Azorado, me entero que hay doscientas mil personas legalmente autorizadas por usted a través del Ministerio de Salud de Nación a plantar y cultivar marihuana en la Republica Argentina. Son más que los autorizados a plantar y cosechar soja.
Recuerdo que cuando Néstor Kirchner contaba con usted como Jefe de Gabinete de Ministros, tuvieron esta discusión junto a José Ramón Granero de SEDRONAR y fue el entonces Presidente de la Nación quien le dijo que su brillante idea de liberalizar las drogas era una locura.
Algunos están convencidos que liberalizando el cultivo y teniendo la droga propia, los problemas de seguridad se amenguarán y el narcotráfico desaparecerá. Holanda tiene liberalizada la droga desde 1973 y los niveles de narcotráfico en aquel país son similares a los de Argentina, pero además soslaya otra cuestión central. La droga libre o prohibida hace el mismo daño a nivel cerebral y las afecciones psiquiátricas tienen idéntica consecuencia.
La marihuana es creadora de paranoicos, psicóticos y esquizofrénicos además de ser una droga altamente adictiva y la más difícil de dejar. De hecho, las recaídas de adictos en recuperación, en reglas generales, se inician con un porro de marihuana. Como usted sabrá el THC permanece haciendo daño a nivel cerebral durante los siguientes 28 días al último consumo.
Lo que usted como Presidente de la Nación está haciendo es: promocionar el cultivo, la cosecha y el consumo de marihuana, poniendo esta droga en manos de los pibes que tienen su cerebro en crecimiento. El THC atrofiará ese cerebro, convirtiendo al usuario en un esclavo inútil y que solo servirá para traer angustia y dolor a la familia, que ve el deterioro cognitivo del afectado sin que éste lo perciba.
Usted ya no puede dar marcha atrás y será recordado como el que autorizo la destrucción masiva de cerebros juveniles en Argentina. Leonardo Da Vinci decía: “Quien no condena el mal, ordena que se haga”.