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Más que una elección, una disyuntiva psicológica

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Interrogantes sobre Milei.
Interrogantes sobre Milei.

Me vine a Australia hace 11 meses. Llegué hablando poco y nada de inglés y sin saber qué iba a pasar. Como cualquier persona empecé haciendo los trabajos a los que podía acceder. Hice mudanzas 8 meses.

 

Luego de haber aprendido el idioma apliqué a una academia de tenis y hoy soy coach. Trabajo de lo que me gusta. Aprendo todo el tiempo cosas nuevas. Mi experiencia para todo el que quiera venir es ‘al principio es difícil; pero créanme que al poco tiempo estarás haciendo cosas que nunca imaginaste’.
El abanico de posibilidades laborales es enorme. Solo depende de ustedes amigos

Posteo en Instagram de un argentino en la cuenta @argentinosenaustralia

Javier Milei se reunió con un grupo de empresarios. Allí siguió delineando lo que sigue pareciendo el plan de gobierno más explícito que cualquier candidato haya presentado hasta ahora de manera pública.

Quizás por eso el líder de LLA sea el precandidato individualmente más elegido en las encuestas.

Pero ese mismo hecho es el que abre los mayores interrogantes hacia el futuro.

Lo que Milei dice que hay que hacer es lo que hay que hacer. El problema es que -contrariamente a lo que hizo Menem en 1989- él no lo oculta: lo dice de frente.

Y eso que hay que hacer es tremendo, sencillamente porque lo que el peronismo hizo en la Argentina durante 80 años es tremendo. Alguien dijo que “Roca transformó una toldería en un gran país y que Perón transformó un gran país en una toldería”.

Y para que quede claro voy a puntualizar una perogrullada: cuando hablo de “peronismo” hablo de la “cultura” que el peronismo logró instalar en el país, más allá de quién lo gobierne.

Entonces: una vez más: para solucionar cosas tremendas hay que aplicar soluciones tremendas.

El pequeño problema consiste en que la idiosincrasia argentina se caracteriza por entusiasmarse con creer en la magia y, consecuentemente, tiende a creer que por el hecho de pegar un volantazo electoral histórico todo cambiará para mejor poco menos que instantáneamente.

Cuando esa inmediatez no sucede la sociedad olvida rápidamente lo que había sostenido hasta hacía 5 minutos y se da vuelta como una media, como si nunca se hubiera expresado en el sentido que lo había hecho.

En esa reunión con empresarios Milei dijo que va a prescindir del 40% de los empleados públicos, que va a terminar de plano con todos los planes sociales, que va a impulsar reformas institucionales para reducir los representantes en el Congreso y que va a eliminar el 70% de los ministerios. Eso entre otras muchas cosas del mismo estilo (privatizaciones, nueva moneda, reforma laboral, reforma previsional, ley de quiebra del Estado, etcétera)

¿Hay que hacer eso o algo muy parecido a eso? ¡Pues claro que hay que hacerlo! El tema, una vez más, es que Milei es el único que lo dice abiertamente.

¿Qué ocurriría con el clásico “veletismo” argentino cuando el eventual presidente libertario quiera poner todo eso en práctica?

Enfrente de él tiene millones de personas que olvidaron hace rato que la gracia de la vida es valerse por si mismos y elegir lo que cada uno quiere (desde dónde vivir, qué comer, qué ropa usar, a qué colegio mandar a los chicos, etcétera, etcétera)

Para hacer eso posible las personas tienen que ganarse la vida con buenos trabajos y buenos salarios que les permitan ser libres, independientes en sus decisiones y no conformarse con lo que “les dan”.

Gran parte del drama argentino consiste hoy, precisamente, en que hay generaciones completas que se conforman con recibir “lo que les dan” y no con tener lo que ellos elegirían si pudieran.

Es más, esas personas no conciben siquiera la idea de vivir de otra manera: las convencieron de que ellos deben sentarse a esperar qué es lo que el Estado les ha adjudicado hoy.

En el núcleo de esa cultura se halla el verdadero drama argentino.

Quienes convencieron a esas enormes franjas de pueblo a que esa es la vida, armaron un enorme engranaje de corrupción para obtener lo mejor de los dos mundos: comprar la voluntad electoral de esos idiotas útiles con migajas y robar la parte del león de la elefantiásica estructura estatal que hubo que diseñar para proveer y mantener dicha mentira ilusoria.

Demás está decir, obviamente, que los Kirchner llevaron ese sistema al paroxismo de la demagogia y del robo.

Para desarmar esta inmoralidad (según lo que enseñan los libros) hay que hacer lo que dice Milei.

Hay 2 problemas con eso: 1)la vida no suele someterse fácilmente a lo que dicen los libros y, 2) Milei no cuenta con 10000 funcionarios “Marines” para implementar lo que los libros dicen que hay que hacer.

Allí entran a jugar entonces los demás candidatos. No hay dudas que en un recóndito pliegue del cerebro colectivo de la sociedad este choque de trenes se percibe y los temores aparecen. Entonces surgen las chances de candidatos que, para decirlo de un modo coloquial, dicen que ellos han descubierto la fórmula para cambiar el objeto “Y” del punto “A” al punto “B” sin cambiar el objeto “Y” del punto “A” al punto “B”.

En otras palabras: que ellos lograrán cambiar las cosas sin que las cosas cambien.

El problema es que siguiendo a Einstein, eso es imposible.

La perdurabilidad de las chances de los candidatos que dicen eso (típicamente, Horacio Rodríguez Larreta) está sostenida solo por el temor social a las consecuencias de hacer, finalmente, lo que hay que hacer.

¿Hay una manera de hacer “de a poco” lo que hay que hacer inmediatamente? La respuesta es no. Mauricio Macri puede dar muestras de eso: más de uno de sus arrepentimientos políticos seguramente pasarán por esas coordenadas.

Lo que sí es cierto es que la enormidad de lo que hay que hacer no se puede hacer sin un equipo muy numeroso, compacto, convencido y preparado.

¿Tiene ese equipo Javier Milei? Nadie lo sabe. Pero sus limitaciones para conseguir réplicas suyas en el interior parecen dar una respuesta negativa a la pregunta.

El otro interrogante es más interesante: ¿Se puede salir del marasmo peronista sin hacer lo que Milei dice que hay que hacer?

Esa pregunta merece otro tipo de análisis. Ese análisis debe comenzar por preguntar qué entendemos por “salir del marasmo peronista”.

Si por eso entendemos que la preferencia del gobierno sea por las víctimas y por las fuerzas de seguridad en lugar de que sea por los delincuentes y por los narcos, sí algo se podría avanzar.

Si por aquello entendemos dejar de tener 14 tipos de cambio y pasar a algo “más normal”, sí algo se podría avanzar.

Si por “salir del marasmo peronista” entendemos sacar a la Argentina de la alianza con los países delincuentes del mundo, con los violadores de los derechos humanos y con los financistas del terrorismo internacional, sí algo de podría hacer.

Ahora, si lo que los argentinos (fundamentalmente los argentinos jóvenes) tienen en mente es vivir como viven los australianos, los canadienses, los norteamericanos o los holandeses, la respuesta a la pregunta es “no, sin hacer lo que Milei dice que hay que hacer no se podrá vivir así”.

De modo que la sociedad, en estas elecciones enfrenta un verdadero problema psicológico: 1) animarse a hacer lo que hay que hacer para vivir como se quiere vivir (aunque durante una primera etapa probablemente se viva peor) o, 2) decidirse por un “masomenismo” que retire los delirios kirchneristas pero deje intacta la esencia del modelo en donde el tipo de vida que una persona lleva para sí y para su familia no lo elige ella sino que lo elige el gobierno.

Esta es la disyuntiva de la hora. Lamentablemente quien tiene las ideas no tiene el ejército de ejecutores necesarios para poner en marcha el plan. Y los que podrían tener esos recursos humanos (en cuanto al número) no tienen las ideas o los huevos que se precisan para llevarlas adelante.

La pregunta es si los argentinos han llegado a ese punto que nuestro amigo de Instagram escribió en el posteo que sirve de epígrafe a esta columna: ¿Están preparados para que las cosas dependan de ellos? ¿Quieren que las cosas dependan de ellos? ¿Aceptan que pueda ser difícil al comienzo? ¿Soportarían esa dificultad inicial como una “inversión” para poder estar mejor luego?

Nadie está seguro sobre las respuestas a estos interrogantes.

Por eso el horizonte es sombrío. Y por eso no termina de salirse del imaginario mental joven el sueño de construir el futuro de sus vidas en otro lugar distinto del que los vio nacer.

 
 

15 comentarios Dejá tu comentario

  1. El planteo del título es una equivocación grave. Si hay una disyuntivaventre las necesidades y la psicologia, estamos haciendo todo mal. Primero hay que plantear la situacion objetiva y después podés ir al psicólogo o a llorar acla iglesia, o al campito. Lo que hay que hacer no es una teoría de Milei; lo que pasa si no lo hacemos tampoco. Esa es la situación objetiva. Hay exceso de gasto inútil, hay un déficit creciente y hay una deuda interna y externa que crece mes a mes y es una caracteristica de la estructura del gobierno y es una verdadera politica de estado desastrosa que no se arregla haciendo lo mismo con mas gestion ni con mas consenso ni con mas apoyo. La equivocacion grave es evaluar una alternativa contra la opcion de no hacer nada, como si estuviéramos en un momento de estabilidad y sólida prosperidad. Lo que el autor no analiza pero es tan basico como un elefante en la mesa ratona es que la opcion de no hacer nada nos lleva a una catástrofe que supera por mucho las dificultades ocasionadas por hacer algo imprescindible como bajar el gasto y abandonar la creencia demencial en que el gasto público hace crecer la economia. Esto es tan basico como dejar de creer que vamos más rápido si empujamos con el dedo la aguja del valocímetro. De modo que esto es una situación terminal. Al carajo la psicología. Acá hay que ponerse a ver alternativas y propuestas concretas. Lo que hay que hacer ya no es una teoría ni una preferencia ni una suposicion. La diferencia va a ser si lo vamos a descubrir de la peor manera y cuando sea muy tarde. Esa ya la conocemos, se hace la loka y despues hay que garpar diez veces más.

  2. En cuanto a Menem, no se puede tener buena memoria si en su momento no se entendió lo que pasaba. Menem se subió a la moda internacional de saquear el Estado. El mejor ejemplo es el de los ferrocarriles o las obras sanitarias, se privatizó la recaudación pero la infraestructura deficitaria que son las vías, siguió a cargo del estado. En todos los casos las empresas públicas se vendieron por nada, como si hubieran sido empresas privadas con acciones venidas abajo, entregando los inmuebles y los terrenos a precio cero. Todo el proceso fue como ver a las polillas rematando la mueblería. A cambio de eso, hubo cierto alivio en el gasto, ya que algunos agujeros por donde salía el dinero desaparecieron, pero no todos. Por otra parte no se hizo nada más, se simuló mucho usando préstamos del Banco Mundial para una reforma del Estado que terminó sin reformar nada. Lo que festejamos como un logro en realidad fue la irrupción natural de la informática y la telefonía, pero el único mérito del gobierno fue levantar las prohibiciones que antes impedían su instalación. El resto, puro peronismo del de siempre, Bancos provinciales vaciados a repetición, obra pública sospechosa, privatizaciones fraudulentas y ruinosas como la de YPF. Las cuentas fiscales fracasaron por la razón de siempre. El de Cavallo no era un "modelo", eso decían los periodistas pero el mismo Cavallo nunca lo dijo. Un modelo se entiende como una maqueta para predecir el funcionamiento de un sistema. El "modelo" no era tal porque no cerraba por ningún lado. La liberación de importaciones y el tipo de cambio intensificaron el desfasaje entre consumo y producción ahora volcado también sobre el balance comercial. Es evidente que la estructura productiva del país no daba para soportar un 1 a 1. Es una paradoja y una ironía que un hdmp como Felipe Solá resultó ser casi el único héroe de esa etapa con su promoción del cultivo de la soja. Pero la soja todavía no era una realidad comercial y ni con la soja en su mejor momento alcanza para bancar el consumo externo que genera el 1 a 1 en un país improductivo con una sociedad exitosa a fuerza de prebendas fraudes, subsidios, y saqueo disfrazado de inversión. El resto, lo dicho, esa ficción se paga con deuda y en algún momento llega la cuenta. Menem mantuvo la política fiscal recesiva, el castigo a las posibilidades de inversión mediante la confiscación de ganancias, la concentración creciente de la producción para consumo. Las razones son las mismas de ahora y se basan en la ineptitud técnica de economistas y dirigentes fundada en creencias intereses e ideología. Aún hoy los cabezas de termo siguen pensando las cosas desde el gobierno, sin darse cuenta que no se necesita que el gobierno financie ninguna “sustitución de importaciones”, bastaría con que deje de confiscar las ganancias que se pueden reinvertir. El problema se puede expresar muy fácil: No estamos en una sociedad de consumo, no existe tal cosa. Si no producimos son existimos, así de corta es. Lo que hace próspera (viable y sustentable) a una sociedad no es el consumo, es la producción. Por eso los mitos de la redistribución de la riqueza y del estado igualador son lo más nefasto que le puede ocurrir al gobierno de un país.

  3. Corrijo: El problema se puede expresar muy fácil: No estamos en una sociedad de consumo, no existe tal cosa. Si no producimos no existimos, así de corta es. Lo que hace próspera (viable y sustentable) a una sociedad no es el consumo, es la producción. Por eso los mitos de la redistribución de la riqueza y del estado igualador son lo más nefasto que le puede ocurrir al gobierno de un país.

  4. Supongamos que Milei gana las presidenciales, al mismo momento de lograrlos el mismo verá que no tiene estructura partidaria, poco en el Congreso, ningún gobernador y tampoco intendentes del mismo palo. No creo que como sociedad le admitamos gobernar por decreto sino respetando fielmente la Constitución. En ese momento el verá juntos con otros que teniendo al peronismo en la oposición que es mas peligroso que cuando esta en el gobierno, va a necesitar si o si los votos de JxC y si quiere concretar todo lo que anuncia deberá tragarse algunos sapos por mas que les cueste digerirlos. Este peronismo que hoy se mata por los puestos se juntará con el sindicalismo como hizo con Macri tratando de volver al poder desacreditando y mostrando que todos los cucos de la derecha aparecieron como ellos lo habían anunciado. De los que hoy “integran” JxC los radicales no son de confiar y ya lo han demostrado a lo largo de la historia, algunos fueron socios del kirchnerismo y losteau es uno de ellos, morales fue socio de Lavagna padre. Todos los ex peronistas que quiere convocar Larreta tratando de salvarse no garantizan nada. El mejor ejemplo es Pichetto que salvó a la cristina del juicio político, Massa ya sabemos quien es y como todo peronista lo que firma ahora lo niega en la próxima hora. No se puede integrar una coalición cuando a casi todos ellos los mueven las ambiciones personales.

  5. G, la síntesis que hace sobre la gestión menem (los nombres de los traidores a la patria van con minúscula) es de lo más acertada, así, tal cual debería estar en todos los libros de historia política argentina, mis felicitaciones. Como Milei hay muchos argentinos que lo admiran aún después de haber sido testigos del caótico resultado final de su gestión, de los abusos de poder auspiciados por el congreso nacional, de la corrupción a todo trapo, de las constantes violaciones a la CN, de la asquerosa manipulación del poder judicial, de la invitación al saqueo, de las traiciones, etc…y dicen, fue el mejor presidente de la historia democrática argentina. Recuerdo cuando Alfonsín presento el proyecto para privatizar las empresas deficitarias del estado, “todo el peronismo en el congreso lo acuso de traidor, de querer vender nuestra soberanía, el patrimonio nacional”… se lo negaron rotundamente, después…. “menem lo hizo” y todos hablaban del éxito de las privatizaciones….¡¡¡¿¿¿”éxito”???!!!, ¿qué tiene de exitoso tener que mal vender una empresa porque da pérdidas? Lo exitoso hubiera sido conservarla, hacerla más rentable dando un buen servicio, pero para eso hay que “saber y hacer”, cosa que no está a la altura de ningún político argento,.. Mal vender el clavo lo puede hacer cualquier idiota.

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