“Las elecciones del 22 de octubre no fueron limpias”, dijo Javier Milei y agregó: “Hubo irregularidades de semejante tamaño que ponen en duda el resultado”. Frente al libertario, se relamía Jaime Bayly. El conservador peruano viajó a Buenos Aires para entrevistar al candidato a presidente por La Libertad Avanza. Las frases de Milei coronaron una campaña de su partido político lanzada en las redes sociales (el principal músculo de difusión de sus ideas) que hace semanas difunde versiones sobre supuestas irregularidades. La Cámara Nacional Electoral salió al cruce de esos dichos y recordó que no hubo ninguna denuncia judicial sobre el proceso electoral que lo dejó en segundo lugar en las elecciones generales.
La estrategia es clara: dejar abierta la posibilidad de denunciar fraude si la ciudadanía no lo acompaña con sus votos en el balotaje del 19 de noviembre. La estrategia no es novedosa: lo mismo hizo Donald Trump en 2020 cuando perdió la elección ante Joe Biden y también Jair Bolsonaro en enero pasado. La estrategia es peligrosa: tanto en los Estados Unidos como en Brasil, esas falsas afirmaciones provocaron el copamiento del Capitolio y el ataque al parlamento de Brasilia.
Unos segundos después, moderó sus dichos asegurando que “si no estamos en condiciones de cuidar los votos como corresponde, entonces no seríamos ganadores de las elecciones. Si tengo que ir a resolver una elección en un escritorio, quiere decir que no lo hice bien”.
La historia reciente de la democracia argentina despeja sospechas de manipulación electoral. Daniel Scioli perdió por tres puntos el balotaje con Mauricio Macri y Cristina Kirchner entregó el poder; el kirchnerismo acaba de ser derrotado en Santa Cruz y en la última elección en La Plata, Raúl Garro aceptó el triunfo de Julio Alak cuando la diferencia fue menor a mil votos. Sin embargo, Milei sostuvo la posibilidad del fraude, como lo hicieron sus admirados Bolsonaro y Trump. Quizás no apueste a un levantamiento (en caso de que sea derrotado, ya que está primero en casi todas las encuestas), pero sí a dejar debilitado a su contrincante. Sólo persiste una duda: cuanto de la instalación de esta sospecha tiene que ver con Mauricio Macri. ¿El ex presidente lo acompaña o sólo es un socio político sorprendido? Posiblemente haya que esperar al 19 de noviembre para saberlo.
Milei ya vulneró el pacto democrático de la Argentina al definir como “excesos” a las graves violaciones a los derechos humanos cometidas por la dictadura militar. Vulneró el pacto de convivencia política al tratar de “Montonera asesina” a Patricia Bullrich, un agravio infundado que su rival en las elecciones perdonó súbitamente y tratar de “basuras” o “ratas” a quienes lo critican. Con sus dichos ante el sonriente Bayly, acaba de vulnerar el pacto institucional, poniendo en duda un sistema que hace cuarenta años demuestra su eficacia. Con todo, está muy cerca de ser Presidente gracias al sistema en el que no cree.