Algún día la Argentina deberá abordar el tema de la violencia peronista. Son muchos los muertos que el peronismo se ha cargado como para que el país no solo no aborde el tema sino que siga permitiendo que estos matones hagan un alarde orondo de sus continuas prácticas violentas, de sus amenazas, de sus preponderancias y de sus aprietes. Algún día el país deberá decidirse a hacer algo al respecto.
No puede ser que un intendente de un partido importante (Mario Secco de Ensenada) de la provincia más grande del país se dé el lujo de decir que si alguien se opone a que Cristina vuelva “rompemos la provincia y vuelan todos en pedacitos”.
¿Pero de dónde salió este patotero mafioso de cuarta? ¿Quien mierda es para lanzar semejante amedrentamiento?
No se quedó atrás Andrés Larroque que en Tweeter lanzó “peronismo o disolución nacional”. ¿Pero quien sos vos Larroque para mandar a disolver gente en tanto no sea peronista? ¿De qué engendro nazi saliste? ¿Qué queres? ¿Restablecer los hornos de gas para todo el que no sea peronista?
El país efectivamente está ante una disyuntiva: o elige vivir bajo la arquitectura institucional diseñada por la Constitución de 1853 o elige al totalitarismo peronista que quiere disolver a todo lo que no sea peronista.
Alguno podrá decir que la alternativa que se presenta aquí es igual (aunque de signo opuesto) a la que presenta Larroque. Solo una interpretación muy superficial podría llegar a esa conclusión.
Larroque no ofrece alternativas a los no-peronistas: para ellos solo pide su disolución. La Constitución no quiere disolver a nadie: todos pueden vivir bajo su manual de tolerancia en tanto acepten que no hay ningún poder superior a ella misma y que cualquier ciudadano que se sienta atacado por un poder público podrá echar mano de quienes son sus últimos intérpretes (los jueces) para que los defiendan y pongan límites donde hay que ponerlos.
El peronismo no quiere límites. Su obsesión es el imperio absoluto de su palabra y de su voluntad. Quien este contra ellas está contra la democracia y contra el pueblo.
Así lo dijo el jefe de gabinete en el Congreso cuando aseguró que “la democracia está condicionada por un suprapoder”. ¡No Rossi! ¡No burro iletrado! Lo que está condicionado por la vigilancia de un poder independiente (que ejerce esa vigilancia en defensa de las libertades civiles) ES EL GOBIERNO, es decir, en este caso, ustedes. La democracia no está condicionada, los condicionados a respetar los límites que la Constitución impone son ustedes, no la democracia.
Pero es inútil, como ustedes creen que la democracia son ustedes, entonces cualquiera que quiera frenar su avasallamiento, “condiciona la democracia”.
El peronismo es una fuerza de ocupación (como paradójicamente Larroque también llamó a la Corte) y los ciudadanos que quieren vivir en libertad y no bajo la bota de un patrón de estancia, van a utilizar todas las herramientas que la Constitución les da para defenderse de esa ocupación que los quiere disolver o reducir a una manada de vasallos.
Los constituyentes fueron sabios porque ellos vivieron al peronismo de su época en las sanguinarias prácticas de Rosas. Por eso redactaron el tipo de Constitución que redactaron: para que los argentinos del futuro que tuvieran la misma mala suerte que tuvieron ellos pudieran defenderse.
Bueno, lamentablemente, esos argentinos venimos a ser nosotros que no dejaremos de usar una sola coma de la Constitución para defendernos de un conjunto de totalitarios que aspira a borrarnos de la faz de la Tierra.
No lo vamos a permitir. Ni su violencia, ni su avasallamiento, ni su prepotencia, ni su hegemonía, ni nada que provenga de su maldito embrión fascista.
Sépanlo: no habrá nada que no vayamos a hacer hasta que en la Argentina no quede un solo vestigio del absolutismo totalitario que ustedes pretenden consolidar.
Ni un tranco de pollo a la violencia, ni un tranco de pollo al fascismo, ni un tranco de pollo al pensamiento único. La libertad siempre terminará venciendo al mal.