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AL FIN Y AL CABO

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¿EXISTE EL DESTINO?
¿EXISTE EL DESTINO?

    Unos dicen que sí, mientras que otros dicen que no. ¿Cuál es la verdad?
     Mucho se ha escrito, hablado y discutido sobre el tema.
     Destino: "Hado. Encadenamiento de los sucesos considerado como necesario y fatal". Así reza su definición en el diccionario corriente. A su vez el diccionario filosófico lo define como "la acción necesaria que el orden del mundo ejerce sobre cada ser particular del mundo mismo, y lo divide en: 1º) la necesidad, casi siempre desconocida, y por ende ciega, que domina a un ser particular del mundo en cuanto parte del orden total; 2º) la adaptación perfecta de cada ser particular a su puesto, a su arte o a su función en el mudo, ya que, como engranaje del orden total, cada ser es hecho para lo que hace."
     Este concepto acerca del destino es antiquísimo y sobremanera difundido. Es además aprobado por todas aquellas filosofías que en cierta manera aceptan un orden necesario en el mundo y que contienen cierto dejo de creacionismo.
     A su vez la filosofía contemporánea acepta: 1º) un orden total que obra sobre el hombre determinándolo; 2º) el hombre en singular, no se da cuenta del orden total y asume la idea de que el destino es ciego; pero luego esta postura fue abandonada, para dar lugar a otras características, a saber: 1º) la determinación necesaria no es la de un orden, sino la de una situación y la reiteración; 2º) el destino no es ciego, porque es la aceptación deliberada de la situación necesaria.
     Hasta aquí "la reina del conocimiento": la filosofía.
     Particularmente, ante este cuadro de definiciones, me siento renuente a aceptar una sola tilde de lo antedicho.
     Que me perdonen los señores filósofos, profundos pensadores, pero han sido todos unos chapuceros al concebir el "destino" que según mi óptica no existe, al menos en este nuestro Universo de galaxias, (no se si en otros mundos fantásticos navegando por ahí o en quiméricas versiones distintas del Universo, que no creo que existan tampoco, más allá ¿dónde? ¡no lo se! del nuestro).
     Existen muchas peticiones de principio en esta materia; es decir, una falacia que consiste en presuponer para la demostración un equivalente o sinónimo de lo que se quiere demostrar.
     En primer lugar, ¿de qué orden total me hablan "los dueños de la verdad absoluta" (léase filósofos)? En segundo término ¿de qué orden necesario en el mundo, me hablan los pensadores del supuesto saber sin supuestos? Siguiendo el hilo tras un breve salto, ¿de qué determinación necesaria me anotician? Por último, ¿de dónde extrajeron las ideas de que "el destino es ciego" y de que existe una "situación necesaria"?
     No soy un genio, pero puedo asegurar que leyendo un buen tratado de física cuántica, cualquiera puede darse cuenta cabal de que es el "señor azar" quién cuadra a este tema como anillo al dedo.
     ¿El azar solo? ¡Horror! ¿Cómo podemos (toda la humanidad) desde siempre, estar sujetos al "mero" azar?
     ¡Sencillo! Aquellos que estudian la materia-energía bien de cerca y en profundidad, con los grandes aceleradores de partículas utilizados para entender la estructura de dicha materia-energía (y conocer de paso de qué estamos hechos junto con el mundo), ya bien saben que el determinismo fatal es un soberano mito.
     ¿Qué significa esta, para muchos, ensalada mixta?
     Quiere decir lisa y llanamente, que aquellos pensadores de antaño y aun de hogaño, al desconocer la verdadera naturaleza de la materia-energía, sólo lucubraban y, continúan lucubrando fantasías.
     Hoy se sabe que una cadena de hechos físicos puede romperse ya sea espontáneamente (radiactividad) o por cruzamientos con otros hechos que cambian aleatoriamente el curso de los acontecimientos.
     Imaginemos un rayo cósmico libre en el espacio, que de pronto choca con una partícula que se atraviesa en su camino. ¿Cuál es el resultado de la colisión en el "vacío"?: un chubasco de subpartículas que cambian totalmente de rumbo con respecto a la trayectoria inicial del cuerpo. Este chubasco, llamado también en física nuclear, estrella pi mesónica, amén de otros eventos, provoca nuevas secuencias de hechos aleatorios que nada tienen que ver con la secuencia anterior.
     Y no podemos introducir legítimamente aquí, el trillado ejemplo de las bolas de billar, que serían un buen argumento para explicar que todo procede de algo, en este caso del choque calculable del taco y de dichas bolas, por la sencilla razón de que los elementos subnucleares no son bolas de billar ni bolitas de ninguna clase, sino que se trata de elementos elásticos no concretos, que se disparan hacia cualquier lado cambiando de naturaleza. 
     No obstante, puede surgir un interrogante: ¿Qué tendrá que ver un rayo cósmico con la biología, por ejemplo?, se preguntarán los legos en la materia. ¡Mucho! respondo. ¿Cómo es esto? ¡Sencillo! Veamos: un rayo cósmico, procedente del espacio lejano desde más allá de nuestra galaxia Vía Láctea, con su terrorífica energía, que también puede incidir (y lo hizo y lo hace a montones) en un ADN alterando allí el plan genético. Y esto viene sucediendo desde la primera forma viviente hasta nuestros días.
     ¿La consecuencia? No somos producto de un destino inevitable, sino de un azar.
     En efecto, podríamos ser, hoy día, totalmente distintos si los rumbos biológicos hubieran seguido otros derroteros. Luego, jamás fuimos destinados a lo que somos, sino que somos el resultado del más puro azar.
     Esto que parece un juego de palabras, es una realidad palpable a la luz de la Ciencia Experimental, muy, pero muy lejos de toda especulación barata.
     Consecuencia: ¿dónde queda ahora la noción de destino "no ciego, ineluctable", de los filósofos?
     Más bien me inclino a creer que esta gente (léase filósofos) ha estado "cazando fantasmas".
     En este punto, me veo obligado a aclarar que este no es un tema didáctico, sino un un escrito libre, por cuanto el lector acostumbrado a un cuestionario se puede encontrar un poco desorientado. Pero no importa, no seamos académicos, amigos del encasillamiento de los temas, sino pensadores independientes.
     Podemos iniciar ahora otro enfoque del tema. Mucho se ha hablado del destino de acá, del destino de allá y del destino del más allá.
     Que lo digan si no los astrólogos de todos los tiempos ¡y también los filósofos de todas las épocas!
     ¿Qué dice estos últimos, los oscuros metafísicos? Ya lo hemos adelantado que lo definen en principio como "la acción necesaria que el orden del mundo ejerce sobre cada ser particular del mundo". (Según Diccionario de filosofía, de Nicola Abbagnano; Editorial Fondo de Cultura Económica, México).
     ¿Quién no cree en el destino? Creo que son muy pocos los que no lo aceptan. Tanto las religiones orientales, como algunas de las otras, admiten la predestinación, y por supuesto también los astrólogos.
     Sin ir más lejos, los religiosos protestantes nos hablan de dicha predestinación. Pero a su vez los católicos no se quedan cortos y nos explican que su Dios elige a los que cooperan libremente con su gracia para lograr la gloria, con el ilógico añadido de que ya sabe de antemano quienes serán condenados y quienes saldrán salvos de la vida terrena.
     Esto último es un intríngulis que ni el mismo Einstein sería capaz de entender, y menos entonces, resolver.
     Y para colmo de males, el diccionario enciclopédico nos sale al paso con que, el predestinado es "un elegido por Dios desde toda la eternidad" para lograr la gloria (sic). Y en el mismo diccionario podemos leer esta definición de predestinación: "Doctrina que defiende la existencia de un plan divino que determina la salvación de los hombres independientemente de sus acciones" (sic) (sí así como suena).
     Aquí sí que, evidentemente, sobran las palabras y sólo me resta remitir al lector al pensamiento siguiente: si este Dios ya sabía desde toda la eternidad pretérita quién se iba a salvar y quién estaba destinado a la condena, ¿para qué creó al hombre a prueba entonces? Dejo para los teólogos la respuesta.
     Vayamos ahora hacia otro enfoque más serio y racional del supuesto destino.
     El diccionario filosófico, en apariencia parece estar más acertado (aunque según mi óptica sólo en apariencia) cuando dice: " El concepto de determinismo es antiquísimo y muy difundido, por ser aceptado por todas las filosofías que de algún modo admiten un orden en el mundo".
    
Sin embargo, si leemos atentamente esta definición para confrontarla con la realidad, vamos a hallar en ella una evidente petición de principio. ¿Cuál es ella? Simplemente, y otra vez, en suponer que existe un orden necesario en el mundo y, ¡aquí está el error!
     Saliendo del supuesto saber sin supuestos (como se define a la filosofía), vemos que la mayoría de las personas sin saber absolutamente nada de esta disciplina, acepta de buenas a primeras el destino. (Que lo digan si no los astrólogos y los augures). "Todos estamos destinados"; "es el destino de cada uno"; "tuvo que suceder porque así estaba escrito", se dice.
    Destino y fatalismo van de la mano, y esto último también se halla como doctrina, según la cual, todo sucede por las determinaciones ineludibles del hado, o fuerza oculta que rige los destinos del mundo.
     ¿Es así? ¿Podemos confiar en un hado como fuerza desconocida que obra sobre los hombres y los sucesos, y esperar sentados que todo nos vaya viento en popa por una de esas casualidades si somos los privilegiados?
     Más bien me inclino a creer que somos nosotros mismos quienes por nuestra propia cuenta debemos tratar de forjar nuestro futuro.
     Si a pesar de todo nos va mal, bueno, haremos otros planes, pero ¡nunca debemos dejarnos estar en manos de algún ignoto destino!
     Pero no es sólo este razonamiento el que niega la existencia del señor Hado, sino que la flecha mortal contra él, parte de un ámbito quizás inesperado.
     ¿De dónde surge este señor Demoledor del señor Destino? ¡De la física cuántica amigos!
     ¿Física cuántica? ¿Qué diablos es esto para muchos legos en esta disciplina? Respuesta: es la que estudia los fenómenos físicos pertenecientes al campo atómico y subatómico.
     ¿Qué puede decirnos "esa cosa" acerca del destino fatal?
     Simplemente y reiterando lo expresado, que un rayo cósmico que se dirigiera del espacio hacia la Tierra, al chocar con un átomo de nuestra atmósfera, por ejemplo, produce un chubasco de subpartículas dispersadas en todo sentido rompiendo una secuencia. Aquí desaparece como por encanto la linealidad de los hechos físicos, pues se producen nuevas secuencias en distintas direcciones, por lo cual se interrumpe el encadenamiento de los sucesos.
     Esto en el ámbito físico natural, más en el campo de los colosales aceleradores de partículas productos de la actual tecnología, ocurre otro tanto.
     ¡Por Dios! ¿Qué es un acelerador de partículas? Se trata de una máquina que imprime gran velocidad a partículas elementales cargadas de electricidad, con lo que adquieren elevada energía cinética y capacidad de producir reacciones nucleares o estrellitas formadas de partículas dispersadas en todo sentido como en el caso del rayo cósmico.
     Es decir que, tanto en el espacio en forma natural, como en los experimentos en física, es posible comprobar la ruptura de la cadena de hechos .
     Consecuencia: si todos nosotros, con nuestro entorno, estamos hechos de átomos, es imposible aceptar un
utópico destino fatal, ya que "este señor" se trunca a cada instante en forma natural por causa de múltiples radiaciones que nos rodean en todo el planeta, generando hechos (secuencias) totalmente desconectadas del estado anterior de cosas.
     Luego, el destino, la predestinación, es un mito, tanto en el terreno físico como en el campo teológico ya desmentido y en el ámbito pseudocientífico dentro del cual ubicamos a todos los augures habidos y por haber, profetas y astrólogos, sin olvidar a los ilusos parapsicólogos que pretenden conocer los acontecimientos futuros por medio de los sueños, y otras tonterías.

 

Ladislao Vadas

 

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