisible, especialmente en nuestro país, donde parece que la señora Lubertino no se enteró que en las últimas elecciones fue electa una mujer. Es más, en segundo lugar también hubo una mujer, Elisa Carrió.
Se supone que el INADI trata casos de discriminación, entonces, sería más beneficioso y fructífero que la señora Lubertino, a quien nosotros le pagamos el sueldo, en vez de presentar este tipo de proyectos que para lo único que sirven es para perder el tiempo, se ocupe de la discriminación, por parte del Estado, a los miles de chicos que piden monedas en los semáforos y aspiran pegamento en vez de ir a la escuela, o de la cantidad de familias que duermen en la calle.
En esos casos, el Estado ¿no los discrimina?
Pablo Dócimo