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Derechos de verdad vs espejitos de colores

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El que no corre, vuela
El que no corre, vuela

Esta semana que está terminando los sindicalistas de Intercargo enloquecieron a los viajeros low cost de Flybondi y Jet Smart en el aeropuerto doméstico Jorge Newbery de Buenos Aires.

 

Sus acciones de fuerza no incluyeron los servicios que prestan a Aerolíneas Argentinas. Solo se limitaron a las aerolíneas de bajo costo.

El kirchnerismo que, cuando asumió, la primera medida que tomó (poco menos que literalmente) fue el cierre del aeropuerto de El Palomar, se llena la boca con el concepto de ampliar derechos per, en la práctica, los cercena, los hace más difíciles y en muchos casos los deroga, especialmente cuando se trata de los derechos de los más humildes.

El verso de la ampliación de derechos es eso: un verso. No cuesta nada escribir pelotudeces en un pedazo de papel, especialmente cuando el costo de  las pelotudeces que se escriben lo va a pagar la sociedad y no ellos de su bolsillo: el viejo curro de hacerse el Rey Mago con los dineros públicos es más viejo que la puerta… Realmente cuesta creer la cantidad de idiotas útiles que caen aún en él  creyendo que verdaderamente están obteniendo algo gratis, algo que no pagan por otro lado con el nombre de inflación, pobreza, corrupción, déficit fiscal y deuda.

A ese escenario es al que hay que remitirse cada vez que se escuche a un peronista, kirchnerista o comunista hablar de la bendita “ampliación de derechos”: a lo que se escribe en una hoja de papel vacía que luego nadie cumple o, peor, cuyo pretensión de cumplimiento embarca al país en una catarata de disparates, aumentos de costo, cierre de empresas, pérdida de empleos, etcétera.

En ese sentido lo que ocurrió esta semana en Buenos Aires con las líneas low cost es todo un ejemplo. La idea fue estimulada por el gobierno de Mauricio Macri con el que llegaron al país varias líneas para brindar ese servicio incluso en viajes internacionales de larga distancia.

El gobierno les había habilitado, como dijimos, el nuevo aeropuerto de El Palomar para operar doméstico y regional.

La llegada del peronismo kirchnerista terminó con todo eso. El nido de corrupción y aguantadero de militantes camporistas en que este engendro convirtió a Aerolíneas Argentinas (obviamente no son giles para copar lugares) imponía la persecución y hostigamiento de todas las operaciones de bajo costo porque eso era un peligro para el tótem corrupto del cual habían decidido vivir.

Por supuesto que la gente se cague. La gente somos nosotros. Es exactamente al revés de lo que dice la hipócrita de Cristina Fernández: la patria no es el otro; la patria son ellos.

El primer paso fue entonces cerrar El Palomar. Muchas compañías de las que habían llegado cerraron sus operaciones y se fueron de la Argentina. Incluida LAN que llevaba operando más de 25 años en el país y a la que el kirchnerismo se la había jurado siempre.

Otras sacaron pecho y siguieron, enfrentando incluso todos los aprietes y las dificultades. Fueron los casos de Flybondi y jet Smart.

Como no pudieron con ellas, el apriete se transformó en huelgas y paros sorpresivos que afectan a los pasajeros de esas líneas, no a Aerolíneas. También en un evidente trato desigual a los pasajeros en los aeropuertos: para los de Aerolíneas, mangas directas al avión; para los demás colectivos hacinados para cruzar la pista.

El resultado es que los derechos simples, concretos y cotidianos de los ciudadanos que utilizan esos servicios (que son los que menos posibilidades de viajar en avión tienen) disminuyen, decrecen o incluso desaparecen.

Esos son los derechos que cuentan: los que pueden ejercerse cotidianamente, no los que se vociferan en una cámara del Congreso y luego pasan a engrosar el largo listado de “entitlements” que la gente cree que tiene y que lo único que aseguran es gasto, inflación y miseria.

El peronismo, el kirchnerismo, el socialismo son los reyes de los “entitlements” pero también los reyes de terminar con los derechos concretos y efectivos de la gente, en especial de los que menos tienen. En el terreno del piripipí no hay quien les gane, pero a la hora de los bifes no hacen otra cosa que suprimir derechos de goce efectivo.

Pero por increíble que parezca, la sociedad sigue embelesada por la fantasía antes que por la realidad. Parecería que no advierte que los derechos que se “aumentan” son declamaciones vacías que luego, o no se pueden cumplir, o si se pretenden ejecutar, el costo que generan es de tal magnitud en materia de inflación y de riesgo de cierre de fuentes de trabajo que el perjuicio supera largamente el supuesto beneficio.

En cambio los derechos normales consagrados hace 170 años por la Constitución (que no los otorgó sino que simplemente los reconoció como inherentes al ser humano) cada vez tienen menos vigencia y se pueden gozar efectivamente menos. Tal el caso, por ejemplo, el de ir de un lugar a otro de la república que se ve claramente perjudicado por los matones a sueldo de Aerolíneas que hostigan a los pasajeros de las compañías que le hacen competencia con precios más baratos.

¡Qué decir del derecho de comerciar o ejercer industria lícita! Todos los días esos derechos son pisoteados, cercenados y negados por el sistema colectivista del socio-peronismo. ¡O del enseñar y aprender, completamente supeditado a los sablazos de Baradel! ¡O del de ahorrar, hundido en la maraña de prohibiciones y en la ausencia de moneda!

Y así, sucesivamente: todos los derechos de verdad, los que no deberían discutirse porque llegan cuando el ser humano nace, el peronismo socialista los destruye  o los cercena. Ahora el piripipí, caro, corrupto, impracticable, declamatorio, demagógico y muy posiblemente sin  efecto alguno porque los costos de su implementación anulan los beneficios de su goce, eso sí: ahí se ponen a la cabeza y antes que nadie,

Por qué los argentinos priorizan los espejitos de colores de esos “entitlements” declamatorios en lugar de exigir la plena vigencia de los derechos de la Constitución es un misterio. Otro de los lugares donde podrían buscarse las respuestas a la miseria nacional. 

 
 

14 comentarios Dejá tu comentario

  1. En Argentina se impone una revolución de signo ideológico diametralmente contrario al castrocomunismo, al mejor estilo soviético o como expresó Roby Santucho El que no cambia todo no cambia nada.

  2. No es de ahora. El kirchnerismo empezó con eso de los derechos desde 2003. Unos años antes, el periodismo criticaba la corrupción de Menem, o el aire despistado de De la Rúa, y Graciela Fernández Meijide proponía "cambiar la relación de la política con al gente". Y cambió. Le dieron el golpe a Chupete, vino Néstor y el humor político pasó a estar prohibido. Los golpistas acusaban al periodismo y a los humoristas de haber dado el golpe. Había que cuidar al gobierno, había que proteger la gobernabilidad. El país tenía que ser más gobernable, más dócil, con caja automática y dirección asistida, como para que lo pudiera estacionar Cristina en cualquier parte. Lo que cambió es que se pasó de exigirle al gobierno para pedirle al gobierno. Siempre estuvimos flojos en eso, casi nadie entendió o defendió los principios de la Constitución, en especial lo relativo a quién es el sujeto de derecho en este sistema. Porque del presidencialismo formal. todos quieren pasar al presidencialismo sustancial, trascendental, ontológico. El sujeto de derecho es el presidente, y lo rodea un gobierno de mandatarios, que responden al mandato del presidente. Eso no es república con ciudadanos, eso se llama tiranía, dictadura, totalitarismo, o farsa de sistema feudal,. pero en todos los casos los que deberían ser ciudadanos pasan a ser súbditos o peor aún, refugiados o mendigos del gobierno. Por eso la cosa no es derechos de verdad o espejitos de colores, lo central en esto es que el gobierno no es el dueño de todo y no está para "otorgar" lo que derrama. En esta confusión nunca hubo oposición ni alternativas verdaderas. Los que privatizaron todo en nombre del liberalismo lo hicieron desde el gobierno y lo hicieron beneficiando a empresarios amigos y a ellos mismos. Una disgresión es una curiosidad, Hitler le llamaba privatizar a quitarle las empresas a los judíos y pasarlas al control de las SS. La idea de un gobierno que beneficia a los grandes empresarios para que se enriquezcan y "crezcan" y así el resto se beneficia del "derrame", es una idea socialista como también el concepto de capitalismo implícito en esa teoría de gobierno. Por eso el "capitalismo" no es lo mismo que libertad de empresa, y los infinitos derechos a mendigar al gobierno por cada detalle de la existencia, tampoco son verdaderos derechos. Porque los únicos derechos reales son los que uno le puede exigir y demandar a un gobierno, son los que ningún funcionario puede cercenar sin incurrir en delito penal. Los derechos reales no son para recibir una dádiva son para que el gobierno que nosotros construimos y financiamos no nos pueda quitar nuestra propiedad y nuestras libertades, bajo ningún pretexto, motivo, o excusa. Por eso nadie entendió nada, la supuesta oposición tampoco. El gobierno no está para educar a la gente, ni para "solucionarle los problemas a la gente". Lo primero que tiene que hacer un gobierno es dejar de crearle problemas a la gente y dedicarse a cumplir con sus obligaciones básicas que son la seguridad el resguardo y la protección de la propiedad privada y del patrimonio público, incluyendo en este último el manejo austero y racional de los gastos y del presupuesto. Una república no permite un gobierno que pretenda mostrar grandeza, ni enriquecer dinastías de funcionarios, ni mostrarse condescendiente y benefactor de la población, ni gastar dinero público para financiar propaganda y mucho menos tendiente a imponer una mística o una ideología de su propia superioridad. Por último, para ser breve y mostrar cómo casi todos se equivocan feo, un gobierno no está para "ponerse firme frente a los conflictos". Precisamente, un conflicto es una guerra y reconocer un conflicto es reconocer que tordo está en disputa. Pero la idea del conflicto está instalada hasta en la escuela primaria, y de lenguaje pretencioso se convierte en algo mucho más peligroso como un colectivismo por defecto. Ningún funcionario puede darle entidad de conflicto a cualquier cosa, porque el resultado puede ser que el país termine perdiendo una guerra sin necesidad. Por eso existe el delito y existen las faltas y contravenciones que se enfrentan y se castigan de a una en forma individual y nunca se deberían negociar en forma colectiva como un conflicto; porque eso ya sería reconocerles una entidad de nación enemiga a cuatro gatos locos que cortan una avenida. Para decirlo en términos claros y objetivos. Si es un daño, un delito, una falta, o una contravención, se aplican las garantías constitucionales. Si es un conflicto es una guerra y los gobiernos no están autorizados para reconocer adversarios imaginarios y menos para rendirse en nombre de todos nosotros. Por eso, si hablan de conflictos es porque son parte del problema.

  3. El tema del conflicto es central y lo imponen desde la educación. De casualidad hace un tiempo leí "La Educación Ayer Hoy y Mañana de S. Gvirtz". El libro es uno de los pilares ideológicos del sistema educativo en todo el país y en todo ese fárrago de palabras no contiene más definiciones que estas: 1 La educación es la principal forma de "reproducción social" y tiene más que ver con instalar relaciones de poder que con enseñar y aprender. 2 La "socialización" consiste en "internalizar" un sistema de creencias. 3 Lo más importante es la construcción de un sistema democrático, al que define como la posibilidad de expresar y desarrollar un conjunto de conflictos en forma permanente. Me imagino que los contenidos de las materias como "Sociedad y Estado" obligatorias en el Ciclo Básico de las universidades, también incluyen el aprendizaje de estas "verdades". A mi me suena que esa definición de democracia es lo más parecido que he visto a la revolución permanente de Trotski. Perro hay algo peor, porque si nuestro modo de vivir en democracia es el conflicto permanente, ya no s estamos poniendo varios escalones por debajo de cualquier gobierno, que pasa a ser imprescindible para terciar en todos los conflictos. El gobierno, junto con los demás "actores sociales", pasan a ser una especie de síndico de la quiebra de toda la sociedad. Para que eso se mantenga es imprescindible tanto el conflicto permanente como la quiebra de la sociedad. El resultado casi automático, es un gobierno consagrado, condescendiente, a veces indulgente pero principalmente auto indulgente, tan mesiánico como exento de toda responsabilidad. Para un gobierno semejante, cuanto peor estemos como país y como sociedad será mejor, porque con cada emergencia que provoque, tendrá oportunidades para someter más a la población y hacer más inalcanzable su impunidad. Esa es la clase de gobierno que quita y otorga en forma discrecional. Esa es la falsa democracia de los mil conflictos y los mil derechos. La verdadera y única democracia es poder elegir y ya va siendo hora de elegir otra cosa.

  4. Es mas evidente que habrá que elegir otra cosa. Pero no va a ser automático el cambio, habrá que luchar por el cambio, la sociedad argentina, que ha sido tan callada deberá abrir la boca. Y velar por sus "derechos y deberes". El próximo período de gobierno - 4 años, apenas alcanzarán para hacer algún cambio, ya que se viene desde hace mucho desbarrancando, desinteresandose del cosa pública, que nos atañe a todos los argentinos!!!

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