El vuelo del avión, seguramente uno de los muchos más que deben haber pasado desapercibidos, que tanto revuelo ha suscitado aquí y también en el exterior, se inscribe en un marco complejo. El mundo está sufriendo una grave recaída en aquello que se llamó “guerra fría”, en la que Occidente se enfrentó a la Unión Soviética desde el fin de la IIª Guerra Mundial hasta la caída del muro de Berlín. Hoy, con el crecimiento exponencial de China, el auto-aislamiento de Estados Unidos, la criminal invasión de Rusia a Ucrania, la grave tensión militar en el sur de Asia y el Mar de la China, los persistentes conflictos en Medio Oriente, convulsiones sociales en tantos países y la aparición de populismos de todos los colores, el escenario global se ha vuelto “tibio” y cada día más inestable y peligroso.
Conviene recordar ahora las veinticuatro valijas que Guido Antonini Wilson y Claudio Uberti (sólo una, con US$ 800.000, fue retenida) trajeron desde Caracas para la campaña electoral de Cristina Fernández, los oscuros negocios nucleares con Teherán triangulados a través de Venezuela, los carísimos y luctuosos negociados con las vacunas rusas, chinas y cubanas y, sobre todo, la firma del pacto con Irán, autor de los atentados contra la Embajada de Israel y la AMIA, que costó la vida al Fiscal Alberto Nisman cuando lo denunció penalmente. Por la clara afinidad que la PresidenteVice tiene con los jerarcas de todos esos países, en los que no existe la democracia y se violan los derechos humanos más elementales, el Gobierno debe defenderlos en los más variados escenarios internacionales, protagonizando siderales y estruendosos papelones.
En América Latina, como siempre, se suceden nuevamente procesos que, en el pasado reciente, llevaron a verdaderas guerras intestinas provocadas por Rusia, Cuba y China, que armaron y entrenaron ejércitos de terroristas en muchas naciones. Varios países de la región los padecieron y pagaron con enormes cuotas de sangre su elección como escenarios lejanos para disputas que preferían no resolver en sus propios territorios. El caso paradigmático fue la crisis de los misiles de 1962, ya que se estuvo a minutos de una guerra cuando Estados Unidos descubrió que la URSS había instalado armas en Cuba que podían alcanzar su territorio e impuso un bloqueo para impedir que los rusos continuaran armando a la isla. Hoy la situación se repite, no solamente con la subsistencia de la dictadura castrista sino con las alianzas militares que Nicaragua y Venezuela han concretado con Vladimir Putin y los ayathollas iraníes, habilitando la presencia de las fuerzas armadas de éstos en el continente americano.
Así, todas las especulaciones, derivadas de la absoluta falta de credibilidad que merecen los dichos del MemePresidente y sus funcionarios, un increíble conjunto de mamarrachos e incapaces chapuceros que se contradicen en público en cuestión de minutos, resultan verosímiles; cuando el jefe de la central de inteligencia nacional, Agustín Rossi, especuló que se trataría de un vuelo de instrucción, simplemente movió a risa.
El avión, ¿fue escoltado por la Fuerza Aérea argentina?; ¿trajo armas de guerra y milicias para infiltrarse en las inminentes protestas y provocar acciones violentas?; ¿se buscará replicar aquí los incendios de Santiago, Lima o Bogotá?; ¿querrá utilizarlas el kirchnerismo para perpetuarse indefinidamente, al mejor estilo chavista?; ¿estarían destinadas a los pseudomapuches, que pretenden independizarse de la Argentina? Por el notorio carácter de narcotraficante de la “nomenklatura” de Caracas, también resulta imaginable el objetivo de la escala en la triple frontera, plagada de integrantes de Hezbollah y de criminales brasileños.
La explosiva situación socio-económica del país, que recuerda a la de España en 1935, exacerbada por el déficit fiscal ya imposible de financiar, la gigantesca bola de nieve de los bonos y de sus intereses, la desbocada inflación que todo ello genera y la creciente pauperización de la población, auguran un escenario social extremadamente conflictivo y, por eso, esas preguntas sobre los vuelos se tornan más urgentes y dramáticas. Por mucho menos, estallaron otras sociedades vecinas más estables y exitosas y, a caballo de ellas, salvajes grupos de trotskistas y anarquistas lograron destruirlas desde adentro.
Estamos en carrera hacia unas elecciones que, según la opinión del propio kirchnerismo, le resultarán fatales. Como ya hizo en 2015, intentará arrastrarse para llegar a diciembre de 2023 sin que las bombas que ha cebado exploten en sus manos; no es difícil prever qué hará cuando vuelva a ser oposición. De todas maneras, prefiero que el Gobierno se cueza en su propia salsa, aunque en la olla nademos todos, y se sostenga pues, si así no fuera, se victimizará, eludirá la responsabilidad y volverá al poder.
Quien lo asuma el año próximo se encontrará con una sociedad agotada y hastiada pero, sobre todo, esquizofrénica; todos los análisis de opinión otorgan mayoría a quienes son conscientes de qué hay que hacer en materia de disciplina fiscal, tarifas de servicios públicos, sistema jubilatorio, régimen laboral, fomento a las inversiones, impuestos, etc., pero todos, con la cabeza quemada por veinte años de populismo, quieren que los costos de ese imprescindible giro hacia la racionalidad los paguen los “otros”. Dispondrá no de los cien días de luna de miel que disfrutan habitualmente los vencedores, sino sólo de cien horas para tomar todas las medidas necesarias para evitar un nuevo fracaso, y no contará con las mayorías parlamentarias que le permitan actuar racionalmente y con sensatez. ¡Menudo futuro nos espera, sin salvadores de la Patria a la vista!